Más de 12 malditas horas sin poder pegar el ojo aunque sea por diez minutos.
No se ni como tengo los ojos abiertos ahora mismo, anoche la ansiedad no me dejo dormir, fue horrible sentir que alguien podía entrar a mi casa.
Quiero llorar de coraje, tristeza y mucho más, pero no siquiera tengo ganas de hacerlo.
Me miro al espejo de mi baño no muy convencida, me he puesto varias capas de corrector en mis ojeras también me he puesto una crema especial, hielo y una cuchara helada para bajar la hinchazón de mis ojos pero solo lo logré un 30% del 100%.
Mi labio está mucho mejor, solo en la parte de mi cortada tiene un ligero color más rojo que el resto de mis labios, la crema que me dejo Dariel realmente es buena ¿Donde la habrá conseguido y por qué? Me duele no conocer a la persona que amo.
Mi mejilla ya no está hinchada solo esta rosada y aunque me puse base parece que me puse rubor en toda una mejilla.
Pensaba ponerme dos o tres capas de base pero no, no me gusta la base y mucho menos doble capa en mi piel.
—Yo no vi nada, estoy muy afuera de esto—me recalco frente al espejo.
Tomo las llaves de mi carro, antes de cerrar la puerta me pongo mi suéter ancho negro, es caliente por dentro y no quiero llevarme uno más grande, en el Instituto siempre encienden la calefacción y aveces hasta sudo.
Me puse unos jeans de mezclilla sueltos y unos botines negros casuales, todo está normal y yo también.
Cierro la puerta de la casa y enciendo mi auto, pero me percato qué hay una persona de espalda que mira por la ventana de mi auto para ver qué hay dentro de él.
—¿Pasa algo?—pregunto fuerte y acercándome.
Al segundo de verlo creí que era Dariel y por lo idiota que sigo siendo me emocione un poco pero después vi que este chico tiene cabello café claro tirándole a rubio, me recuerda a alguien .
Debo dejar de ser débil y masoquista.
El hombre gira y me doy cuenta que es Hans quien trae una suéter que parece camisa de manga larga gris.
—Claro qué pasa algo, que no me has contestado mis miles de llamadas ni a mi ni a nadie—saluda.
Siento las palmas de mis manos sudar y cosquillear, en este momento quiero que mire a la calle, cielo o el suelo, todo menos mi rostro, soy una vergüenza.
—Mi móvil se quedó sin batería—respondo tranquila.
—¿Sin batería por todo un día y una noche?—se acerca a mi.
Sin poder quedarme quieta, los nervios me traicionan y lo abrazo, apego mi rostro a su pecho, miles de sentimientos entran en mi, pero no permito que ni uno salga.
—¿Estas bien?—escucho con su dulce voz.
Quiero decirle que si pero me siento bien en sus brazos y temo que el nudo que tengo ahora mismo me traicione también.
Al no recibir respuesta, en un rápido movimiento toma mi mejilla lastimada y un sin procesarlo un chillido de dolor sale de mi boca.
Me alejo y se que lo hizo sin querer, Hans Mira detalladamente mi rostro y quiero morir, esta imagen que le doy no soy yo.
—¿Quién te lo hizo? Dime quien Elina—pronuncia fuerte.
Quiero sincerarme y contarle absolutamente todo, es parte de mi familia y merece saberlo, también sé que me sentiría mejor por dentro. Pero no, si algo llega a pasar, no quiero que ni Hans ni nadie de mis amigos estén involucrados, los únicos que debemos caer en la mierda somos Dariel por asesino y yo por su maldita ilusa.