ALMA DE HIERRO

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Joaquín Hernández aparcó su bicicleta afuera de los búngalos. Tocó la puerta del número siete donde apareció Walfredo Roldán que no podía ocultar los efectos de la resaca.

— Le dije a Doña Ana que te prepara una mojarra frita con chilaquiles, eso te va a reanimar. ¿Cuándo te vas a la Ciudad de México?

— Mañana.

— Ok, si puedes pásate a Bellas Artes, le harán un homenaje de cuerpo presente a Dámaso Murua. Ah, veo que tienes visitas, bueno te dejo para que desayunes. Bonita guayabera amigo —dijo Joaquín al sujeto que estaba con el detective cuando se despidió.

La conversación entre Roldán y el hombre de la guayabera blanca rozó en el límite del hastío y el autoritarismo. Por un lado, un personaje es totalmente ajeno e inmune a los sentimientos de terceros, menos es capaz de expresar amor o afecto hacia alguien más; su puesto demanda ser cruel en toda la expresión de la palabra. El otro, finge ser indiferente a las emociones, descuida la coraza que levantó alrededor de su corazón cuando decidió aceptar el puesto, pero ser, humano, es más difícil que regresar demonios al infierno.

— Hasta aquí tienes amigos eh. El tiempo te hizo blando muchacho —expresó el hombre de guayabera blanca.

— Blando tienes el culo Pacho —contestó Walfredo.

— Calla, calla, no digas algo de lo que puedas arrepentirte, así son las cosas y lo sabes desde que ingresaste a Hell Doves. A tu cuenta en Suiza se depositaron 25 millones de dólares, nadie gana ese dinero ni el PG ni Donald Trump. Jamás debes olvidar que nosotros estamos de paso. Me quitaste de encima al Cardenal Blanchel, era un alhuate en el culo. Un demonio menos en la tierra del Señor.

— ¡PERO ERA UN NIÑO!

— Y le hicieron un bonito funeral. Sus cenizas descansan en un hermoso nicho de la iglesia San Carlos Borremeo. La prensa se creyó la historia de que secuestraron al niño y vendieron sus órganos. Agarramos un niño de la calle y pues lo demás ya te la subes. Puros trámites. No todo está perdido, recuerdas esos mensajes de texto que encontraron en el celular del chamaco, bueno, el equipo de Lenguas descubrió que fueron escritos en idioma Yoreme. ¿Quieres saber qué dicen? El primero dice así:

Amo a mi familia con todo el corazón, sin ellos sería un fracaso,

todo se lo debo al inmenso amor que me tienen. Te amo papá, te amo.

— Lo increíble Walfredo, de todo esto, es que el niño llegó a tener momentos de lucidez. ¿Puedes creerlo? El demonio no era capaz de adivinar estos pensamientos y frenarlo, el otro mensaje decía:

Ayer me dijeron en la escuela que mi papá era gay,

yo les dije que no era cierto, que era ingeniero.

— Qué horror. Ni siquiera el mocoso sabía que su papá era maricón, ósea vivía con dos hombres y no tenía la suficiente malicia para darse cuenta de eso.

Cuando voy a Misa con mis papás, todos miran hacia abajo,

pero yo a Dios lo veo hacia abajo.

— Aquí deducimos que el Demonio ya tenía control completo del niño, al resistirse a adorar la imagen divina y retarlo con la mirada.

Dicen que el amor puede con todo

pero a mí me está costando perder

a mis papás.

— Llegó un momento en que esto nos emocionó, cuando revisamos el teléfono era como una novela dominguera pero esta, fue la perlita dorada.

Me mataron a mi papá y me secuestraron a mi papá

¿Qué va a ser de mí? Ya no tengo a mis papás.

— Todos los mensajes fueron enviados a un mismo número de la Ciudad de México. Lo curioso es que no sabemos quién es porque el destinatario es un teléfono público en la zona de Coyoacán. ¿Cómo transforma el mensaje de texto a audio? Yo no lo sé. Sólo hubo un mensaje que no alcanzó a enviar porque ya no tenía saldo, se quedó en la carpeta de borradores, precisamente unas horas antes de que tú lo encontraras en el Museo Arqueológico.

Me estoy convirtiendo en lo que la sociedad quiere,

pero yo no quiero una mamá, yo quiero a mis papás;

regrésenmelos, ya es muy tarde para mí. Me estoy

convirtiendo en lo que la sociedad quiere y

en lo que ellos detestan.

— Un monstruo, Walfredo. Eso iba a ser el chico, la conexión con el demonio quizá le hizo ver su futuro, se convertiría en un asesino serial, un fanático de Satanás, no sé, algo. Si descubrimos con quién tenía comunicación quizá encontremos una red de conspiración maligna o, simplemente, es alguien con quien se desahogó.

— ¡NO PUEDO CON ESTO! —hervía a sollozos Walfredo.

— Espera. ¿Te acuerdas cuando te comenté mi teoría del crimen pasional? Bueno, al tipo que le amputaron el pene, le encontraron en su domicilio varias cartas de amor que él firmó bajo un seudónimo, Fedro. Se enamoró de un cabrón en Mazatlán que lo botó por una mujer. Fue tanto su enojo que le agarró tirria a los homosexuales. Literal, destruía a los de su propia especie no sin antes escabecharse a Martín, su primer amor. No estamos seguros, pero quizá, la dama en cuestión, sea la madre del niño, es una teoría nada más. Esas cartas fueron la descarga de coraje que él necesitó para matarlo. Todo se juntó. ¿Qué curioso no? Aparte, el muy cínico, antes de cometer el crimen, asistió a un taller de narrativa llamado "La nave de los sueños", no sé por qué me acordé de José José, jajaja, bueno, la encargada, una señora llamada Melly Peraza, dijo que le sorprendió el sentimiento que evocó en sus cartas, parecían como una alarma de auxilio. La entrevistó mi gente en un cafecito, no hubo necesidad de meter fuerza, cooperó con el interrogatorio. Tenemos un asesino con aires de escritor. Martín está muerto, eso ya lo sabemos, no hay manera de confirmar esto que te cuento, pero lo damos por hecho, se lee más bonito en los expedientes. Le preguntamos al tipo si las cartas eran realmente para Martín, él alegó que sí, luego se retractó, es un desmadre pero son pruebas sólidas. Lo del buzón fue idea nuestra, queríamos meter algo de ruido al asunto.

— Voy a renunciar, es definitivo.

— Mira Walfi debes superar la muerte de tu hija de una vez por todas. Dudaste por un minuto en matar al niño y eso pudo haber sido un error irreparable. Por cierto, vas a tener que posponer tu viaje al Vaticano, el Ritual Tremanza con Monseñor Hall Pellier va a esperar.

Acto siguiente. El hombre de la guayabera blanca coloca sobre la mesa un frasco de cristal con polvo blanco que dice "Recuerdo de Noruega".

— ¿Qué hay en Noruega Pacho? —preguntó sereno el Capitán Infierno, sabedor de que vendría otro reto.

— Trolls.

Fin.

Continuará.

Hell Doves: El Palomar de Susana.

Por la ciudad en alas de ángelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora