Katniss.
Cuando llegué, ya se encontraba allí acunando un bulto que se meneaba. Al principio no me vio, lo que me dio algo de tiempo para apreciar la imagen que tenía al frente: él con su cabeza inclinada sobre la niña y arrullándola, sus fuertes hombros y los músculos de su espalda moviéndose bajo la tela de su desgastada camiseta. Cuando se paseó bajo un claro entre los árboles, una porción de luz solar cayó sobre él, provocando que su cabello rubio se viera más dorado. Perdí el aliento y, poco a poco, me detuve. Tenía que ser el chico más espectacular que hubiera honrado el planeta. Y estaba aquí, esperándome a mí. Cuando di un paso hacia adelante, una rama sonó bajo mis pies. Levantó la cabeza y me sonrió.
—Ahí estás. Su sonrisa me provocaba cosas. La forma que sus labios se estiraban y una calidez que aparecía en sus ojos, como si estuviera genuinamente feliz de verme, derretía mis entrañas.
—Sigue sonriendo, pequeña —le dijo a la bebé—. Alguien vino a verte. —¿Está sonriendo? —Olvidándome de la loca agitación que causaba en mí, me apresuré, momentáneamente más curiosa por ver a la bebé que por verlo a él. Se giró y torció sus brazos para ponerla a plena vista, y contuve la respiración, sorprendida por todos los rasgos Everdeen que tenía. Su cabello rojo se veía particularmente brillante ante la luz, y sus ojos grises se ampliaban y la curiosidad aumentaba a medida que levantaba la vista hacia mí.
—Hola, bebita Bentley —arrullé, haciéndole cosquillas en la barbilla—. Soy tu tía Katniss.Cuando Peeta jadeó, sorprendido, alcé la mirada, preocupada. —¿Qué?De inmediato escaneé los árboles, segura de que habíamos sido atrapados. Me hallaba tan absorta en escanear los alrededores en busca de problemas, que no me di cuenta de su expresión hasta que dijo—: Acabo de darme cuenta de que estás relacionada con ella tanto como yo. Flexionando los hombros, regresé mi atención a Peeta y a nuestra sobrina. Dedicándole una pequeña sonrisa, evadí—: Entonces, ¿supongo que tengo tanto derecho de sostenerla como tú? Resopló con un sonido divertido. —¿Es tu manera de preguntarme si puedes sostenerla? Asentí y batí mis pestañas hacia él, juguetonamente. —¿Por favor? Su sonrisa apareció, a pesar de que hizo una gran actuación de gemir por tener que entregarla.
—De acuerdo, bien. Si te comportarás como un gran bebé al respecto. Pero en cuanto empezó a pasármela, perdí el coraje y salté hacia atrás. —Espera.—¿Qué? —Esta vez, fue él quien escaneó los árboles mientras cubría protectoramente a Bentley. Solté un suspiro.
—Nada, es que acabo de darme cuenta de que en realidad nunca sostuve a un bebé.
—Nunca has —Parpadeó un par de veces antes de estallar en carcajadas.
—No le veo la gracia —musité, con mi rostro enrojecido—. ¿Y si no la sostengo del modo correcto? ¿Y si la lastimo? ¿Y si la rompo?—Oh, por Dios. ¿Hablas en serio? —Se encorvó levemente por reírse tanto. Estuve tentada de golpearlo en el brazo. Pero algo en mi expresión debió alertarlo de mi verdadera angustia, pues se calmó y sacudió la cabeza—. No vas a romper al bebé, Katniss. Ten. Pon los brazos como si ya estuvieras sosteniendo uno, y la pondré en su lugar. Le dediqué un ceño desconfiado. Asintió pacientemente, dándome valor.
—Confía en mí. Con un pesado suspiro, moví los brazos para tomar a un infante imaginario, sintiéndome instantáneamente como una idiota. Si estaba engañandome, Pero Peeta deslizó a nuestra sobrina en mis brazos expectantes sin problemas. Bajé la mirada hacia ella y jadeé.
—Oh, vaya. —Me encontraba sosteniendo un bebé, la hija pelirroja de Cato—. Es tan liviana. Miré a Peeta y sonrió.
—Y probablemente pesa el doble que cuando nació. Parecía tanto como un padre orgulloso, que contuve la respiración y miré su perfección por un par de segundos antes de aclararme la garganta y trasladar mi vista a Bentley de nuevo. Era adorable, incluso con su puchero y su rostro enrojeciendo. Una gruñona queja de bebé salió de ella, y entré en pánico.
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Mi Felicidad.
RomanceMe enamoré una vez. Fue asombroso. Ella era asombrosa. La vida era asombrosa.