9 | El y El

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Una media hora después empezaron a llegar decenas de personas. Encendieron las luces de colores y pusieron la música a todo volumen. La fiesta acababa de empezar. Cada vez tenía menos espacio para mi. El miedo me invadió, me costaba respirar. Volvía a ver aquel siniestro rostro una y otra vez.Salí afuera para despejar la mente. La luna estaba creciente. Brillaba. Era preciosa. La noche era clara. Se calmó mis pensamientos al igual que la marea. Una brisa de aire me acaricio y con ella apareció alguien. Me tocaron la espalda.

—Hola —sonó. Yo me volteé. Era Mike.

—Hola —respondí yo

—Quería hablar contigo —dijo él con un tono algo tímido.

—Yo también —respondí.

—He mentido, no es verdad. No existe ninguna Maria —confesó él. Yo me quedé sorprendida. A qué venía esta revelación.

—Vale —contesté algo extrañada

—Quería que lo supieras, no soy un Don Juan ni nada por el estilo —dijo el. Su mirada brillaba, casi tanto como la luna. Ese odio había desaparecido ¿pero que había cambiado?

—Me lo imaginaba, además no tienes pinta de un rompe corazones —dije en bromas. Estaba tiritando, hacía un frío mortal. Se rió de mi broma. Era una risa cálida, tanto que me pareció que por instantes el frío cesaba. Una sonrisa se dibujó en mi rostro.

—Me lo pase muy bien el otro día

—Yo también

—Soy Mike, Mike Anderson.

—Encantada de conocerte acosador —respondí ante su presentación —Yo soy Zoe, Zoe Ríos —el hizo una pequeña reverencia con la cabeza.

Se acercó.

—Búscame cuando quieras Zoe Rios — Me susurro a la oreja. Empezó a caminar y en cuestión de segundos desapareció entre la oscuridad.

Metí mi mano en el bolso, había un pequeño papel con un número de teléfono. Di un paso para volver a la fiesta, pero todo mi cuerpo se negaba a entrar. Saqué el móvil para avisar a Lucas y a Emma que me marchaba a casa.

Desde lo lejos se oyó mi nombre. Una figura se acercaba hacia mi. Era Samuel. Esto parecía una broma, tuve un pequeño deja vu.

—¿Te vas? —preguntó.

—Si, ya es tarde.

—Oye, ¿Te apetece mañana quedar conmigo?

—Porque no —respondí.

—Te escribo por insta para concretar los detalles —contesto él y me dio un beso en la mejilla. Fue cálido, al igual que la risa de Mike. ¿Porque coño los estaba comparando?. Unas mariposas nacieron en mi estómago después de aquel gesto. Me adentre en la oscuridad para volver a casa y esperar con ansias la comida de mañana. La luna brillaba más, el mar era más bonito, las estrellas más cercanas. Todo era más perfecto. 

 

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