CAPÍTULO 33

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Steve se separa de mí, me mira con curiosidad y atención y entonces se atreve a preguntar:

- ¿Qué quieres decir con eso de que la práctica hace la perfección?

- No, solo era una frase que se suele decir. - Le quito importancia y miro hacia otro lado.

- Con un significado bastante claro. - Añade muy seguro de sí mismo.

Respiro hondo. Jamás en mi vida he querido hablar de esto.

- Si no quieres contármelo... - Se excusa, aunque sé que quiere saberlo y que, sea como sea, este tema volverá a salir.

- Tuve un novio. Raúl. Él era... una especie de chico malo y popular. No recuerdo que me llevó hasta él, pero pasó. - Asiente. - Y... tenía un grupo de amigos.

- Amigos como él. - Adivina.

- Amigos peores que él. - Lo corrijo, muy indignada conmigo misma. - Ellos siempre se metían en problemas y yo solía mantenerme al margen. - Silencio. - Ehem... - Me paso una mano por la nuca, pensando la mejor manera de explicarlo mientras trago la saliva que de un momento a otro se me ha acumulado en la boca. - Eran como una banda... muy cutre. Así que estaban los "enemigos", por decirlo de alguna forma.

Y ahora empezaba lo bueno, aunque no fue nada positivo para mí. De hecho, me encantaría poder olvidarlo. Y no solo eso, sino también lo que sucedió a partir de aquello.

Finalmente, le cuento la historia completa, con detalles y todo. Le narro cada momento con suma exactitud. Le explico cómo una de las muchas veces que coincidimos con aquella otra banda pasé el peor momento de mi vida.

Estaba en un banco sentada, junto a Raúl y sus amigos. El otro gran grupo se acercó y golpeó al que era mi novio, hasta dejarlo inconsciente. Nunca he sabido el motivo de nada de lo que ocurrió aquella noche. Eso fue lo primero que me sacó de mis casillas. Intenté dialogar con aquellos matones, pero lo único que hicieron fue...

Me cogieron entre varios y me tiraron al suelo, provocándome un golpe en el lateral derecho. Solo de pensarlo me duele. A partir de ahí me pegaron, literalmente, una paliza. Pensé que los amigos de Raúl actuarían, harían algo. Y no me equivoqué, no. Eso sí, en lo que no acerté fue en que eso que harían iba a ser en mi contra. Porque le siguieron el juego al resto.

Hubo un momento en el que ni siquiera sabía dónde me encontraba, solo era consciente de que recibía golpes, patadas y puñetazos por todas partes. Pensé que no podía ir a peor, pero al parecer todo puede empeorar.

En un momento dado sentí la brisa del aire en el cuerpo: me habían quitado la camiseta. Muchas manos empezaron a manosearme y solo quería vomitar. La situación era asquerosa, no sentía que fuera yo. Lamentablemente, sí que lo era.

Por supuesto, no acabó ahí. Cuando eso fue a más ya no supe qué ocurría. Perdí la consciencia, la noción del tiempo... Tal vez fue lo mejor que pudo pasarme, aunque ahora no sepa lo que ocurrió con precisión.

- Pero... - Sé que quiere preguntarme qué tiene que ver toda esta historia con el hecho de que sepa defenderme, más o menos, como había demostrado con Geray.

- Un tiempo más tarde, mi mejor amigo, - Me ahorro decir que era Maikel. - le dijo a Raúl que le había puesto los cuernos con él. Mi exnovio contactó con aquel otro grupo de chicos que le dejaron inconsciente anteriormente y vinieron a por mí.

No es lo peor, pero una de las cosas que más me dolió fue el hecho de que por el único motivo por el que Raúl y la otra banda dejaron de ser enemigos fue para fastidiarme a mí.

Steve está completamente sorprendido, en el peor de los sentidos. No sabe qué hacer, cómo actuar, qué decir.

- Lo siento tantísimo, Lara...

Todas las razones por las que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora