El desconocido
Julie Durand
La luna seguía en lo alto del cielo. Habían pasado varias horas desde los fuegos artificiales. No podía creer lo que había pasado. Era un tanto surrealista. Mi corazón estaba acelerado.
Me levanté y me dirigí a casa. La marea estaba subiendo. Entre las sombras de la noche le pedí una cosa a la luna. Que por favor el destino pusiera a ese chico otra vez en mi camino.
Eché la vista atrás, la luna se reflejaba en el mar. Era precioso.
Unos cuarenta y cinco minutos después llegué a mi casa y me fui directamente a la cama. Apenas pude dormir, su cara se me había quedado grabada en mi mente. Además una bandada de mariposas había nacido en mi, un pequeño cosquilleo rodeaba mi corazón. Para cuando me di cuenta estaba amaneciendo.
Me levante con el sol.
Tomé una ducha fría y me maquillé un poco las ojeras que me habían salido. Me vesti, eleji un top blanco y un chandal de nike de color negro.
Iba a dar un paseo por el bosque.
Cogí la bici y empecé a pedalear, se podía ver desde lo lejos el mar. Estaba precioso, teñido por un color naranja rojizo debido al amanecer.
Cuando era pequeña me encantaba ver el amanecer con mi madre. Me acordé de ella, de su pelo negro como la noche y esos ojos azules como dos grandes diamantes, de su risa cálida y sus besos pasionales.
Era un nuevo día en el que podía cambiar todo. El viento me acompañaba, mecía de lado a lado mi oscuro cabello.
Llegué a la entrada del bosque, los árboles eran enormes, tan altos como algunos montes y tan viejos como el sol. Escondí la bici detrás de unas zarzas para que no me la robaran y me adentre en el bosque.
Cuando era pequeña mi madre y yo solíamos ir. Ella decía que eran lugares mágicos donde podía pasar cualquier cosa.
Empecé a caminar entre los grandes pinos y robles. Había un pequeño sendero. Se podía oír el canto de los pájaros y de vez en cuando el de alguna cigarra.
Camine y camine. En algún momento me salí del sendero y me perdí sin darme cuenta. Llegué a un río, su agua era cristalina. El paisaje se reflejaba en él. De vez en cuando podías ver algún pez nadando hacia su destino. Me quité los zapatos y los calcetines y sumergí mis pies. Estaba muy fría. El sol se encontraba en lo alto del cielo. Brillante. El agua me llamaba. La corriente no era fuerte.
Me quite la camiseta y el pantalón. Sin pensarlo dos veces salté. Estaba sumergida en agua helada. Mis labios se tiñeron de morado y mi cuerpo empezó a tiritar.
Mire hacia arriba, todo era hermoso. se podía ver las copas de los árboles y en el medio el sol. Los pájaros cantaban una preciosa sinfonía y las hojas de los árboles marcaban el compás. A veces las cigarras eran los violines de esta preciosa canción. Entonces me acordé de la nana que me cantaba mi madre cuando era pequeña.
Duerme ya, dulce bien
Mi capullo de nardo
Despacito duerme bien
Como la abeja en la flor.
Duerme ya, dulce bien
Duerme ya, dulce amor
Dulces sueños tendrás
Al oír mi canción.
Recordé su voz angelical y sin pensar la estaba cantando.
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Ni ellos lo entienden✅
Romance¿Alguien entiende el amor? Zoe lo sentirá y pondrá su mundo patas arriba. ¿Aprenderán ella y sus amigos lo que es y conlleva amar? Zoe una chica de 16 años que va a veranear a Noja. A el camping las palmeras. Después de una terrible fiesta, tendrá q...