La muerte de Martín Caballero produjo muchas reacciones en su círculo social, en el ambiente de trabajo y a nivel nacional porque fue un atentado contra los Derechos Humanos. El hecho de ser homosexual y policía se convirtió en un binomio volátil que podría explotarle a cualquiera en la cara.
De los documentos recabados durante la investigación, destacó una serie de cartas escritas a mano, que fueron dejadas en el buzón del escritorio de Caballero, cada policía tenía a su cargo un cajón donde recibía quejas o sugerencias. Martín recibía muchas misivas, la mayoría de personas agradecidas con su trabajo, como adultas mayores, choferes del transporte público y activistas de distintos movimientos sociales.
Los agentes del Ministerio Público que se encargaron del caso, no tomaron en cuenta las cartas. No les pareció un elemento de investigación importante. Solo se limitaron a escanear los documentos y archivarlos en la carpeta de investigación.
Cuando tuvimos acceso a ellas, a través del portal de Información Pública, nos dimos cuenta que la redacción de las misivas tenían elementos ocultos, que podrían ayudar a descubrir quién era el asesino de Martín Caballero.
Un dato curioso: Lo cursi no quita lo culero.
Lars Convint.
En algún lugar de Noruega.
Enero 2022.
PRIMERA CARTA
Tu muerte alumbró el ruido del silencio. Pisaste descalzo el patio de mi emaciada alma hasta convertirte en una erisipela a flor de piel.
Nuestro amor de canonjía se volcó al placer de la devoción. Era tu existencia bucólica la que me conquistó, siempre libre, libre siempre en poder de tus pasos obligado a reconocerte por el tacto calloso. Extraño ese tierno mirar, aleteo de pestañas como el crujido de una tafeta que fluye y vuelve a la calma. Ya no hay luces dispersas que se trencen en tus ojos de creciente espumosa como las olas del mar.
¡Ay Martín! Por qué te pasó a ti, tu camión ya no suelta el humo insano de su prisa. Quedó a la deriva de otro chofer, perdiste la concesión del coloso rodante ausente de su conductor, el volante extraña tus manos de tezontle, los pasajeros te veían como gárgola de arenisca, un príncipe yo contemplé.
Es difícil estar sin ti, en cada hombre parecido a ti se agolpaba un silencio ensordecedor. Jamás me arrepentí de conocerte aun en los momentos en que fuiste un espejo terrible, una espantosa máquina de repeticiones. Para verte como yo quería era necesario empezar por cerrar los ojos, esa emulsión estriada dónde corrían los muertos a cualquier hotel, a cualquier almohada, salíamos de noche sin propósito fijo como los matadores de brújulas.
Tú rompiste mi puente con solo cruzarlo, primero hacíamos el amor con un virtuosismo despegado y crítico, después derramaste tu constelación de estrellas sobre mi boca, la vía láctea escurría entre el pliegue de mis labios inertes, éramos imán y limadura, ataque y defensa, pelota y pared.
¡Ay Martín!, Qué serán mis días sin ti, conocí el insomnio porque te llevaste mis noches. En todo acto había la admisión de una carencia, el misterio de tu vida empezaba precisamente con la explicación. ¿Y qué otra cosa se podía hacer con ese sucio tiempo? Solo coger, rozar nuestros marfiles de ébano como batacas en son de guerra, yo hacía tierra y tú eras la luz. Esa instantánea muerte es bella, la verdadera luz negra sin pasaporte.
Ahora camino trillado sobre un pozo oscuro con la promesa de no ser de sí ser de no ser, no quiero perderme en los sones de nenúfares ardientes donde un vaho desconcertante rellena mi vacío rincón. Martín tu esencia existirá en mi intemporal interior mientras se agite la pálida lumbre en la costura desclavada de mi alma.
La sesión con la sicóloga me ayudó a pensarte sin pensar, a despedirme sin extrañar, pero a quién le digo adiós si no encontré a quien llorarle. ¿Por qué lo hiciste Martín? Las cuerdas locuras del hombre destructor de tabúes me inspiraron a enamorarme de ti. Le papillon qui vole sans ailes sur le désert de tes étoiles.
Tú eras verde, yo gris. Todo es tan terso que mis lágrimas se sublevan, escalo el viento en la fuente del tormento donde encuentro la máscara del infinito y rompo el muro de tus sueños sin despertar. Y aquí estoy, escribiéndote una carta, baila pensamiento en la cuerda de mi sonrisa, mi sola y aterida sangre percute en el mundo.
Te dejo mi subrepticio anhelo de vivir, pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan. Querías que consiguiera trabajo, ya lo hice, fui a una entrevista al hostal que me recomendaste, la señora que me atendió fue amable conmigo, de inmediato me contrató, seré mozo de cocina, tengo que salir adelante, no buscar excusas para avivar el vuelo de los ángeles bellos como cuchillos que se elevan en la noche y devastan la esperanza.
Mañana será mi primer día de trabajo, ¡Ay Martín! Tú que cantaste todas mis muertes en la cama, poco sé de la noche, pero la noche parecía saber de mí. Soledad, tú deberías tener alas y huir del nido de mi vida, pero otros prefieren mutilarte las alas a sangre fría para no volar más.
Atentamente Fedro.
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Por la ciudad en alas de ángel
Tajemnica / ThrillerCrímenes de odio contra la Comunidad LGBTTTIQ, secuestros, asesinatos y rituales satánicos encierran la novela. Con un lenguaje soez sobre una historia cruda y políticamente incorrecta, el Detective Walfredo Roldán carga un pasado atroz, no le impo...