Capítulo 35

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Kim Namjoon se hallaba solo en una casa abandonada, sabiendo que su Omega estaba a salvo se empeñaba en entrenar lo que había aprendido toda su vida en Palacio.

Un guerrero real capaz de utilizar todas las armas.

Su mirada fiera tenía un solo objetivo: su tío.

Pero no se sentía con ira, se sentía en paz, aquello era una ventaja, recordaba las palabras de su padre: "un guerrero con ira ya es perdido antes de dar batalla"

Sus ágiles movimientos imponían su rango, y su fortaleza, su cuerpo denotaba estructura fuerte, nunca fue fácil de vencer.

Mientras esto sucedía la ciudad se hallaba convertida en un caos completo.

—¿viste las pinturas en las paredes? ¡Todo es una mentira! ¡Nos engañaron encerrandonos en la ciudad! Dijo una mujer alfa a sus hermanas.

—¡exacto! No tiene lógica decir que nos protegen cuando nuestros antepasados vivieron en total libertad.

—¡hay que unirnos! Respondieron las demás.

Así había empezado, los grupos de rebeldes Unidos a la causa del líder Jung se habían reunido en la plaza, días después había el doble de personas y finalmente aquella noche no hubo un ciudadano que no formará parte de las protestas.

El primer ministro descansaba en sus aposentos, pensaba de forma incansable su salida; no culpaba a nadie, ni siquiera a su hijo, se sentía como rata acorralada.

La mañana llegó con un sol hermoso, la esperanza llenó los corazones al darse cuenta del día brillante y solemne.

—¡amigos! La hora ha llegado, dijo el líder alfa Jung Hoseok al lado de su Omega Kim Taehyung.

—dispongamos a marchar hacia la plaza, allá nos esperan Jimin y Namjoon, acabemos con esto.

—¡no pararemos hasta vencer! Respondieron.

Las personas esperaban ver al usurpador, abucheaban y silbaban con ironía.

El primer ministro salió a la plaza, poniéndose de pie en un podio.

—la tenacidad de un pueblo es su gente, y su comportamiento el orgullo. Gritó para que todos guardaran silencio.

—el dolor de su condena estruja mi corazón, ¿cómo se atreven a  desafiar lo indesafiable? ¡En esta ciudad hay todo lo necesario! Yo he cargado con cosas que no me correspondían.
—el rey y la reina murieron en un accidente dejándome a su hijo ya perdido; nunca fue apto para gobernar y dejó este mundo para reunirse con ellos; ¿qué quieren que haga? ¿Derribar las paredes y dejarlos ir a morir en la lejanía? Eso no hace un dirigente.

El rostro del primer ministro denotaba tristeza y dolor.

—¡preferiría morir afuera que estar aquí otro día! Gritó un alfa entre el público, las personas siguieron su ejemplo logrando hacer rugir las calles con sus gritos.

—¡silencio! Dijo, pero nadie hizo caso.

Los soldados empezaron a moverse a la orden de su general, abriendo un camino hacia el podio donde se hallaba el primer ministro; el tumulto de alfas, betas y omegas se hizo a un lado con curiosidad de aquella orden.

—¡no exijas más silencio! Dijo un alfa que pasaba por el medio de aquel camino; —¡no te atrevas a abrir ya más tu boca, viejo cobarde y asesino!

Aquel alfa portaba el traje de un guerrero Real, su camisa negra de mangas largas estaba cubierta por una especie de armadura negra con pequeños detalles plateados, similar a un chaleco antibalas; más delgado y más elegante, dejando ver en su pecho la silueta de un pequeño árbol.

Su rostro cubierto dejaba a la vista sus hermosos ojos y sus bellas manos empuñaban un arco y una flecha, un arma que nadie conocía.

—¡no vengo a retarte! No me gustan los juegos infantiles, vengo a exigirte que bajes de ese podio te pongas frente a mi y te entregues como acto de justicia.

El primer ministro rió a carcajadas, pero en su interior se había llenado de ira y miedo, estaba más que claro que era el príncipe quien se hallaba ahí.

—¡tú, payaso! Mejor callate y muestranos tu rostro, dijo el viejo con burla.

Namjoon quitó lo que cubría su rostro, dejando a la vista de todos los cercanos sus rasgos hermosos y fuertes.

—¡mi nombre es Kim Namjoon X!
Soy hijo de Kim Nam IX, quien murió envenenado por comer una planta venenosa junto a la reina Omega, a causa de este hombre, dijo señalando.

El primer ministro quitó el manto que lo cubría sacando un arma del podio, la empuñó y disparó; aquello fue demasiado rápido, las personas gritaron con terror.

Namjoon se levantó del suelo, aquella armadura sin duda era efectiva; sin dudarlo caminó hacia el hombre y tiró el arma lejos.

—¡pelea cuerpo a cuerpo cobarde!

Los soldados hicieron una valla formando un círculo preparándose a lo que venía.

El viejo dio el primer golpe al aire, recibiendo un puñetazo en la cara, se sobrepuso en cuestión y devolvió al contrario dos fuertes golpes.

Los minutos pasaron, fueron eternos, sin embargo ambos habían recibido la misma cantidad, se hallaban exhaustos y sangrantes del rostro y heridos de todas partes.

Las personas observaban con tensión, algunos tenían lágrimas en sus ojos, el rumor de la existencia del príncipe y lo que hacía corrió por toda la ciudad.

Finalmente el primer ministro se puso de pie con Nam tirado a su lado, de forma arrogante colocó su pie sobre el pecho y sacó un pequeño cuchillo; con fuerza tomó aquella arma y la dirigió al pecho del alfa que yacía sin energía.

Namjoon se sentó de golpe al sentir el dolor, su vista se nublaba por momentos viendo el mundo girar con demasiada rapidez, sin seguir con intención de estar consciente cayó inerte en el suelo...

—¡Nam! ¿Puedes escucharme? Decía Jimin sacudiendo su cuerpo  con dureza mientras limpiaba sus lágrimas con desesperación.

—¡JUNG! llevemos su cuerpo al palacio, dijo corriendo hacia los demás que llegaban en aquel momento.

Mientras esto sucedía, Seokjin se hallaba junto a su madre y Jungkook, lejos de todo aquello; su ansiedad y angustia lo habían dejado postrado en cama, sin embargo en aquel momento se sentó de golpe sintiendo un fuerte dolor en el pecho.

—¡Jungkook! Llévame al palacio, suplicó con ojos tristes llenos de lágrimas.

Jungkook se negó con miedo, —he prometido que te tendría aquí a salvo.

—si no me llevas iré yo, dijo a punto de tener un ataque de ansiedad nuevamente.

Su madre se levantó de su silla y tomó las manos de su hijo.

—iremos los tres ¡hijo hermoso de mi corazón! dijo con su voz dulce y suave; pero necesito que respires por el bien de tu pequeño, ¡vamos! Respira, ¡tu puedes pequeño mío!

Seokjin fue hallando la calma hasta donde pudo, después de eso salieron los tres hacia la plaza.

Serendipia (Namjin Omegaverse) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora