Sinceramente, no lo entiendo. De entrada no comprendo por qué mi madre ha invitado a la familia de Maikel, pero eso no importa ahora. A lo que no le encuentro sentido es a que venga su hermanastro. ¿Qué pinta aquí? Pero encima hay más: el primo de su hermanastro.
Mi madre me llama y me siento obligada a bajar al piso de abajo y saludar a todos.
Primero me dirijo hacia la madre de Maikel, a la que puedo decir que consigo soportar. Luego a otros que no sé quiénes son y, finalmente, a lo lejos, veo a Bruno y a Liam.
Este segundo se acerca a mí y parece que va a darme dos besos. Yo, en cambio, me aparto y choco el puño con él.
Detrás está Bruno. Muy guapo, por cierto...
- No sabía que venías.
- Hombre, pues teniendo en cuenta que esta es mi casa y mi familia... - No acabo la frase porque pienso que es obvio.
- Oh. - Acaba diciendo, rompiendo el silencio. - Yo pensaba que íbamos a comer a casa de Maikel.
- Ya ves que no. - Asiente. - Por cierto, ¿por qué estás aquí?
- La madre de Maikel quería que estuviéramos todos porque somos de la misma edad y... - No le dejo acabar.
- Qué bien...
Me alejo de él y me siento en la mesa, que ya casi está preparada para comer.
Unos minutos más tarde alguien se sienta frente a mí. Es Bruno.
- Hola.
Le respondo con una irónica sonrisa, alzando las cejas.
- Por lo que veo no sabías que veníamos. - Qué avispado, ¿cómo lo habrá sabido? Oh, claro, puede que por la conversación que hemos tenido hace dos minutos.
- No, no lo sabía. Igual que tampoco sé qué estáis haciendo aquí.
- Puede parecer raro, pero...
- No quiero hablar.
Asiente algo molesto y todos empiezan a venir y sentarse.
Mi madre me da el bol de la ensalada y me hecho en el plato ante la atenta mirada de Maikel, Liam y Bruno.
- ¿Qué? - Pregunto, con una ceja enarcada.
- No, no, nada. - Responden los tres al mismo tiempo.
Resoplo y dejo el bol en el centro de la mesa. Esta situación me supera.
Los siguientes veinte minutos los adultos se dedican a hablar de temas triviales y hacen alguna que otra pregunta más personal. Todo está en orden hasta que se les ocurre la fantástica idea de preguntarnos a nosotros.
- ¿Así que ya os conocíais?
- Más o menos. - Respondo.
Todos se quedan en silencio. Entonces Liam se anima a hablar.
- Yo coincidí con ella el día de la visita a la Universidad y el primer día nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo pasillo.
Otro silencio. Liam se empieza a poner rojo. Miro a Bruno, que me devuelve la mirada.
- ¿Y vosotros? - Ángela suena realmente interesada por saber la historia de Bruno y yo.
Ahora podría explicar que lo conocí en la cafetería el primer día de Universidad, cuando quedamos para comer todos juntos, y que al principio pareció ser amable conmigo, pero que las cosas han ido cambiando en tan solo una semana. Una larga semana.
- Igual. - Se limita a responder él.
- Vaya, qué bien. - Mi madre procura sonar feliz y hacer como que no pasa nada, pese a ser consciente de que sí ocurre algo.
ESTÁS LEYENDO
Todas las razones por las que te quiero
RomantizmMi vida siempre ha sido una monotonía: las mismas amigas, el mismo colegio, las mismas personas en mi casa, los mismos hábitos y el mismo hastío. Por supuesto, eso no dura para toda la vida. Por culpa (o gracias) a la mujer que denomino "mamá", me m...