CAPÍTULO 1

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El despertador suena y, sin gana alguna, me levanto de la cama. Me doy una ducha rápida y me preparo un bocadillo de jamón y queso para el camino.

El autobús llega unos veinte minutos más tarde de la hora prevista, así que ya llego tarde a mi destino, aunque tampoco es que me apetezca mucho ir a ver una universidad y, menos aún, si la visita es por grupos y tengo que interactuar con gentuza que no me importa en absoluto. No me gusta estar con la gente, prefiero pasar el rato sola, sin que nadie me moleste. Además, creo que es algo mutuo porque yo tampoco agrado a los demás. Y ya me va bien así.

Cuando por fin llego todos me esperan ansiosos por empezar el recorrido. El guía me da la bienvenida y yo a él las gracias, pero no suenan demasiado convincentes, tal y como pretendía. Es universitario, o al menos eso es lo que parece, no debe tener más de veintidós años.

Mientras andamos como una manada de elefantes por el campus una chica morena del grupo se me acerca.

- ¡Hola! Me llamo Zury, soy de...

Antes de que pueda acabar la frase decido andar más deprisa y me pongo los cascos. Al alejarme noto cierta expresión de tristeza en su rostro, pero no le doy excesiva importancia, ni tan solo un poco. Unos minutos más tarde se vuelve a acercar y vuelve a decir lo mismo que antes, esta vez la dejo acabar, ya que por parte me da pena y no quería que siguiera insistiendo.

Me parece una niña muy pesada, se ha pasado una eternidad hablando. Parece ser que se llama Zury y es de África, aunque se puede imaginar por el color de su piel. Tiene 18 años, claramente, igual que todos los que estamos aquí. En conclusión, la primera parte de su largo relato ha sido completamente innecesaria. También me ha explicado que va a estudiar enfermería y luego ha empezado a hablar de su familia y ni siquiera me he molestado en fingir que le hacía caso.

Cuando acaba su rollazo de largas e interminables oraciones hace una pausa y vuelve a hablar, pero me adelanto.

- Mira, la verdad es que no me interesa mucho quién eres, así que no pierdas el tiempo. – No noto malicia en mis palabras, pero a ella parece que le duelen porque se pone a llorar. Por favor, ¡tenemos 18 años!

Se da la vuelta y sigue con el grupo, yo, en cambio, prefiero sentarme en un banco y sacar el libro que me he traído para entretenerme en el autobús. Unos minutos más tarde mi grupo vuelve a aparecer y el guía me pregunta si me había perdido. No me apetece mantener una conversación, así que me limito a asentir a modo de respuesta y él me hace levantarme para seguir con la ruta. ¡Puta zorra de Zury! No se me ocurre otra posible persona que le haya dicho algo al guía conforme no estaba con ellos, puesto que nadie más sabe de mi existencia, y tampoco es que haga falta.

Acto seguido, cuando empezamos a caminar, cojo del brazo a Zury.

- ¿Tú qué te crees? Métete en tus asuntos, no tenías por qué chivarte, no es de tu incumbencia lo que yo haga. ¿Te ha quedado claro? - Esta vez sí que he notado un tono borde en mi voz, pero es necesario.

- Yo no he hecho nada, de verdad. - Me sorprende lo buena actriz que es, hasta me ha respondido con una sonrisa y amablemente y, si no fuera tan inteligente, podría haberla creído.

- Supongo que habrá sido el fantasma del campus. - Sí, me he puesto a la defensiva, ¿cómo se atreve a mentirme a la cara? Tenía otra frase preparada, pero ha llegado un chico para interrumpir nuestra agradable conversación.

- Lo siento, he sido yo. Yo le he dicho a Orson que faltaba alguien. - Entiendo que Orson es el guía. Paro la música que resuena a través de los cascos para no perderme ninguna parte de la canción y pienso una respuesta rápida.

- ¿Por qué? Y, ¿cómo te has dado cuenta? - Podría haber sido mucho más original, pero al fin y al cabo mi objetivo es obtener respuesta a esas preguntas.

Todas las razones por las que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora