Le decían Tarántula porque con su telaraña atrapaba los sueños de sus víctimas. No leía la mano, pero sí interpretaba lo que sucedía en la mente de otros mientras dormían. Una de las mujeres de Don Pascual, un narcotraficante popular de Sinaloa, supo que ella llegó a Culiacán, la vieron en la capilla de Malverde y le pasaron el recado.
Tarántula lucía un ligero vestido con estampado floral, zapatillas de tacón bajo color miel y unos lentes blancos a la Marylin Monroe, que hacía contraste con sus tres lunares en el cachete izquierdo. Un Uber la dejó en la capilla alrededor de la tres de la tarde, el calor daba latigazos de aire seco que tundían la espalda, ella corrió con suerte porque al pequeño velatorio le instalaron un aire acondicionado recientemente. Tarántula no iba a rezar, sólo quería conocer al personaje que le estaba quitando trabajitos. Ni cuenta se dio la dama cuando varias camionetas se estacionaron afuera de la capilla, un ligero levantón bastó para sacarla de ahí y llevarla hasta el narcotraficante de soberana barriga, cabello blanco que un día fue güero, ojos azules aun radiantes y manos recias para el trabajo duro. En ese momento Don Pascual desayunaba huevos con chilorio, fruta de temporada y camarones rancheros.
— A ver chiquita, un pajarito me contó lo que tú haces, tengo un chingado sueño que no puedo quitarme de encima. Mi mujer está chingue y chingue pa'que me espantes los pinches fantasmas; hora pues cómo le hacemos plebe.
A la Tarántula le vino un asco que no pudo ocultar, una masa hedionda de aire entró por sus fosas nasales como si trajera odio contra el mundo y quisiera hacerlos explotar en una lluvia de huevos podridos. Don Pascual no recordó que, anteriormente, ya había hablado vía telefónica con la mujer, eso le dio cierta ventaja a ella.
— ¡AY MIJA PERDÓN! —gritó apenado el narco —es que a esta edad ya los pinches pedos se salen solos. ¡Perra chochina!
Don Pascual golpeó con su bastón a La Chata, la mascota de la familia, una hermosa pero senil Huskie Siberiana, como si eso hubiera ocultado que el enfermo era otro.
— A usted lo necesito en ayuno, con ese comidal que dio no puedo trabajar, mañana lo haremos antes de desayunar —recomendó la mujer.
Al narco no le quedó otra más que aceptar la orden de la mujer después del bochornoso percance. Los sicarios de Don Pascual pasearon a La Tarántula por Culiacán dándole el narcotour actualizado, visitaron el lugar donde detuvieron a Ovidio Guzmán, hijo de Joaquín Guzmán Loera alias "El Chapo"; el estacionamiento del centro comercial donde asesinaron al "Chapito"; después de comprarse unos Tosti Esquites (Tostitos con Elote, crema, queso oreado, mayonesa, chile, limón y sal) visitaron el cementerio Jardines del Humaya donde conoció los mausoleos que los narcos construyeron en memoria de sus difuntos. El día terminó en la Bahía de Nuevo Altata donde comieron Aguachile de camarón, callos de hacha y pescado zarandeado.
A la mañana siguiente, Don Pascual se bañó con agua fría que le espantó el sueño, su mujer seguía dormida porque hasta las once de la mañana tenía cita con la dermatóloga para quitarle el bigote con una nueva pistola láser que llegó desde Alemania
En otra habitación Tarántula hacía lo mismo, daba los buenos días al espejo, se preparó mentalmente a fin de hacer el mejor trabajo cobrando un cheque gordo como la panza de quien lo firmaría. Salió de su cuarto y bajó las escaleras de mármol de la lujosa mansión en Las Quintas, donde su cliente la esperó en el estudio. Don Pascual se recostó sobre un cómodo sillón donde cupo su humanidad. Tarántula solo dio una instrucción al capo —no se asuste pase lo que pase —dijo. Tres de sus matones rodearon el sillón, atentos a los movimientos de la mujer.
— Cierre los ojos señor y respire profundo, ordenó la exótica mujer —cuente en voz alta del número veinte hacia atrás.
Y la cuenta regresiva comenzó en 20, 19, 18, Tarántula sacó su bolso púrpura, 17, 16, 15, extrajo una pequeña bombonera color plata con un ámbar incrustado en la tapa, 14, 13, 12, con sus dedos índice y pulgar tomó el polvo azul de su accesorio, 11, 10, 9, susurró a la cara del capo:
Emmène-moi dans tes rêves, ouvre les yeux
Llévame a tus sueños, abre tus ojos
La cuenta iba en 8, 7, 6, con el soplo de sus labios levantó una densa neblina azul que envolvía la cabeza de Don Pascual, 5, 4, 3, Tarántula sacó la cabeza disecada con su mano izquierda y la puso frente a la cara del narco casi inconsciente, 2, 1, Boris abrió los ojos y comenzó el sueño.
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Por la ciudad en alas de ángel
Mystery / ThrillerCrímenes de odio contra la Comunidad LGBTTTIQ, secuestros, asesinatos y rituales satánicos encierran la novela. Con un lenguaje soez sobre una historia cruda y políticamente incorrecta, el Detective Walfredo Roldán carga un pasado atroz, no le impo...