prólogo

2.7K 88 7
                                    

Un Mensaje Inesperado

Rimuru estaba en su oficina, sumido en el sinfín de documentos que parecían multiplicarse por arte de magia. Cada vez que terminaba con un informe, dos más aparecían en su escritorio. A pesar de su destreza para manejar un reino, el papeleo siempre encontraba la forma de atormentarlo.

—¿Por qué esto nunca se acaba? —murmuró, frotándose las sienes.

El sonido de unos golpes en la puerta interrumpió su sufrimiento burocrático.

—Señor, ¿puedo entrar? —preguntó una voz refinada y calmada desde el otro lado.

Rimuru suspiró y dejó la pluma sobre la mesa.

—Sí, adelante. Pasa, Diablo.

La puerta se abrió, revelando a Diablo con su porte impecable y su eterna sonrisa enigmática. Era difícil discernir si traía buenas o malas noticias, pero sin duda estaba disfrutando el momento.

—¿Qué sucede? —preguntó Rimuru sin levantar la vista de los papeles.

Diablo avanzó con elegancia y colocó un sobre dorado sobre la mesa.

—Señor, traigo una invitación.

Rimuru finalmente alzó la mirada, observando el sobre con un diseño exquisito. Antes de abrirlo, notó la leve diversión en los ojos de Diablo.

—¿De quién es?

—Del Rey de las Bestias, Carrion, y la Reina de los Cielos, Frey —anunció Diablo, con un toque de satisfacción en la voz—. Se van a casar.

La pluma en la mano de Rimuru cayó al suelo.

—...¿Perdón?

Diablo inclinó la cabeza con su característica calma.

—Exactamente como lo escuchó, mi señor.

Rimuru parpadeó, tratando de procesar la información. Luego, tomó el sobre y lo abrió con cautela. Dentro había una tarjeta con letras doradas y un elegante sello real.

"Su Majestad Rimuru Tempest, tiene el honor de ser invitado a la unión de Carrion, Rey de Eurazania, y Frey, Reina del Cielo. La ceremonia se llevará a cabo en el Gran Palacio Aéreo en un mes."

Rimuru se recostó en su silla, cruzando los brazos con expresión pensativa.

—Carrion y Frey... casándose. No lo vi venir.

Aunque, si lo pensaba bien, quizás no era tan inesperado. Había habido reuniones entre ambos, miradas discretas que nadie comentaba, una extraña tensión en el aire. ¿Cómo no lo notó antes?

—Esto sí que es una novedad —murmuró para sí mismo.

Diablo sonrió con satisfacción.

—¿Desea que organice los preparativos para su asistencia, mi señor?

Rimuru suspiró.

—Sí, sí... Pero antes, creo que hay alguien más que debe enterarse de esto.

 Pero antes, creo que hay alguien más que debe enterarse de esto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Un Mes Antes

En un palacio flotante entre las nubes, Milim Nava, la Autoproclamada Más Fuerte, estaba atrapada en una batalla imposible: una guerra contra el papeleo.

Montañas de documentos se acumulaban a su alrededor. Trámites, informes, decisiones políticas... ¡Era un desastre!

—¡¿Cómo terminé en esto?! —exclamó, enterrando el rostro en la mesa.

Gobernar el Cielo era una tarea ardua. Su padre le había dejado un legado que no podía rechazar, y aunque todavía tenía su propio territorio, esta nueva responsabilidad la tenía al borde del colapso.

—¡Yo quiero pelear, no leer tratados aburridos!

Con un gruñido de frustración, se dejó caer sobre la mesa. Justo cuando estaba considerando escapar por la ventana, la puerta se abrió de golpe.

—¡F-Frey! —gritó Milim, casi cayéndose de su silla.

Frey, con su porte elegante y su expresión serena, la miró con un leve ceño fruncido.

—¿Por qué gritas? ¿Intentas dejarme sorda?

Milim tragó saliva. Cuando Frey estaba seria, era más aterradora que cualquier batalla.

—E-estoy bien —respondió rápidamente, enderezándose.

Frey cruzó los brazos.

—Ven conmigo. Hay algo de lo que quiero hablar contigo.

La invitación sonaba... ominosa. Milim tragó saliva, pero la siguió.

Llegaron a una habitación privada, decorada con tonos dorados y un gran ventanal que mostraba la vista de las nubes a su alrededor. En la mesa, había té humeante y galletas recién horneadas.

Frey se sentó con calma y le indicó a Milim que hiciera lo mismo.

—Milim, tengo algo importante que decirte.

El ambiente se tornó extraño. Pesado. Como si lo que estuviera por decir fuera algo que cambiaría todo.

—Eh... sí, dime, Frey —respondió Milim, con una mezcla de nervios y curiosidad.

Frey tomó aire y sonrió, pero no era su sonrisa usual. Era una más... suave.

—Me voy a casar con Carrion.

Silencio absoluto.

Milim pestañeó.

Un segundo.

Dos segundos.

Tres segundos.

El sonido del viento fue lo único que llenó la sala.

Hasta que, finalmente, Milim reaccionó.

—....¡¿QUEEEEEEEEEEEEEEEEE?!

Frey se cubrió los oídos.

—...Sabía que pasaría esto.
El grito de Milim resonó tan fuerte que algunos pájaros en los alrededores del palacio salieron volando. Frey, que ya estaba preparada para ese nivel de reacción, simplemente tomó un sorbo de su té, esperando a que Milim recuperara la capacidad de hablar de forma coherente.

—¡¿CÓMO QUE TE VAS A CASAR CON CARRION?! ¡¿CÓMO?! ¡¿POR QUÉ?!

Frey suspiró.

—Porque nos queremos y porque es lo más lógico para fortalecer nuestras naciones.

Milim frunció el ceño, cruzándose de brazos.

—¡Pero Carrion es un bruto!

—Lo dice la persona que destrozó su país en una pelea con él.

—¡Eso fue diferente!

—No, no lo fue.

Milim infló las mejillas con frustración. Frey la conocía demasiado bien, así que cambió de táctica.

—Si tanto te molesta, ¿por qué no vienes a la boda y lo ves por ti misma?

El rostro de Milim pasó de la indignación a la duda en un instante.

—¿Habrá comida?

—Banquetes enteros.

—...Bueno, supongo que puedo ir.

Frey sonrió. Lo había logrado.

𓆩♡𓆪 𝐷𝑜𝓈 𝑅𝑒𝓎𝑒𝓈 𝐷𝑒𝓂𝑜𝓃𝒾𝑜𝓈 ¡¿𝐸𝒩𝒜𝑀𝒪𝑅𝒜𝒟𝒪𝒮?! 𓆩♡𓆪Donde viven las historias. Descúbrelo ahora