16 | Las cartas

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Julie Durand

Hacía pocas horas que había amanecido. Estaba caminando por el paseo marítimo. El mar estaba en calma, al contrario que ayer. El viento era suave pero gélido, mecía mi cabello como una cuna a un bebe. El cielo estaba claro, no había ninguna nube y el sol brillaba con fuerza.

Había llegado al final del paseo, en frente de mi estaba la feria. Todas las luces estaban apagadas. Fui a dar la vuelta y volver a casa pero entonces algo me susurro. Julie, ven.

Ese susurro invadió mi ser, una fuerza más fuerte que yo tiraba de mi. Empecé a caminar entre carpas y grandes atracciones. Llegue a una pequeña carpa de color morado, sus punta estaba teñida de dorado y en la entrada había dos grandes racimos de hierbas secas. Un fuerte olor a menta invadía el lugar. En uno de los lados había un cartel.

Tiradas de Tarot, ven y sabrás el futuro

Sin pesarlo dos veces entré. Había una mujer joven, era pocos años mayor que yo. Su pelo era negro como la misma noche y  ojos eran azules como el mar. Estaba sentada y delante de ella había una gran mesa redonda que casi ocupaba todo el espacio.

—Bienvenida, pero lo siento está cerrado —dijo ella.

—Perdona, no se ni porque estoy aquí —contesté yo

—Supongo que los espíritus te han traído aquí —respondió ella con interés. Hizo un gesto con la mano para que me sentara y eso hice.

—¿Qué quieres saber? —pregunto.

—No se, la verdad no tengo ni idea —respondí yo.

Me miró a los ojos, su mirada era profunda como un gigantesco océano. Me agarró las manos. Después de eso cogió una baraja de tarot. Las empezó a barajar, el ambiente se había vuelto más denso, los inciensos estaban creando una especie de niebla y a pesar de estar dentro de la carpa el viento revoloteaba sin parar.

Entonces sacó tres cartas:

La muerte

Los enamorados

El carro

—Tres grandes arcanos, interesante —dijo —Pasado —exclamó señalando la carta de la muerte.

Al tocar la carta cerró los ojos, el humo se volvió tan espeso que casi no podía verla. Hubo unos cuantos minutos de silencio, finalmente la bruja salió de su trance.

—La muerte se ha llevado a un ser querido hace poco. Veo una mujer parecida a ti —dijo ella, aún mantenía los ojos cerrados. ¿Como coño era posible? —Te protege y está a tu lado siempre.

Después deslizó su mano a la siguiente carta.

—Veo un joven mestizo en la noche. Se puede oír el mar de fondo —prosiguió ella. Yo estaba asombrada. Cada vez ese humo era más intenso y el viento se movía más. —Ya veo tu futuro, un gran viaje. Julie disfruta de lo que tienes porque todo desaparece —Yo me quedé sin palabras. Ella volvió en sí, sus ojos eran más claros que antes. El humo y el viento habían dejado de ser tan intensos.

Salí de la carpa rápidamente. No entendía del todo lo que había pasado.

Mike Anderson

Era casi mediodía, no podía creer lo que había pasado el día anterior con Zoe. Salió corriendo. ¿Eso qué coño significaba? Le había sacado un condón, no una puta pistola. Sacudí la cabeza para borrar esos pensamientos.

Me levanté y me fui a dar una ducha fría para ir a correr por los acantilados. Me gustaba bañarme con agua fría antes de salir a correr, para estar bien despierto.

Ni ellos lo entienden✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora