CAPÍTULO 23

89 6 2
                                    

Sinceramente, no lo entiendo. De entrada no comprendo por qué mi madre ha invitado a la familia de Maikel, pero eso no importa ahora. A lo que no le encuentro sentido es a que venga su hermanastro. ¿Qué pinta aquí? Pero encima hay más: el primo de su hermanastro.

Mi madre me llama y me siento obligada a bajar al piso de abajo y saludar a todos.

Primero me dirijo hacia la madre de Maikel, a la que puedo decir que consigo soportar. Luego a otros que no sé quiénes son y, finalmente, a lo lejos, veo a Bruno y a Liam.

Este segundo se acerca a mí y parece que va a darme dos besos. Yo, en cambio, me aparto y choco el puño con él.

Detrás está Bruno. Muy guapo, por cierto...

- No sabía que venías.

- Hombre, pues teniendo en cuenta que esta es mi casa y mi familia... - No acabo la frase porque pienso que es obvio.

- Oh. - Acaba diciendo, rompiendo el silencio. - Yo pensaba que íbamos a comer a casa de Maikel.

- Ya ves que no. - Asiente. - Por cierto, ¿por qué estás aquí?

- La madre de Maikel quería que estuviéramos todos porque somos de la misma edad y... - No le dejo acabar.

- Qué bien...

Me alejo de él y me siento en la mesa, que ya casi está preparada para comer.

Unos minutos más tarde alguien se sienta frente a mí. Es Bruno.

- Hola.

Le respondo con una irónica sonrisa, alzando las cejas.

- Por lo que veo no sabías que veníamos. - Qué avispado, ¿cómo lo habrá sabido? Oh, claro, puede que por la conversación que hemos tenido hace dos minutos.

- No, no lo sabía. Igual que tampoco sé qué estáis haciendo aquí.

- Puede parecer raro, pero...

- No quiero hablar.

Asiente algo molesto y todos empiezan a venir y sentarse.

Mi madre me da el bol de la ensalada y me hecho en el plato ante la atenta mirada de Maikel, Liam y Bruno.

- ¿Qué? - Pregunto, con una ceja enarcada.

- No, no, nada. - Responden los tres al mismo tiempo.

Resoplo y dejo el bol en el centro de la mesa. Esta situación me supera.

Los siguientes veinte minutos los adultos se dedican a hablar de temas triviales y hacen alguna que otra pregunta más personal. Todo está en orden hasta que se les ocurre la fantástica idea de preguntarnos a nosotros.

- ¿Así que ya os conocíais?

- Más o menos. - Respondo.

Todos se quedan en silencio. Entonces Liam se anima a hablar.

- Yo coincidí con ella el día de la visita a la Universidad y el primer día nos dimos cuenta de que estábamos en el mismo pasillo.

Otro silencio. Liam se empieza a poner rojo. Miro a Bruno, que me devuelve la mirada.

- ¿Y vosotros? - Ángela suena realmente interesada por saber la historia de Bruno y yo.

Ahora podría explicar que lo conocí en la cafetería el primer día de Universidad, cuando quedamos para comer todos juntos, y que al principio pareció ser amable conmigo, pero que las cosas han ido cambiando en tan solo una semana. Una larga semana.

- Igual. - Se limita a responder él.

- Vaya, qué bien. - Mi madre procura sonar feliz y hacer como que no pasa nada, pese a ser consciente de que sí ocurre algo.

Todas las razones por las que te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora