CAPÍTULO 12

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Ayer, después de comerme el plátano más pachucho del mundo, que, por cierto, me trajo Bea, me quedé dormida, pensando en...

Bueno, que ayer me quedé dormida y ya, sin pensar en nadie... en nada en especial, quiero decir.

Me he despertado por culpa de los puñeteros mensajitos de mi madre.

"Lara, es la única amistad que tiene, no la voy a dejar sola."

"Además, no comparto tu opinión, considero que Carol es muy buena persona, deberías conocerla más a fondo." "Uuu sí, unas ganas tremendas de saber más de esa chavala", pienso lo más irónicamente posible.

Y setenta mensajes más idénticos.

"Venga, mamá, abre los ojos. Sabes mejor que nadie que para tener malas compañías se está mejor solo. No me fastidies." Le respondo, indignada. "Y no voy a dejar que nadie moleste a Liv, que les jodan a todos si hace falta". – Añado.

Me decanto por apagar el dispositivo y no encenderlo más en unas horas.

Me visto con una camiseta de tirantes gris y unos pantalones deportivos negros que me llegan por encima de las rodillas. En los pies no me molesto en arreglarme demasiado, simplemente me quedo con las chanclas que utilizo para pasearme por todas partes: las más sencillas del mercadillo. ¡Ah! Y en vez de llevar ropa interior, me he puesto un bikini blanco porque me he enterado de que se puede ir a la piscina.

También me preparo una bolsa para llevar a clases, donde me guardo una de las muchas libretas que traje, un bolígrafo negro y el portátil y, por otro lado, una toalla, las gafas y un libro. Dudo que necesite algo más, y si no es el caso, qué pena que no pueda hacer nada...

Es el primer día de clases. Corrijo. Es mi primer día de clases al que me presento. Podría decir que estoy nerviosa, o que tengo excesivas ganas, pero no es el caso. Sinceramente no sé exactamente por qué voy. Supongo que me mata la curiosidad y, claro, también tengo en cuenta que mi madre se ha esforzado en pagarlo.

Como no sé cómo ir, me dirigo hasta el plano del campus que hay en recepción y, a decir verdad, no entiendo nada. Mientras intento esforzarme en descifrar el mapa que tengo delante noto algo en el hombro derecho y me giro rápidamente. Veo a Bruno esconderse detrás mío. Qué novedoso, la última vez me hizo exactamente lo mismo...

Me vuelvo hacia donde se encuentra y me hago la sorprendida lo más sarcásticamente posible, añadiendo mi toque personal de rodar los ojos en toda situación que me desespere y acabe conmigo en mi interior.

Tras un pequeño suspiro por mi parte consigo decir algo:

- Bruno.

- Princesa.

Noto cómo se me salen los ojos de las órbitas. Cojo la bolsa que he dejado en el suelo un segundo y me retiro. No definiría este momento como "incómodo", sino como algo mayor. ¿Princesa? No estoy segura de si me ha molestado o más bien me he sentido fuera de lugar. En cualquier caso creo que he hecho lo mejor: salir de ahí.

Y vaya por donde... Qué casualidad. Tengo a menos de diez metros a Liam delante de su coche, que no sé cuál es porque jamás me he interesado por los automóviles. Lo único que soy capaz de decir es que es negro. Me voy acercando y veo que abre la puerta, de modo que ya sé cómo llegar a clase. Algo es algo.

Pues no. Estaba a tan solo dos metros de distancia de él cuando una chavala me ha adelantado dándome un empujón y se ha metido en el coche, no sin antes darle un rápido beso en la mejilla a Liam.

Vaya... Va a ser que hoy tampoco iré a clases.

- ¡Lara! – Oigo a lo lejos, pero no lo suficiente como me gustaría.

Todas las razones por las que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora