Lagunas

107 13 3
                                    

Nueva York, 1 año y 3 meses antes.

- ¿Piensas quedarte en la cama cada vez que tienes tiempo libre? Me estoy cansando de esta falta de reciprocidad Coraline. Llevas 3 semanas viviendo en mi casa, me hablas únicamente lo justo y necesario y evitas cualquier contacto conmigo salvo cuando te llevo a casa de Taylor. Estoy harto de tu falta de educación. O sales y hacemos algo juntos, o te vas a la calle.

El portazo de Luke tras salir de mi habitación hace que me gire a mirar el lugar por el que acaba de desaparecer con furia. Todo lo que había dicho era cierto. Llevaba semanas viviendo en su casa, pero evitaba quedarme sola con él en todo momento. Podía pasarme la mayor parte de la noche sin dormir, pensando que en cualquier instante entraría por esa puerta y acabaría conmigo. Al final, el sueño acababa venciendo, y seguían pasando los días, al igual que él seguía intentando demostrarme que no quería hacerme daño. Que todo lo que había hecho hasta ahora había sido cuidar de mí. Alimentarme, y darme un trabajo y un techo. Pero una parte de mí, aquel instinto de supervivencia que parecía haber reaparecido tras tiempo sintiéndome muerta, no me permitía bajar mis barreras y aceptar confiar en él. El peligro que sentía a su lado me aterraba. Pero después de todo, no podía volver a la calle. Tenía que aguantar lo suficiente hasta que consiguiera ahorrar con lo que Taylor me pagaba y conseguir salir de ahí.

Salí de la cama, sintiendo el mareo que me azoto en cuanto me puse de pie. Estaba segura de que tenía anemia. La delgadez que mostraba a través del espejo lo corroboraba. Había vuelto a alimentarme como una persona normal. Pero después de tanto tiempo en la calle, mi cuerpo aún vomitaba la mayor parte de la comida que ingería, y pasarme el día en la cama no ayudaba a mejorar mi salud. Tal como Taylor me había descrito, estaba completamente rota.

- Veo que aún te queda algo de inteligencia tras esa fachada de vacío. – Me dice Luke, tras sentarme frente a él.

- ¿Qué es lo que quieres? – Digo cruzándome de brazos y mirándole a los ojos. El sonríe, y se pone de pie.

- Cámbiate, vamos a dar una vuelta.

- No me apetece salir.

- Coraline, ¿puedes hacerme caso por una vez en tu vida? – Dice tratando de mantener la paciencia.

- No tengo porque hacerlo, no eres mi dueño. – Le recuerdo.

- Lo sé. Soy quien te esta manteniendo con vida, asique por una vez, hazme caso y confía en mí.

Acabo resignándome, y busco entre mi ropa algo decente que me ayude a resguardarme del frio, pensando que, si siguiera en la calle, ya habría muerto de hipotermia, de hambre, o de ambas. Cuando vuelvo a la puerta, Luke me tiende un gorro y una bufanda, y ese pequeño gesto, por un momento, me hace darle las gracias. Él me sonríe con sorpresa, abriéndome la puerta y dejándome pasar.

- Voy a enseñarte la ciudad, lo que un verdadero neoyorquino conoce, y así te mueves un poco, vas a acabar enferma si te quedas siempre en la cama.

- Creo que ya lo estoy. – Mi voz sale en apenas un susurro, pero él me escucha y me devuelve una mirada de comprensión.

- Me sorprende mucho que sigas viva, ¿sabes? Estabas muy mal cuando te encontré. No mentía al decirte que unos días mas y habrías acabado muerta.

- Lo sé.

- ¿Lo sabes? – Me mira confuso, y yo simplemente asiento.

- Me daba igual. – Era la primera vez que decía aquello en voz alta. Luke frenó en seco, volviéndose a mi con los ojos bien abiertos, encontrándose con mi mirada vacía. Sin embargo, esta vez tenía un nudo en la garganta al pronunciar aquellas palabras, dándome cuenta de que realmente había tocado fondo. ¿Desde cuando me daba igual morir?

RimaniDonde viven las historias. Descúbrelo ahora