CAPÍTULO 36

41 6 9
                                    

Estoy más que convencida de que la única persona que podría saberlo es Bruno. Pero, ¿cómo?

Recuerdo el momento exacto en el que le explicaba que necesitaba este champú.

Fue uno de los días que fui a visitarlo al hospital. Él estaba dormido, o eso pensaba porque, al parecer, ya no sé nada; y yo estaba triste. Empecé a lamentarme de muchas cosas, la mayoría absurdas, pero es que sentía que ya no podía más. Una de esas muchas lamentaciones fue que como no había suficiente con lo mal que lo estaba pasando, encima el pelo lo tenía fatal. Grasiento, roto y feo. Le conté que llevaba tiempo buscando un champú en concreto que me habían recomendado, pero que no lo encontraba por ningún sitio.

Y es que estoy segura de que solo en ese momento he hablado de ese tema. Y, además, solo mencioné el nombre del producto una sola vez.

Entonces... ¿él podía oírme? Ahora mismo no estoy segura de saber si eso es mejor o peor. Por un lado, sería bueno porque se ha enterado de todo lo que le he explicado, incluídos mis sentimientos, y no tengo que repetírselo. Por otro lado, es un aspecto muy negativo eso de que se haya enterado de mis sentimientos.

Lo sé, es algo bastante contradictorio, pero que, si lo piensas bien, tiene mucho sentido. Por supuesto, yo no lo he reflexionado demasiado dado que acabo de atar cabos hasta llegar a esta conclusión que probablemente no tenga ni pies ni cabeza.

Y ahora mismo, también, más cosas empiezan a cuadrar. Por ejemplo, el hecho de que si Bruno es el encargado de todo esto, entiendo que Steve esté con otra. Así que pese a seguir sintiéndome algo traicionada, ya no es lo mismo.

Y también comprendo lo de la princesa. ¿Cómo no lo pensé antes? Si él siempre me llamaba así.

Por no hablar de que justo me empezaron a llegar este tipo de regalos el día que él llegó, aunque eso lo sé desde hace relativamente poco.

Aún así, todavía hay cosas que se me escapan: ¿Qué pintan ahí las letras? ¿Por qué ha hecho esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué no me avisó de que estaba de vuelta? ¿Por qué de un día a otro pasó de no saber quién era a hacerme un regalo tras otro?


BRUNO

Todavía no estoy en plenas facultades, pero desde que recuperé la poca consciencia que me quedaba y recordé que aquella voz que escuché cuando pensaba que estaba atrapado en un laberinto gigante era de Lara, acompañada por un horrible "pii" que, en efecto, daba ganas de morir, supe que tenía que hacer algo.

He estado varios meses allí encarcelado. Y cuando digo "encarcelado" es porque así es como me sentía. Yo era capaz de oír y sabía de quién era cada voz, pero no podía reaccionar: ni moverme, ni abrir los ojos, ni siquiera era capaz de oler.

Pero claro que sabía que Lara había venido a visitarme en distintas ocasiones. Me contaba todas sus penas, cómo le había ido el día, lo que me echaba de menos, me hablaba de Sara, que empezaba a sentir que era una buena amiga. Millones de veces se culpó por no ser ella la que estaba en mi situación, aunque sé que eso jamás lo admitiría porque significaría sentir algo bonito por otra persona y ella considera que eso es muy cursi.

Igual o más cursi que mi libro, del cual también me habló. Ella no sabe que soy yo el escritor. O tal vez sí, pero yo jamás se lo he hecho saber. Y era una mierda no poder levantarme y confesarle que todas las palabras que se escondían tras aquella portada de libro las quería cumplir con ella. Sigo queriendo. Y fue a partir de ahí que se me ocurrió todo.

Por otro lado, esta mañana la he visto y apenas me ha mirado. El enfado ha recorrido por mis venas a una velocidad mucho más disparada que cualquier tipo de droga. No esperaba esa reacción por su parte. Tampoco estoy seguro de saber qué era lo que esperaba, pero tengo claro que esa forma de huir no entraba en mis planes.

Todas las razones por las que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora