Era más o menos el mediodía. Estaba tumbada en la cama leyendo un libro de wattpad. La historia era algo rara.
Me llegó un mensaje de Carol.
- Te apetece pasar la tarde solas, como en los viejos tiempos??
- Valee
- ¿Quedamos dentro de media hora en la entrada?
- Valee
No entendía el porqué de esta quedada como en los viejos tiempos. No era un tiempo que me gustara recordar.
Fui a ducharme, el agua caliente se había estropeado así que tuve que ducharme con agua helada. Casi me da una hipotermia. Me puse un vestido de lino, era blanco pero tenía un par de flores de colores de adornos.
El sol brillaba con fuerza y el cielo estaba despejado. Empecé a caminar hacia el camping, mire la hora y era tarde. Mierda. Empecé a correr, casi me caigo un par de veces por las estúpidas piedrecitas del camino.
Desde lo lejos se veía la silueta de Carol. Tenia su pelo de color bronce recogido en una preciosa coleta con una trenza. Vestía una sudadera ancha y unos vaqueros cortos. Me abrazó, me abrazó como si fuera a desaparecer.
—¿Vamos? —preguntó ella. Era raro en ella que no se quejara de mi puntualidad.
—Vamos —respondí yo.
Íbamos a coger el bus para ir al centro comercial del pueblo vecino y después supongo que daríamos un paseo por la playa y comer un helado.
Estábamos cerca de la parada, había un bus de color azul. Número 88. Salimos corriendo porque era ese el que teníamos que coger. Casi llegamos. El siguiente tardaría casi media hora en llegar. Después de unos minutos quejándonos del agradable conductor, nos empezamos a reír. Al principio por eso y después a saber por qué.
Media hora se pasó volando. Hablamos de todo: nosotras, los demás, el amor, Mike... Llegó el bus y nos montamos.
Estábamos hablando en el trayecto. Hablamos de todo a veces demasiado alto. De vez en cuando alguna señora nos miraba mal, pero no le dábamos demasiada importancia.
Llegamos un rato después, un gran edificio estaba en frente nuestro. Tenía una forma extraña. Era de un color gris claro y las grandes cristaleras eran de diferentes colores.
Pasamos la mayoría de la tarde allí. Nos divertimos como en los viejos tiempos, solo nosotras. Las desterradas. Nos echaron de unas cuantas tiendas, por hacer demasiado ruido o por probarnos mil cosas y no comprar nada.
Estábamos sentadas en la playa, estaba atardeciendo, el mar se volvió naranja al igual que el cielo.
—Me voy —dijo ella con una voz rota.
—¿Ya? Si aún es pronto —respondí
—No, me voy ya del camping, de Noja, de Zorroza (pueblo donde vivíamos normalmente)... Me voy mañana a Madrid —aclaró ella. Esas palabras fueron como un jarrón de agua fría.
—Pero pensaba que te ibas cuando terminara el verano
—Así era, pero mi padre había encontrado ya un piso y nos mudamos ya para estar listos para septiembre —su voz estaba quebrada, lloraba. Algo en mi corazón se estremeció.
Le abrace. No sabía lo que decir. Una sensación invadió mi pecho, no quería que se fuera. Mil lágrimas empezaron a nacer.
—Te quiero Carolina Diaz y siempre te querré —le susurre al oído —tu yo contra el mundo ¿Recuerdas?
—Yo también te quiero y me alegro de que me echaran del grupo de las Popus por conocerte —dijo ella.
—Gracias por todo, de verdad —le debía tanto.
—Gracias a ti también
Así nos quedamos abrazadas ante la inmensidad del mar y hasta que cayó la noche. Recordamos nuestro camino juntas. Como juntas nos salvamos de la oscuridad y como juntas nos volvimos estrellas.
Eran las seis de la mañana, solo en ocasiones especiales era capaz de despertarme tan pronto. Esta era una de ellas. Poco después de marcharme organice una despedida a Carol. Estuvimos todo el grupo en videollamada para preparar unos carteles y un pequeño regalo.
Desde la distancia se veía un pequeño grupo de jóvenes.
—¡Por fin! Habíamos quedado a las seis y cuarto y cuarto —dije yo enfadada.
—Perdona. Además no eres tú la que sueles llegar pronto —respondió Emma ante mi regañina.
Pase de su comentario.
—Vamos —dije.
Empezamos a caminar, el bungalow de Carol no estaba lejos.
Estaban cargando cosas en su coche negro. Era un audi, lo tenían desde hace tiempo pero estaba como nuevo.
Levantamos todos los carteles.
Te queremos Carol
Te echaremos de menos
No te olvides de nosotros
Los carteles estaban decorados con fotos nuestras, dibujos, mucha purpurina y goma eva. Ella los vio y se puso a llorar. Fuimos todo el grupo a darle un abrazo. Fue una sensación cálida. Ese abrazo habría sido capaz de derretir los polos antes que el calentamiento global.
—Gracias chicas —respondió ella. Aún tenía la voz rota.
—A ti —respondió Emma.
—Tenemos una sorpresa —dijo Lucas.
—¿Qué es? —preguntó Carol con curiosidad.
Lucas extendió una mano y le entregó un gran libro para guardar cromos, con cientos de papeles dentro.
—Es un libro de vales, los puedes usar para cualquiera del grupo. Tienes aproximadamente para dos años —explicó él con un tono divertido.
—Adiós chicos —dijo ella con nostalgia, como si ya nos echará de menos.
Entró en el coche y se marchó. Una parte de mi se iba con ella, pero otra parte de ella se quedaba conmigo. Estábamos selladas por el mismo destino.
Te sigo echando de menos Carolina Diaz
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Ni ellos lo entienden✅
Roman d'amour¿Alguien entiende el amor? Zoe lo sentirá y pondrá su mundo patas arriba. ¿Aprenderán ella y sus amigos lo que es y conlleva amar? Zoe una chica de 16 años que va a veranear a Noja. A el camping las palmeras. Después de una terrible fiesta, tendrá q...