19 | Nosotros

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Mike estaba dormido, estábamos debajo de un gran roble en el bosque. Habíamos decidido pasar nuestra primera noche siendo novios juntos, era algo cursi. Pero aún estábamos en la primera fase, donde aún estábamos muy acaramelados, con el tiempo se iría pasando. La luna estaba en lo alto del cielo. Completa. Brillaba como el propio faro y tan antigua como aquella amable anciana. La noche era clara, mil luces la adornaban. Las hojas se mecían de izquierda a derecha y de vez en cuando algún búho se dejaba escuchar entre las sombras. Nunca me había resultado fácil dormir, supongo que mucho menos en medio del bosque y en vez de colchón una manta.

Acaricie su pelo azabache y después su mejilla. También íbamos a ver las estrellas, pero se había quedado dormido antes de ver alguna.

Mire hacia arriba, se podía apreciar la infinidad del universo. Grandes y pequeños puntos iluminaban el cielo, y de fondo estaba teñido de un tono morado y algo rosado. Las estrellas me parecían asombrosas, brillaban tanto que se les podía apreciar desde incontables kilómetros. Resultaba incomprensible que realmente eran grandes esferas de fuego.

Mike se despertó. Me abrazó y me dio un par de besos, desde la mejilla hasta el cuello. Me voltee y le bese en los labios. Nos unimos en un precioso baile. Me separé de él y apoyé mi cabeza sobre su pecho.

—A que son preciosas —dije

—Si que lo son —respondió él mirándome directamente. —Sí que lo eres —me susurro al oído. Al oír eso mi cara adquirió un tono rosado.

—Tu no estas mal —respondí yo con un tono irónico.

Cuando estaba con él una sensación calurosa invadía todo mi ser. Me sentía a salvo, querida, entera... 

El sol estaba en lo alto del cielo

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El sol estaba en lo alto del cielo. Me desperté. Mire la hora. Eran casi las once. Tenía varias llamadas de mi madre. Mierda. Mike seguía dormido, le mandé un mensaje y le di un beso de despedida. Salí corriendo hacia el camping. Casi una eternidad después por fin volvía. Hoy volvía Olivia. La echaba tantísimo de menos, era la única con la que podía hablar de todo. El viento azotaba mi cara. Mecía mi pelo rubio de lado a lado.

De alguna forma conseguí llegar antes que ella. Me detuve en la entrada del camping. Un pequeño coche azul se podía ver desde la distancia. Era ella. A pocos metros de la entrada paró en seco. Olivia salió corriendo extendiendo sus brazos, yo hice lo mismo. Nos fundimos. Nos abrazamos como si hiciera milenios que no nos veíamos.

—Te he echado de menos —le susurre

—Yo también —respondió ella

Después de eso nos abrazamos más fuerte que antes. Nos despegamos y empezamos a caminar hacia la caravana.

—Por cierto, estoy saliendo con Mike —solté de la nada. Se quedó asombrada.

Se acercó más a mí y me agarró del brazo al igual que lo hacían las ancianas.

Ni ellos lo entienden✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora