LA BESTIA

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— Ese golpe lo dejó pendejo —lamentó el detective Walfredo Rondán.

— ¿Seguro que no se murió? —preguntó Tuna preocupada.

— No Tuna, ya va a despertar.

El asesino de Martín Caballero y los cinco turistas estaba atado a una silla de pies a cabeza en un lugar desconocido. Tomatito y Tamarindo llegaron a la zona cero a bordo de una avioneta comercial.

— ¡SUÉLTAME PUTA ARRABALERA! —gritaba frenético el borracho.

— A ver, pajarito, cantas o te mueres —amenazó Tuna al homicida con un apretón de huevos.

— ¡AAAAY! —le escupió en la cara a la mujer.

— Capitán, lo vamos a hacer a mi manera.

— Adelante agente —autorizó el jefe.

Tuna se arrodilló sobre el sujeto sin quitarle la vista de los ojos, ella bajó su mirada a la entrepierna del hombre mientras sus manos extraían un flácido pene apestoso a sudor y orines con rastros de esmegma en el prepucio. La dama abrió la boca engulléndose el miembro viril del borracho que blanqueó los ojos al sentir la humedad de la cuenca bucal y lo tibio de aquella garganta. Entre los miembros del grupo a Tuna se le conocía por su arrojo y valentía, pero corría el rumor, fuera de su equipo de trabajo, que la tortura encendía su excitación a límites monstruosos. Tamarindo tenía un maletín blanco sobre la cama, ella le hizo una seña con su mano derecha para que la dejaran terminar. El pene del borracho crecía en la boca de la mujer mientras lo tragaba hasta ahogarse de placer. Tuna parecía disfrutarlo, metió la mano bajo su pantaleta hasta alcanzar el clítoris que lo movía tan rápido como una diminuta pera de boxeo, sólo así podía ser cruel con sus víctimas, hasta que se perdía en el hedonismo.

— ¡Ay mamita! Así chúpala, ya mero me voy a venir. ¡UUY! Sí, así usa los dientes perrita, muerde tu salchicha, ay, ay, oye pérate, pérate ¡PÉRATEEEEEEEEEE! ¡AAAAAAAAAAAAY!

En este punto la escena quedó en silencio. Imagínelo así. Los ojos de sus compañeros se desorbitaron, cada pestañeo de ellos parecía durar más de un minuto. Bajo el escote de Tuna caían borbotones de sangre, después ocurrió el derrame caudaloso de lágrimas perdidas entre plaquetas, glóbulos rojos y un amargo sabor a hierro en la boca de la dama, que escupió el pene de su víctima como si fuera un chicle sin azúcar ni color. Apenas Tuna movía su cabeza, dejaba ver un par de colmillos que emanaron de su mandíbula superior. El iris de sus ojos reducía su tamaño poco a poco, las cuerdas bocales de Tuna habían engrosado. Por un instante apareció la bestia, el demonio ninfómano que aguardaba su expulsión a la más mínima provocación de lujuria. El gruñido animal de una criatura, que repta sobre su presa herida a muerte, regresó a todo el equipo a su realidad. La escena de la mordida tan sólo duró cinco segundos, hasta que la mujer recobró la calma, levantó la cabeza y abandonó a sus compañeros un momento.

Con los gritos de dolor torturando los oídos de Tamarindo, este cauterizó la herida del pobre asesino que ahora parecía un muñeco Ken, con la entrepierna lisa.

— ¡Habla o siguen los huevos cabrón! —le advirtió el Capitán Infierno, todavía sorprendido por el acto de su compañera. —Le pelan la verga los tehuacanazos con chile a esta pinche vieja —pensó en su mente el detective.

— Está bien, está bien —aulló el asesino —un sujeto me contactó por Facebook, me dijo que tenía un trabajito fácil para mí. Era echarse a unos pendejos y armar un videíto para el internet.

— ¡QUIÉN TE CONTRATÓ! —gritó Rondán exaltado por toda la información que su cerebro debía procesar en ese momento.

— No lo sé, todo lo hicimos por el chat de Facebook, nunca hubo un encuentro personal, la cuenta que me contactó se llama Kaiju. Me hizo el depósito de la lana que acordamos antes de que hiciera el jale.

— A ver Tomate busca tarjetas en su cartera.

Tiene una de saldazodel Oxxo —el agente informático rastreó la ruta del dinero —El asesinointelectual está en Mazatlán, el sistema sigue operando, 25 por ciento dealcance, 45, 70, 84, ya voy a dar con la ubicación de la cuenta...

FALLA EN EL SISTEMA. DISCULPE LAS MOLESTIAS.

CONSULTE A SU PROVEDOR DE INTERNET

— ¡AAAAH NO MAMES! Pinche internet. Chinga tu madre Slim. Valiendo camote, pinches máquinas culeras.

— Vámonos muchachos alarmó Infierno a su equipo. Tenemos que llevarle este regalito al Gober pero antes pónganle una prótesis para que se la jale en la cárcel.

Por la ciudad en alas de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora