Capítulo 17

317 53 0
                                    

—ven, siéntate, dijo el Omega sin levantar la mirada del papel donde escribía, el aroma del alfa le había indicado que había llegado. —estuve pensando en donde podríamos hacer tu casa...

Seokjin levantó la mirada y dejó de hablar al darse cuenta que Nam no estaba frente a él.

—¿Namjoon?

—estoy aquí, dijo el alfa tranquilo detrás de él, —sólo observo lo que haces.

Seokjin se movió inquieto en la silla, las manos del alfa se sostuvieron de la orilla de la mesa, un brazo a cada lado de los suyos; su cabeza estuvo cerca a la del Omega por unos instantes.

—se ve hermoso el diseño, dijo el alfa separándose, dirigiéndose a la silla frente a Jin.

—creo que si es bueno, dijo Jin viendo hacia el suelo, sus mejillas delataron su falta de concentración.

El alfa sonrió, le gustaba hacer eso, el Omega causaba en él tanta ternura que por momentos no tenía control de sus acciones.

—te quería decir que me agrada el terreno donde está la habitación donde estuviste; es amplia y segura, además cerca de ahí hay un lugar hermoso.

Jin recordó el acantilado donde solía ver las noches estrelladas, amaba aquel punto del lugar.

Después de ponerse de acuerdo, comenzaron la ardua tarea de aplicar lo planificado; anduvieron midiendo el lugar, trabajando el suelo donde se fabricarian tres habitaciones en forma de L.

Los días pasaron velozmente, ambos llevaban y traían pequeños bloques que la ciudad desechaba, metal y algunos elementos de alta gama.

La construcción era algo que al alfa no se le daba bien, pero con un maestro como Jin pudo esforzarse y aprender, logrando perseverar en todo aquello.

Esto no pasó desapercibido para el Omega, era una emoción que le embargaba al ver que no se rendía, eso le agradó más; sin embargo no pudo evitar darse cuenta que el alfa sonreía demasiado y se mostraba muy alegre.

—¿cómo te sientes? Preguntó el omega un día al terminar lo que debían hacer.

—¡estoy muy bien, me siento feliz de aprender y ser útil! Dijo el principe con una sonrisa.

Jin no se creyó aquella respuesta, era más que obvio que el alfa se sentía triste, aunque fingiera estar bien, había sentido ciertas feromonas tristes al trabajar.

Una semana y media tardaron en terminar el lugar, era pequeño, caliente y acogedor.

La tarde apenas comenzaba.

—¡finalmente está todo listo! Dijo el Omega muy emocionado.

El alfa se acercó y le dio un abrazo rápido dejando a Jin sin reacciones rápidas.

—todo es gracias a ti, enseñas muy bien, eres inteligente y agil; podría enseñarte a usar las armas empolvadas que tienes en casa como agradecimiento.

—no me gustan las armas, dijo Jin reaccionando de forma tardía después de aquel abrazo robado.

—nunca se sabe cuando puedes necesitar usar alguna. Reafirmó el alfa.

Jin negó ante la idea del alfa y dijo:

—¡celebraremos en el lugar que te dije que está cerca de tu nuevo hogar! Cenaremos ahí hoy.

Jin corrió después de decir aquello, buscó en casa ingredientes y se puso a cocinar y preparar lo que debía llevar a aquel lugar.

Namjoon observaba a Jin más de normal, lo veía tan tranquilo que le contagiaba paz, se le veía feliz en las pequeñas cosas que amaba hacer, eso y su aroma volvían al alfa como un niño en dulcería.

Ambos terminaron de reunir las cosas que necesitaban, Jin lo guió por el camino.

—aún hay sol, ¿quieres cenar temprano hoy? Dijo el alfa observando el clima de la tarde.

—la verdad, no se como hacer una fiesta, nunca he tenido una, así que solo voy a regalarte algo que amo hacer y que nunca lo he compartido con nadie.

Namjoon se sintió conmovido, asintió y no dijo nada más.

Unos minutos más tarde, Jin se detuvo, habían llegado a su destino; frente a ellos había una hilera de árboles frondosos, de ellos colgaban pequeñas botellas viejas, en el suelo habían troncos de árboles simulando sillas y mesas, rodeados de flores rojas, amarillas y blancas. Parecía un jardín de ensueño.

Al fondo de aquello se extendía el cielo con pequeñas nubes, unas montañas lejanas y más hectáreas de bosques; al extremo derecho se veía un punto azul en la lejanía.

—¡este lugar es demasiado hermoso! Me siento en otro planeta. Dijo el alfa embobado en todo lo que veía.

—estas se llaman rosas, los árboles que están en esta fila son sauces; las montañas que ves a lo lejos son el final de la tierra fértil, detrás de ellas no hay nada más que playas y el océano.

—¿océano?

—es agua, en gran cantidad, con animales extraños y peligrosos.

Namjoon pensó en eso un momento, era algo que desconocía totalmente.

Después de hablar unos segundos se sentaron juntos a la orilla del acantilado. Nam se sintió con pánico de estar en aquella orilla y se sostuvo fuerte del brazo del Omega.

—no tengas miedo Nam, yo venía muy seguido aquí por las tardes, solo observa y me comprenderás.

Nam se quedó sentado agarrando el brazo de Jin sin percatarse, Jin demasiado nervioso permitió aquello sin decir nada.

Las nubes se tornaron anaranjadas y amarillas mientras el sol iba cayendo poco a poco, era un atardecer maravilloso.

Se mantuvieron en silencio observando aquel espectáculo, sus cuerpos muy juntos, el brazo de Nam abrazando el brazo de Jin, sus aromas dieron el toque final a aquella vista.

Finalmente el sol se ocultó, la oscuridad comenzó a hacer acto de presencia poco a poco.

—fue precioso, tienes razón de venir aquí seguido, esto es mágico, dijo el alfa soltando el brazo de Jin para ponerse de pie y ayudarlo a levantarse. —gracias chico de mis recuerdos.

Jin observó desconcertado la mano que el alfa le ofrecía para apoyarse y levantarse, —¿de tus recuerdos? Dijo nervioso, tomando la mano para impulsarse.

—si no te agrada, no lo mencionaré más, te dije un día que tu rostro era imposible de olvidar. Dijo el alfa decidido.

—¡me agrada! Dijo poniéndose rojo dando la espalda al alfa para hacer una fogata.

Después se sentaron y comieron un poco, riéndose y hablando de todo un poco.

Serendipia (Namjin Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora