EL DIABLO LLEVA VENTAJA

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El Procurador de Justicia de Sinaloa y el Gobernador recibieron su regalo. Walfredo regresó a Mazatlán para informar a Raúl Paredes sobre lo que había pasado. Se vieron en el Museo Arqueológico. Al agente siempre le gusta llegar con tiempo a sus citas, se adelantó 30 minutos, ingresó a la oficina de Raúl y tomó asiento tranquilo. Una pequeña caja de madera le llamó la atención, pensó que adentró habría un esqueleto de mamut en miniatura como el que actualmente se exhibe en el museo, en su lugar encontró un bulto extraño envuelto en terciopelo negro. Desde atrás de la escena, Paredes vio que el agente cerró la caja de madera y lo abordó con naturalidad.

— Detective una disculpa, no quería hacerlo esperar, tuve que atender a una mujer muy impaciente por entrar a ver la exposición de cabezas disecadas que nos llegaron de Sumatra, pero le dije que la sala está en remodelación.

Beep beep, beep beep, se escuchó el pitido de un celular, era una llamada entrante para el agente.

— Aquí Walfredo.

— Detective le tengo noticias del laboratorio forense, tenemos el resultado de balística, el experto en filamentos y microfibras comprobó que la telaraña que cubría a la bala que mató a Martín Caballero tenía terciopelo negro.

El agente Rondán miró a Paredes que sudaba de manera profusa, quizá podría escuchar la voz al otro lado de la línea telefónica.

— ¿Estás seguro? —preguntó el detective.

— Sí al 100 por ciento respondió el agente del servicio médico forense.

— Bien, luego te mando otro regalito — colgó la llamada. —Señor Paredes acompáñeme al Ministerio Público, ahí platicaremos con más calma pero antes necesito que me preste todas sus tarjetas de crédito.

El hombre las sacó de su billetera para entregárselas. El detective las fotografió con su teléfono celular y se las entregó a su dueño. Mandó un mensaje de Whatsapp a Tomatito ordenándole rastrear los movimientos hechos en los últimos seis meses. Antes de irse al MP, el detective se topó con una mujer afuera del museo.

— Oiga usted luce tenso, relájese, todavía no viene lo bueno —le vaticinó Tarántula al detective Walfredo Rondán.

— ¿Qué dice señora? —el agente se quedó perplejo.

— Mis amigos me dicen bruja, mis clientes me llaman Tarántula, se va a cagar cuando encuentre lo que busca.

Y la mujer se despidió de beso sin esperarlo el agente.

— ¡Oiga señorita! —gritó Walfredo —Se le cayó su boleto de avión.

— Ah déjelo así, ya no ocupo viajar a Tijuana pues aquí encontré lo que quería. Nos vemos en Noruega, guapo.

— ¿Noruega? Esa mujer está loca, pero de dónde la conozco. —se preguntó el operador de Hell Doves.

Después de ese incidente, el Detective le dijo a Raúl que subiera al auto y lo esperara un momento, él regresó a la oficina del museo y tomó consigo el objeto que tenía Paredes en la caja de madera. Minutos más tarde, arribaron al Ministerio Público, Paredes estuvo en un pequeño cuarto esperando al detective que saliera de otra oficina, así pasaron cuarenta minutos entre galletas y café. El agente salió de su privado para encontrarse con el viudo de Martín, por la cara de éste no habría buenas noticias a continuación.

— Señor Raúl Paredes es mi deber informarle que detuvimos al asesino material de su esposo y los cinco turistas. También lamento decirle que usted purgará una larga condena en prisión porque hemos descubierto que sus tarjetas de crédito financiaron los recursos para los homicidios convirtiéndolo en el asesino intelectual. Queda usted detenido por participar en la muerte de estas personas.

— ¡ESO NO ES CIERTO! —chilló Raúl con coraje encendido. —Es mentira. Quieren quitarme a mi hijo, por favor no.

— El arma que había en su escritorio y las balas coinciden con las ojivas encontradas en el cuerpo de Martín.

— Pero esa pistola la compré por protección ¡POR PROTECCIÓN! ¡Por favor créame!

— Espero que tenga un abogado señor. Buenas tardes.

El agente abandonó la habitación.

Por la ciudad en alas de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora