Capítulo 38 ♠️

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Lo supe, siempre lo hice, pero esta vez el amor no perdió, el amor gano de alguna extraña manera y estoy en paz con eso, somos más que dos humanos inmortales en la tierra, somos universo, somos ciencia y química, lo somos todo y nada cambia eso, pase lo que pase, lo habré merecido y esta bien, lo único que permanecerá es mi amor por ella que nunca se ira, seguirá aquí con ella año tras año, vida tras vida.

Dariel Callen

Dariel

Hasta la persona más inquebrantable del mundo, se quiebra.

Y eso lo he aprendido con Elina, ella me dijo que jamás volverá a ser la misma y estoy seguro que yo tampoco, ahora solo soy un simple Dariel vulnerable y débil, no queda nada del antiguo.

Me siento como tratando de luchar en una marea salvaje en el medio de la nada, por más que luche, al final me hundiré.

Elina alguna vez me contó que esta pequeña casa era su favorita, la que le hacía recordar su infancia y guardaba con cariño, la he arruinado. Tengo armas en cada cajón, vidrios rotos por donde sea, y las paredes ya han escuchado sus gritos y sufrimiento.

Preparó la comida, esta mañana Elina de ha levanto muy alterada así que tuve que volver a sedarla, ella no está bien, lo sé pero cuando trato medicarla o al menos alimentarla ella se niega, no quiero que le llegue a pasar algo por mi culpa, por algún descuido.

No tardará mucho en despertar, la espero sentado en una de las sillas de la mesa, yo ya solo espero, ya actué suficiente y ya herí suficiente.

Hay dos cosas de las que jamás me arrepentiré, el haber amado y amar aún a Elina, es mi luz, que buscare vida tras vida y las veces que sean necesaria.

Y haber matado a Rubén, lo disfrute como ninguna otra cosa, cuando lo hice pude sentir el sufrimiento de mi pequeña hermana, lo hice por ella, por Abril.

La señora que me crió me decía que yo sería un buen hombre, uno de valores, después cuando me aborreció, dijo que me moriría en el infierno y sería la cosa más repugnante.

Tuvo razón en su segunda opinión.

Hoy es Miércoles, si hoy no pasa lo que presiento, mañana llamaré para confirmar el asesinato de aquellos idiotas.

Me esmere en la comida de hoy, de hecho he comprado tacos, los favoritos de Elina, ella también los hizo mis favoritos.

Como es de costumbre, escucho ruido en la recámara pero ella no sale, me levanto y voy a la recámara, toco dos veces y no respondo, finalmente termino abriendo.

Me sorprendo al ver intentar cambiarse la pijama, poco a poco se notan sus huesos de su espalda desnuda, no tiene la fuerza suficiente para quitarse la blusa así que me acerco para ayudarle.

Apenas siente mi contacto, se aleja bruscamente.

—No me toques—musita.

No la tocó si ella me dice que no, solo me queda recordar todas esas noches y amaneceres que la tocaba hasta que en mi mente se quedara grabada su textura y cada curva de su cuerpo.

Con dificultad, logra quitarse la camisa y rápidamente se pone otra.

Elina es de piel trigueña clara pero ahora el tono que tiene no es ese, está muy paliada y sus ojeras se tornaron a moradas, sus labios son secos y he cuesto cuando se agarra el cabello se lleva mechones de cabello.

—Ordene tacos, vamos a comer—le digo.

—¿Ordenaste tacos mientras me tenías sedada para que no pidiera ayuda? ¿Y ahora lo haces ver como si fueras bueno por el simple hecho de comprar tacos?

Fría inmortalidad Donde viven las historias. Descúbrelo ahora