Capítulo 33

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Me muevo de manera perezosa en la amplia cama que me hace abrir los ojos al percibir el perfume de Inuyasha sobre las sabanas. Me encuentro con la oscura habitación que no es la mía. Me incorporo tallando mis ojos y me estiro un poco sintiendo mi garganta seca y mi aliento horrible. Hago una mueca con la necesidad de orinar, me encuentro con que estoy en bragas solamente y salgo de la cama caminando hacia el baño. Enciendo la luz mirándome en el espejo. El cabello alborotado, ojos cansados y cara de acabar de despertar, a pesar de eso noto que no llevo maquillaje, detalle que me hace sonreír mientras busco algún cepillo que tenga guardado Inuyasha para acabar con el mal olor de mi boca.

Cuando lo encuentro comienzo a cepillarme y con mi mano libre me paso los dedos por las hebras de mi pelo buscando calmarlas un poco el desastre que es. Cuando salgo busco una de las camisas de Inuyasha y abotonándomela salgo a la sala bostezando.

Lo encuentro sudado mientras bebe agua. Él me observa y yo camino hasta servirme agua y beberla, me sirvo otro vaso y vuelvo a beber. Bebo agua hasta que mi garganta parece satisfecha.

—Buenos días—saluda él acercándose hasta mí, se inclina dándome un pequeño beso en los labios que me hace mirarlo—¿resaca?—cuestiona y niego.

—No tengo, de hecho me siento, solo algo agotada—bostezo—¿hacías ejercicio?—cuestiono sentándome en los taburetes dándome cuenta de que el desayuno está sobre la mesa.

—Sí, necesitaba calmar las ansias—comenta y eso me hace mirarlo confusa—uhmm, digamos que estoy dejando el cigarrillo, por eso necesito hacer otras cosas que me despejen la mente. Ven, vamos a desayunar—él me lleva todo hasta el mesón de la cocina donde estoy. Realmente tampoco tengo mucho apetito, sorprendida estoy de no tener una resaca de muerte con todo lo que tomé anoche.

Me relajo en mi lugar viendo la sopa que Inuyasha al parecer preparó sacándome una sonrisa. Tomo la cuchara y la pruebo poco a poco mientras veo todo lo que él comienza a engullir al lado mío.

Aun no me acostumbro a actuar de esta manera con él, aunque esta era nuestra rutina siempre. Cuando él no dormía en mi apartamento, yo venía al suyo. Amanecer y que lo primero que vea fuese su rostro se volvió en algo normal entre nosotros.

Recuerdo que me gustaba quedarme unos minutos mirándolo dormir, porque en esos minutos yo planeaba muchas cosas a su lado, planeaba un futuro junto al que sería mi esposo para ese entonces, pero luego las cosas se arruinaron y cuando estuve en parís solo quería que todos los recuerdos que tenia de Inuyasha fuesen borrados de mi mente. Porque esos planes a futuro seguían grabados en mi mente y dolían a cada día.

—¿Está mala?—su pregunta me saca de mis pensamientos y giro el rostro a mirarlo.

—Está deliciosa—susurro volviendo a tomar de lo que preparó suavemente.

—Mamá me invitó a cenar, ¿quieres ir?—pregunta metiéndose un pedazo de pan a la boca.

—Uhm... si me siento bien cuando llegue la hora vamos, pero debo pasar por algo de ropa—él asiente y cuando termina yo aún tengo sopa en mi taza. Siento a Inuyasha movilizarse a mi espalda para luego sentir la calidez de su cuerpo contra el mío cuando me abraza pegando mi espalda a su pecho.

—¿Por qué me gustan tanto Higurashi?—cuestiona en tono bajo y reparte besos en mi cuello.

—Despégate, estas sudado, que asco—él se ríe con el rostro aun en mi cuello.

—Pero eso no parece importarte cuando te fo...

—Cállate—lo corto antes de que termina la oración. Me muevo para girarme y quedar frente a esos ojos dorados que por tanto tiempo me han mantenido cautiva—¿solo piensas en follar?—cuestiono con intriga.

Travieso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora