34 | Amigos y estrellas

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Estaba tumbada en la cama, habían pasado varios días desde mi ruptura con Mike. Dolía más que la primera vez, sentía que mi corazón caía en un pozo sin fondo, que nunca estaba completa si no estaba él. Quería salir abrazarlo, besarlo... Quería que fuera él quien me alumbrara la vida, que fuera mi sol.

Olivia estaba abajo escuchando música.

—¿Estás bien? —preguntó ella, mientras subía las escaleras.

—Si —respondí con sequedad.

—¿Sabes que es normal no? —preguntó ella —Os queríais mucho, es normal estar triste y echarle de menos y más si es tu primer amor.

—Lo sé, pero duele mucho —conteste mientras me lanzaba en sus brazos. La abracé con fuerza.

—Todo pasa —me susurro a la oreja.

Tocaron a la puerta. ¿Quién sería? Olivia bajó y fue a abrir. Eran Emma, Julie y Lucas.

—¿Qué hacéis aquí? —pregunté.

—Pues apoyarte, qué coño vamos a hacer. Eres nuestra amiga —respondió Emma, baje de la litera y nos sentamos todos en el suelo.

Me dieron un gran abrazo.

—¿Qué tal estás? —preguntó Lucas con sinceridad.

—No lo sé —respondí. Una pequeña lágrima cayó.

—Yo no entiendo nada, un dia os quereis y al otro rompéis —exclamó Emma con incredulidad. Algo de razón tenía, era difícil de explicar, si es que lo llegaba a comprender.

—Ni ellos lo entienden —afirmó Lucas. Julie les dio un pequeño manotazo para que dejaran de hablar de ello.

—Hoy son las perseidas, si queréis podemos ir a verlas —propuso Julie. —Podemos hacer una cena en las montañas. Además ya solo quedan dos días para que el camping cierre así que sería una forma de despedirnos. —Nos pareció a todos un gran plan.

Estuvimos ahí pasando el rato. Hubo lágrimas, risas...

Eran las cinco de la tarde, llevaba una pequeña mochila con zumo de piña y unas patatas campesinas

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Eran las cinco de la tarde, llevaba una pequeña mochila con zumo de piña y unas patatas campesinas. Olivia y yo nos dirigimos a la entrada del camping. Las demás ya estaban, esperándome. Había cosas que nunca cambiaban. Todo había cambiado tanto, parecía que el principio del verano fue hace mucho, me daba la sensación que era otra persona. ¿Habría crecido? Carol se había ido, Mike había llegado a mi vida...

Empezamos a caminar, veríamos las estrellas en uno de los montes que se veía desde el prado. Nuestro prado. Se llamaba Cobetas. Estaba a una hora de camino. Comenzamos a caminar. Poco a poco el mar desapareció y las montañas se apoderaban del paisaje. El viento soplaba con más fuerza mientras nos íbamos acercando a la montaña. El camino se hizo menos, no hable mucho, iba sumida en mis pensamientos.

Llegamos a lo alto de la montaña, nos colocamos cerca de un precipicio, debajo de él se podía ver toda la ciudad, el mar y mucho más allá. El cielo se empezó a teñir de un rosado. Todo era precioso.

Colocamos todo y comenzamos a cenar, además Lucas nos echó las cartas. Posiblemente no era tan bueno como la bruja. Entonces me acordé de sus palabras, creo que quería ayudar a Mike para no aceptar que me tenía que ayudar a mi . Tenía las piezas pero me daba miedo completarlas.

Pusieron música, Emma y Lucas bailaban un vals bajo el atardecer. Julie agarró mi mano y empezamos a bailar, poco después se nos unió Olivia. La música sonaba alto. Una preciosa melodía. Una sensación de calor invadió mi pecho. Bailamos y nos reímos. Me sentía completa. La luna ya estaba en lo alto.

—¿Hacemos una cosa? —propuso Emma. Asentimos. —Poneros en círculo, agarrados de los meñiques —esto me sonaba de algo —y repetid conmigo. Hilos del destino, yo os sello, a pesar del tiempo y la distancia nos pondrás en nuestro camino.

Repetimos lo que dijo. El viento sopló con fuerza en forma de sello y nos tumbamos viendo las estrellas y escuchando The Neighbourhood.

Las estrellas brillaban con fuerza. Más que nunca, había miles de ella en el cielo. Entonces miles de estrellas se empezaron a caer, era un precioso espectáculo. Miles de luces fugaces rasgaban el cielo a su paso. Ese calor se expandió, todos mis problemas y preocupaciones desaparecieron con ellas. Todo lo que importaba ya lo tenía. Me pregunto si estaría Mike, si se acordaría de mí viendo las estrellas o la luna, porque yo sí.

Me acordaría de él siempre, supongo que nunca me libraría de aquellos preciosos ojos verdes.


FIN

Ni ellos lo entienden✅Donde viven las historias. Descúbrelo ahora