18. Amigos

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Había llegado la hora de la cena, Hange me comentó que ella se la llevaba una hora después de que todos hubiésemos cenado. Así que eso hice. 

Una vez terminé, cogí una bandeja con un plato, cubiertos y un te negro. Si tenía que subirle el ánimo debía empezar por la única que sabía que no podía fallar. 

-¿Qué haces t/n?- preguntó Mikasa

-¿Tienes más hambre? Luego me decís a mi-dijo Sasha

-Es para el capitán- me reí- está encerrado en su habitación y voy a llevarle la cena- continué colocando cosas en la bandeja

-Debe estar triste, se le ha muerto todo su escuadrón.- dijo triste

Asentí. 

-No quiero que se sienta solo. Ha perdido ya a muchos compañeros y tal vez, este, sea el momento en el que necesite uno- sonreí

-No vuelvas tarde y ten cuidado- dijo Mikasa de manera autoritaria 

-El capitán no muerde, tranquila- dije dirigiéndome a la salida del comedor

Pasé por varios pasillos intentando que nada del té se me derramase hasta que llegué a su habitación. 

Llamé a la puerta. 

-Pasa- se oyó al otro lado

Abrí lentamente la puerta y entré en la habitación. Estaba vacía. 

-Déjalo en la mesa Hange- dijo al otro lado del baño. 

Coloqué la bandeja en la mesa y observé la habitación. A pesar de llevar unos días aquí todo se encontraba ordenado. 

-Hange, ¿cómo esta hoy.....- dijo abriendo la puerta del baño- ...t/n?- abrió los ojos como consecuencia de la sorpresa

Me acababa de encontrar a un capitán con la camisa parcialmente desabrochada y el pelo despeinado. Tenía las ojeras más marcadas, seguramente no habrá dormido estos días. Varias gotas de agua caían de su cara. 

El capitán al verme se quedó petrificado unos segundos, intentando analizar si era un espejismo o si de verdad estaba en su habitación. Se acercó lentamente a mi, con una expresión seria pero alegre. 

-Has despertado- hizo una mueca parecida a una sonrisa pero rápidamente agacho la cabeza 

- Bicho malo nunca muere- reí- 

Me miró a los ojos y me colocó el pelo detrás de la oreja. 

-¿Me has traído tu la cena?- dijo sentándose y haciendo una señal para que le acompañara

-Si, soy una sorpresa de Hange- me senté- me ha comentado que ha estado preocupado por mi, gracias- le miré y sonreí

-Cualquiera lo haría- bebió de su té

-Realmente cualquiera no, pero usted si lo ha hecho y por ello estoy muy agradecida y pretendo hacer lo mismo con usted. 

Me miró confundido. 

-¿Me vas a cuidar?- rio irónico

-Si- me miró sorprendido- se que lo está pasando mal. Y me gustaría ser la amiga que necesita en este momento. 

-Cadete...no sabe lo que está diciendo,  no podemos ser amigos- bebió de su té 

-¿Porqué?- dije molesta

El no me respondió y siguió comiendo. Estaba dolida. 

-Siento haberle molestado señor- dije levantándome y yendo hacia la puerta. 

-Espera..t/n- me giré para mirarle- siéntate por favor, quiero intentar explicarme- noté como se le quebró un poco la voz. 

Estaba nervioso. 

-Le escucho- me senté en frente de él. 

Nos estábamos mirando cara a cara pero el no podía mirarme a los ojos. Era la primera vez que se mostraba ¿vulnerable?

-Esto va a costarme- dijo pasándose la mano por el pelo

-¿Explicarse?

-Si 

-No se preocupe, tome el tiempo que necesite

El me miró y yo le sonreí. Noté como su mirada se relajaba. Cogió aire y comenzó a hablar. 

-Me cuesta hablar de estos temas. Nunca lo he hecho. No quiero que me malinterpretes y tampoco quiero hacerte sentir mal con mis palabras. - dijo mirando para otro lado

En ese momento le coloqué mi mano en su pierna. Quería mostrarle mi apoyo a ese esfuerzo tan grande que estaba haciendo. 

- No es que no quiera ser tu amigo. Es que no puedo cogerle cariño a nadie más. Estoy cansado.

-¿Cansado?- pregunté

El asintió.

-Cansado de perder a gente que quiero- me miró- tengo miedo a cogerte cariño y que mueras.

Nos quedamos en silencio unos minutos. 

-Y si le prometo que no moriré, ¿podemos ser amigos?- le miré y él me devolvió la mirada extrañado

-No puedes prometer tal cosa t/n-dijo serio

-Si puedo, no voy a morir. Moriré, pero dentro de muchísimos años. Usted y yo ya seremos viejos para entonces. Lo prometo. 

El agachó la cabeza. No me creía. 

-Déjeme intentarlo- me levanté y le tendí la mano- déjeme intentar ser su amiga y ganarme su confianza

El miró mi mano y luego a mi. Dudoso estrechó mi mano. 

-Ahora cene y duerma un poco, o sus ojeras lucharán por usted- reí y avancé hacia la puerta. 

-T/n...- me giré para mirarle- Gracias

No sabía que la necesitabaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora