14 | La tormenta

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El sol estaba saliendo desde el horizonte. El cielo se había teñido de un naranja rojizo. Estaba a escasos metros de la entrada del camping. Entre y me fui directamente a la cama, había sido un día agridulce, la mañana algo triste debido a la terrible noticia de Carol y dulce gracias a Mike.

Estaba exhausta.

Nada más rozar las sabanas me quedé dormida.

Desperté sobre la una del mediodía. Me levante atontada a por el móvil para ver un rato tik tok. Tenía varios mensajes, todos de Mike. El corazón se me aceleró y miles de mariposas volaban en mi estómago chocando entre sí y con mis músculos.

- Holaaa, te apetece quedar hoy??- El mensaje era de hace un par de horas.

- Valee. A las 5 en la entrada del camping???- Respondí yo

Pocos minutos después me contestó.

- Vale- Era algo soso. Le di like al mensaje y me fui a desayunar.

El día estaba gris, apagado. La mujer del tiempo había dicho que hoy iba a ver una tormenta eléctrica. Odiaba los días de lluvia, no poder salir y estar encerrada en casa o me gustaba. Eran siempre aburridos.

No tenía nada que hacer, así que, como siempre, decidí dar un paseo. El viento de vez en cuando azotaba con fuerza y el mar estaba más agitado de lo normal. Algo en mí se estremeció. Nunca me habían gustado las tormentas.

Llegué en pocos minutos a la entrada del sendero, empecé a caminar. Se podía escuchar como el viento mecía las hojas de los grandes árboles violentamente. Normalmente era una suave canción, pero esta era arisca y algo despiadada. Poco después ya estaba en lo alto del acantilado. Las flores silvestres habían florecido, daban luz y vida al lugar en ese día tan apático. Me senté en la hierba. Grandes nubes negras como el alquitrán se podían ver desde la distancia. Acaricie los pétalos de una margarita como consuelo para que no tuviera miedo de la oscura tormenta.

Algo en mi bolsillo vibró. Me había llegado un mensaje.

- ¿Puedes quedar ahora? Que después lloverá!!

- Valee, estoy en lo alto del acantilado

- ¿Quieres que lleve comida?

- OK

- ¿Qué quieres?

- Sorpréndeme

Esas mariposas se multiplicaron. Una sensación extraña invadió todo mi ser. El viento cada vez era más fuerte, azotaba con brusquedad, como un guerrero intentando derribar a su enemigo.

Llevaba un vestido de encaje blanco con una chaquetilla de punto que me hizo mi abuela hace un par de años, era de un color azul claro.

Estaba sumida en mis pensamientos observando la furia del mar y las muertes violentas de las olas al llegar a las rocas. Algo tapó la poca luz que había en el lugar. Rápidamente me volteé. Era Mike. Llevaba unos pantalones chinos de color beis y una camisa de nilo. Tenía un par de bolsas en las dos manos.

—Hola, he comprado comida china. ¿Te gusta? —dijo él con un tono cálido

—Si —respondí yo, a pesar de no haberla probado nunca.

—Que día mas bonito —exclamó sarcásticamente.

—Si la verdad —conteste yo siguiéndole el juego.

Abrimos un par de tuppers de comida y sacó los palillos. Él era bastante habilidoso con ellos al contrario que yo. La comida estaba rica, pero alguna de las carnes tenían texturas diferentes a la habitual.

—¿Qué te parece si jugamos al juego de las preguntas? Para conocernos un poco más —pregunté

El asintió

—Vale, empiezo yo —conteste —¿Que hacías en la fiesta de Samu y porque sabias que era un gilipollas?

Estuvo varios segundos callado, formulando su respuesta.

—Mis padres eran socios, así que hubo un tiempo en el que éramos amigos, así que me invitó a la fiesta para conmemorar los viejos tiempos —respondió él, algo en su voz era diferente. Había tristeza o... ¿Nostalgia?

—Te toca —dije

—No tengo nada que preguntarte —respondió tajantemente. Se acercó a mi. —Sé todo sobre ti, sobre como piensas, como besas... —me susurro al oído.

—Intentas ponerme cachonda, cuando yo termine de comprenderte, entonces ahí podremos hacer todo lo que quieras —le susurre yo al oído.

Él se alejó y asintió.

—Cuando éramos pequeños solíamos ser amigos, pero un día viniste y me dijiste que me odiabas. ¿Porque me odias?¿Porque te fuiste?¿Qué pasó? —Un pequeño hilo de lágrimas nació de mi. Era tan insignificante que probablemente ni la habría visto.

Se quedo inmóvil ante esas preguntas, como si le llevaran a un lugar donde no quería regresar.

—Fuiste tu, fuiste tu la causa de eso. No se si te acuerdas, pero yo estaba enamorado de ti. Te quería mas que a mi propia vida. Pero me rechazaste, el día que iba a declararme, te escuche hablando con otro chico que te pregunto por mi. Dijiste que era rarito y que era majo. Después hizo la típica broma de que éramos novios. Yo esperaba algo distinto pero respondiste: Nunca, ni en sus mejores sueños. Al oír eso se me rompió el corazón. Me rompiste el corazón y todo ese amor se volvió odio puro. —Respondió él. No me lo podía creer, no conseguía recordar ese momento. Escarbaba dentro de mí pero no aparecía.

No sabía lo que decir.

—Lo siento —dije.

El no dijo nada.

—¿Aún me odias? —pregunto yo.

—Una parte de mi si, fuiste mi salvavidas Zoe. Cuando era pequeño mi madre era alcohólica y mis padres peleaban todo el rato.Fuiste mi primera amiga y mi primer amor. Cuando me rechazaste me quedé a la deriva, me hundí —respondió él. Al principio como el susurro de una serpiente y después como una gota que cae.

Las nubes estaban cada vez más cerca.

Entonces le bese. 

Al mismo tiempo empezó a llover. 

La tormenta se había desatado. 

Mike y yo nos estábamos comiendo la boca. 

Estábamos calados hasta las orejas, pero eso nos daba igual porque estábamos juntos.

—¿Quieres? —preguntó él con un condón en la mano. Al ver eso algo en mi resurgió. Miedo. Un miedo irracional me recordó todo lo que había pasado en la primera fiesta del verano. El. Como casi pasa algo terrible.

El viento azotaba con fuerza. 

El ambiente se había vuelto más oscuro de lo que era. 

Yo me había quedado paralizada. 

—No puedo —respondí llorando y salí corriendo. 

Ni ellos lo entienden✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora