Capítulo 3

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—¡dispara! Cae al suelo y gira usando tu peso a favor, ¡levántate y vuelve a disparar! —gritó el entrenador en jefe.

—¡el tiro y puntería fue perfecto! Detente y descansa. Dijo para después llevarle agua en una botella.

El príncipe Kim Namjoon X había cumplido 10 años; a pesar de su corta edad su agilidad en las armas era desconcertante, así como sus prácticas en pelea cuerpo a cuerpo.

Sus entrenadores lo elogiaban con gran admiración; sus profesores también se asombraban de su mente rápida y lógica.

Era un niño dulce y juguetón, su sonrisa de hoyuelos atraía a todos los que le servían, estos eran felices teniendolo a su lado.

Un aroma leve similar al de su padre lo envolvía, solo su madre era capaz de sentirlo, para la reina Omega era más que obvio, su hijo pronto sería un gran alfa.

—primito, ¿quieres jugar conmigo en la terraza más tarde?— Preguntó Namjoon.

—si primo, ¡jugaremos a las cartas!— Respondió el otro niño de edad similar.

—Se le dice "príncipe Kim" no primo, joven Jimin. Dijo el guardia que los vigilaba.

—Su Majestad, usted debe dirigirse a él como "próximo primer ministro" dijo el hombre dirigiéndose a Nam.

Aquellos niños agacharon la cabeza, viéndose y sonriendo con complicidad, acto seguido huyeron del hombre en cuestión y se fueron a jugar.

—hijo, me han dicho que te escapaste con el hijo del primer ministro, sabes que eso no me gusta. Dijo la reina Omega cuando Namjoon volvió al palacio.

—Déjame mamá, quería  divertirme— dijo con pesar.

El primer ministro observaba molesto desde lejos, “mi hijo Jimin es una decepción”

Al llegar a casa, el primer ministro se dirigió a su hijo, sin razón lo llevó a rastras por el corredor hacia su habitación.

—¿cuántas veces te he dicho que no juegues con el príncipe? Debes someterlo, debes ser cruel a escondidas, un día serás como yo, un segundón sin poder por ser tan blando y debil.

—padre, no soy débil, soy tan fuerte como él en el combate, es mi primo y mi único amigo, yo lo quiero mucho, ¿por qué debería ser malo?

El primer ministro lo tiró sobre la cama mientras Jimin lloraba, golpeandolo repetidas veces con un cinto por todo el cuerpo.

—te alimentaras por la mañana, dijo colocando llave a la habitación.

Jimin no comprendía porque debía ser malo, el quería mucho a su primo, su momento más feliz del día era cuando estudiaban y entrenaban juntos; odiaba estar en su casa, y por obvias razones había empezado a odiar a su padre.

Por otro lado Seokjin asistía día a día a la casa del anciano Alfa en jefe, su cambio había sido drástico.

Aprendió rápidamente a hacer soldaduras, pero aquel hombre le enseñó otras cosas.

—estos planos de construcción son de herramientas, cosas y casas que ya no existen pero existieron— dijo el anciano.

—¿aún se pueden usar? Dijo Jin emocionado.

—son prohibidas, funcionan perfectamente pero nadie sabe cómo hacerlo, solo nosotros.

También aprendió cierta ciencia al cocinar platillos absurdos de alimentos  extraños.
Le enseñó a leer y a escribir, le enseñó matemática simple de primaria.

Sin embargo lo que más amaba era la última hora de su visita con el alfa en jefe.

—¿las plantas se comían? Dijo Seokjin asombrado, había aprendido mucho sobre historia del pasado lejano antes de la guerra nuclear; había aprendido sobre la flora y fauna del planeta.

—habla bajo querido mio, dijo el anciano, —sabes que todo esto es prohibido, moriríamos si alguien lo sabe y nos descubre.

Aquello era cierto, nadie hablaba de animales y flora salvaje, aquello causaba terror en todo habitante de la ciudad, otros creían que eran leyendas y mitos; porque aquella ciudad no contenía más flora que el pasto, así como su fauna se reducía a pequeñas aves y algunos insectos.

El campo de fuerza que protegía la ciudad era suficiente para que ningún otro ser vivo llegara a su interior.

Dos años había pasado Seokjin con aquel anciano y se sentía feliz de ser diferente al resto, lo amaba mucho, era su lugar seguro lejos de su violento hogar.

Cada día que Seokjin tenía problemas, aquel alfa anciano lo resguardaba y cuidaba como suyo.

El día de su cumpleaños número 10 Kim Seokjin recibió su primer regalo de parte de su padre, al levantarse una caja de herramientas de avanzada tecnología le esperaba en la puerta de su pequeña habitación.

—es para tu trabajo como herrero, es la tradición, no olvides que cuando cumplas los 15 años reemplazarás mi lugar y buscarás un hogar.
Dijo su padre con seriedad antes de salir dando un portazo.

—¡felicidades mi pequeño hermoso! Dijo su madre Omega acercándose a él abrazándolo.

—gracias mamá, vete antes que regrese y te lastime, ¡anda, vamos, ve a trabajar mamá! en un momento llegaré.

Seokjin se quedó solo en el comedor vacío de su pequeña casa, una lágrima recorrió su mejilla. "¿quiero eso para mi vida?" pensó mientras se limpiaba el rostro.

Aquello lo desalentó durante todo el día, preguntándose por que aprendía tanto si seguiría siendo un herrero; día a día veía como su padre maltrataba a su madre, y como le pegaba a él en el trabajo.

Con pesar observó sus brazos golpeados con moretones y cicatrices, sabía que su espalda estaría igual; siempre era lo mismo; con aquella tristeza profunda partió hacia su trabajo colocando un gorro y un pañuelo al rededor de su boca para ocultar su rostro.

—¿por qué te cubres? ¿Qué ocultas?—gritó un alfa de unos 30 años viéndolo con malicia.

Seokjin corrió con miedo, su rostro era blanco de malas personas que querían aprovecharse de él a pesar de ser aún un niño sin aroma ni casta propia.

Por la tarde al llegar a la casa del anciano otro regalo le esperaba.

—bienvenido pequeño Jin, antes que nada quiero felicitarte, eres un niño especial e inteligente.—esto es para ti, seguramente te hará feliz.

Seokjin agarró aquella caja que el anciano le ofrecía abriendola con impaciencia, en su interior pudo observar un equipo completo de pintura, lienzos pequeños, lápices y pinceles.

—antes de la guerra, las personas solían plasmar lo que sentían o los objetos, personas, animales y cosas que les hacían sentir cosas; habían lugares donde se resguardaban todas las pinturas más hermosas.—dijo el anciano.

Seokjin lo abrazó con fuerza.—el mejor regalo que la vida me ha dado es que tu existas, eres más que un amigo para mí, eres como ese padre que soñé tener.

El anciano sonrió con ojos llorosos,—gracias por el abrazo querido mío, si mi hijo aun viviera estaría orgulloso de ti.

—pero continúa viendo tu regalo, hay algo más ahí.

Seokjin siguió revisando aquella caja, encontrando algunos libros sobre construcción, vida salvaje y reglas de supervivencia.

—no espero que puedas aplicarlo, dijo el anciano—pero si un día te sirve esto, estaré más que feliz.

—gracias mi querido Alfa en jefe, me haces muy feliz, pero no veo como podría servirme esto si seré siempre un herrero. Dijo Jin en un tono triste.

—jamás olvides que un hombre prisionero, es aquel que mantiene prisionera su mente, aunque estés aquí, el conocimiento te hará libre.

Ambos se fundieron en un nuevo abrazo, aquello había sido lo mejor del día.

Dejaré aquí mi regalo, cuando venga podré usarlo, dijo Jin mientras se despedía con una enorme sonrisa.

Serendipia (Namjin Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora