No me doy cuenta de que estoy llorando hasta que noto como Thomas me retira las lágrimas que caen por mis mejillas con dulzura. A diferencia de mí, ellos no habían cambiado nada. Thomas mantenía su aire desaliñado y sus pelos al más estilo rockero y seguía dándome la ternura de un niño a pesar de solo sacarle un año. Leo a su vez, seguía teniendo ese aire de alternativo que tanto me había gustado en su momento. Era como si el tiempo no hubiese pasado para ellos.
Tras varios minutos que parecen horas abrazándonos y sin emitir palabra alguna más allá de algún sollozo, Leo es el primero que se atreve a abrir la boca.
- Estas muy cambiada. – Le sonrió, notando aun el sabor de las lágrimas y asiento.
- Vosotros en cambio seguís igual. Es como si nunca me hubiese ido.
- Pero lo hiciste. – Dice ahora Thomas. En su tono no hay reproche ni enfado, pero si noto melancolía. – Aunque debajo de esta nueva tú, sigo viendo a mi mejor amiga. A la chica que bailaba conmigo en un pub de mala muerte en Trastevere y que tenía más futuro como paciente que como psicóloga. – Sus palabras me hacen reír y me apetece llorar de nuevo.
- En eso no he cambiado, aunque tengo el baile un poco oxidado.
Hablamos del pasado, de recuerdos de entonces, con el cuidado de no mencionar a ninguna persona que pueda hacer salir a la luz el dolor que antaño habíamos vivido. Los recuerdos estaban cargados de felicidad y allí, sentados en el suelo de un apartamento en el piso 25 en mitad de Nueva York, me sentía como si jamás hubiera dejado Roma.
- Bueno basta de hablar del pasado. – Dijo Leo cuando ya nos dolía el estómago de tanto reír. - ¿Cómo es que vives en este sitio? ¿Has acabado la especialización en Psicología?
- Que va. Estáis hablando con Coraline Bianchi, modelo y futura asistente de la Fashion Week de Nueva York. – Digo con un poco de ironía, viendo como sus ojos se abren de sorpresa.
- ¿Modelo? – Es ahora Thomas el que pregunta. - ¿Desde cuándo te ha gustado a ti modelar?
- Tuve que buscarme la vida en una ciudad en la que ni siquiera me valía el título. – Digo encogiéndome de hombros. – Voy a ahorraros los detalles escabrosos y simplemente deciros que tuve suerte. Y trabaje, trabaje mucho y muy duro para estar hoy donde estoy.
La llegada a Nueva York no había sido fácil. Me largue de Roma por impulso, en cuestión de horas, sin dinero ni equipaje más allá de una maleta. Fue algo estúpido y peligroso, pero estaba tan rota en aquel entonces que ni siquiera me importo. Dormí en hostales de mala muerte hasta que me quedé sin dinero, dormí en la calle cuando no tuve más remedio y tuve que trabajar de lo que nunca imaginé para poder llevarme algo a la boca. Hasta que aquel tío me encontró. Pero aquello no era algo que fuese a contarle a mis amigos después de un año sin saber nada de mí.
- ¿Y vosotros? ¿Qué tal os ha ido el año? – Ambos se miran sin saber que decir. Se que se mueren por hacerme preguntas, pero no me siento preparada ni se si algún día lo estaré para recordar todo aquello.
- Pues creciendo y cantando, ya sabes. – Dice Thomas. – Como siempre, pero sin nuestra mayor fan para apoyarnos.
- Ya, creo que habéis estado bien sin mí. – suelta una risa amarga y Leo me regaña. – Es la verdad.
- Si crees que para nosotros la vida ha seguido igual que hasta entonces te equivocas. – Dice Leo. – Hemos pasado un año creyendo que estabas muerta. Sintiéndonos culpables por algo de lo que ni siquiera éramos participes. ¿Crees que ha sido fácil llamarte diariamente necesitando hablar contigo, escuchar tu voz y que lo único que nos respondiera era un robot diciendo que tu teléfono estaba apagado? Venga ya Cora, sabes perfectamente que la vida para nosotros no ha sido la misma desde que te fuiste.

ESTÁS LEYENDO
Rimani
Fiksi PenggemarEl tiempo ha transcurrido dejando atrás aquella vida a la que nunca pensó volver. Pero el destino es caprichoso, como lo fue aquella noche, y seguía persiguiéndola. Por muy lejos que fuera.