Capítulo 13

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Amores de mi vida, miren que alma buena soy trayéndoles un capítulo hoy. Espero que lo disfruten y me dejen un montón de comentarios. Porque, aunque a veces no responda los comentarios, los veo todos.

Ahora si, disfruten.





Sango sonríe de una manera que me hace saber que no perdí el tiempo en cada tienda de bebé que encontré. Saca las pequeñas prendas y me asusto un poco cuando sus ojos se llenan de lágrimas y luego gira a mirarme como si le he dado el regalo más preciado que le han dado en la vida. Realmente me siento emocionada con su embarazo, Sango es mi mejor amiga, pero Miroku es como un hermano para mí y la emoción de saber que su primer hijo viene del vientre de tan magnifica mujer no puede hacerme más feliz.

Quiero que al bebé no le falte nada, que tenga todo lo que un día yo no tuve, más allá de lo material quiero darle amor, cariño, comprensión, calor familiar. Sé que nada de eso le faltará porque Miroku es muy amoroso y Sango igual. Ese bebé será bendecido con unos padres esplendidos, de quienes nunca le faltará nada.

Sigo mirando la manera en la que Sango parece querer llorar, antes de que lo haga. Lagrimas comienzan a rodar por sus mejillas y yo me alarmo cuando las lágrimas se convierten en pequeños sollozos que comienzan a tomar fuerza. Me acerco a ella sin saber que hacer antes de que Miroku aparezca con apenas en pantalón puesto y la cremallera abajo. Él mira a Sango antes de arrodillarse frente a ella tomando su rostro entre sus manos.

—¿Qué sucede? ¿te duele algo? ¿tenemos que ir al hospital?—pregunta alarmado y Sango lo mira antes de sonreír en medio de las lágrimas. Miroku estaba tomando una ducha porque estoy en el apartamento de los tortolos justo ahora.

Entiendo la preocupación de Miroku, el doctor les advirtió que el primer trimestre para la madre es una zona de riesgo, es por eso que ambos están tratando de ser lo más cuidadosos posibles, también es la razón por la cual a mí me llegó una amenaza de muerte y Sango no lo sabe. Tanto Miroku como yo la tenemos alejada de todo lo que sucede, no queremos que se altere y que ocurra algo tan horrible como un posible aborto, la idea de que Sango pierda al bebé me tiene preocupada, es por eso que contraté guardaespaldas para ella sin que lo sepa, quiero que la cuiden en todo momento y más ahora donde parece que tenemos que tener ojos en todas partes.

—No, solo que Kag me ha dado el primer regalo de nuestro o nuestra pequeñín—señala todas las bolsas que hay en la mesa.

—Vaya, pero... ¿acaso asaltaste una tienda?—pregunta Miroku levantándose para tomar una de las bolsas y sacar lo que hay dentro con una enorme sonrisa—a este paso Sango y yo no necesitaremos comprar nada, tía Kagome se hará cargo—bromea haciéndome reír—gracias Kag—él se acerca y besa mi frente con afecto.

—Cuidado con esas cinco bolsas, son para Daiki—comento sonriendo—¿ya lo conocieron? Es un niño muy tierno—Sango sonríe divertida.

—Kikyo y yo hemos hablado algunas veces, es realmente una buena amiga—comenta Sango mirándome—me alegra que al fin puedan retomar su amistad, estoy feliz por ti caramelito—niego con una sonrisa, hace tiempo que Sango no me llamaba por ese apodo.

—Por cierto, mañana es la fiesta de caridad de los Higurashi, ¿quieren ir?—pregunto tomando una fresa que Sango trajo.

—Me encantaría acompañarte, pero mi hermano cumple años mañana, iré a verlo—ella sonríe—y como Miroku parece una sanguijuela pegado a mí de seguro me sigue—ella rueda los ojos como si eso fuese un total fastidio.

Travieso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora