Hace seis años

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KATNISS.

—Te deseo esta noche —repetí—, quiero ir hasta el final contigo. Peeta se quedó mirándome, aturdido, por unos cinco segundos antes de murmurar—: Jesús, City. Sabes que yo también te deseo. Es todo en lo que puedo pensar. Pero no me esperaba esto esta noche. Yo... no estoy listo. Parpadeé, no esperaba que dijera eso. Traté de alejarme, sintiéndome como una zorra asquerosa. —Lo siento. No quise presionarte. Si no te encuentras listo, yo Me cogió por los brazos, manteniéndome cerca, y se rió. —No, cariño. Lo malinterpretaste. No me encuentro listo porque... no traje nada.

—Cuando yo solo parpadeé, confundida, levantó una ceja y añadió—: Un condón.

—Oh. —Me sonrojé, sintiéndome estúpida e inmadura por ni siquiera pensar en eso—. Lo siento, ni siquiera lo pensé.

—Está bien —me aseguró, jalándome para un abrazo antes de besar mi cabello—. Sin embargo, tengo una idea, de algo que podríamos hacer en vez de ir hasta el final. —Me vio directo a los ojos, enviándome una mirada que me hizo sentir caliente... en todos lados—. Pero se trata de la tercera base. ¿Te interesa? Mi sexo se apretó con fuerza, y me animé de inmediato, exhalando con alegría y alivio.

—Sí. Definitivamente me interesa

Deslizó el dedo sobre mi pecho y luego lo bajó, hacia mi ombligo.
—Y tienes que desnudarte completamente. Hice un sonido en la parte posterior de mi garganta; no sabía si era por los nervios o la emoción. Pero asentí, aceptando los términos.

—Pero no aquí. —No tan cerca de mi familia—. Si te atrapan aquí de nuevo, sin duda, irás a la cárcel.
—Negué—. No quiero tener que preocuparme por eso todo el tiempo. Asintió, comprendiendo y respetando mis deseos. —¿En el muelle? Perfecto. —Sí, por favor.
Me devolvió la sonrisa, luciendo tan emocionado como me sentía.

—De acuerdo. Súbete. —Cuando se giró de espaldas a mí y se agachó, fruncí el ceño y él resopló—. No voy a dejar que pasees descalza por el bosque en la noche, y no creo que pueda esperar a que regreses y te pongas unos zapatos cómodos, por lo que te voy a llevar. Sacudiendo la cabeza ante su galantería, me subí a su espalda, tratando de no estrangularlo mientras envolvía los brazos alrededor de sus hombros.

—Así que... —Llevó los brazos hacia atrás y cogió mis muslos antes de levantarme un poco más. Entonces comenzó a caminar—. ¿Cómo estuvo el cotillón? Esperé hasta que estuvimos lejos del mirador y, finalmente, dentro del bosque antes de contestar—: Bien. —Mmm.
—Hizo un sonido evasivo antes de preguntar—: ¿Comiste algo bueno allí? —Mariscos —respondí, con tristeza. Sabía que no me gustaban mucho, por lo que hizo un sonido de simpatía. —¿Qué pasa con el baile? ¿Hubo un baile también? —Sí. —Suspiré, preguntándome por qué tenía tanta curiosidad por mi tarde aburrida—. Siempre lo hay.
—¿Bailaste con alguien? Parpadeé antes de que una sonrisa se extendiera por mi rostro. —¿Te encuentras celoso? Gruñó, pero insistió. —¿Bailaste con alguien o no? Todavía sonriendo, me incliné por su hombro para besarle la mejilla.

—No. Por supuesto que no. Nunca nadie me invita a bailar.
—Bien.—¿Qué? —Fruncí el ceño, pero me bajó en la rampa del muelle porque habíamos llegado a la cantera. 

Luego se volvió hacia mí y me tomó la mano. Después de llevarse mis dedos a la boca y besarme los nudillos, preguntó—: ¿Quieres bailar conmigo? ¿Ahora? Mis labios se separaron. Pero entonces asentí con entusiasmo. —Bueno. Me guió hasta el muelle y se volvió hacia mí, deslizando los brazos alrededor de mi cintura.

—No tenemos música, por lo que esto puede ponerse torpe, pero...
—Entrando en una extraña clase de vals, comenzó a bailar. Seguí su ejemplo, mirándolo a los ojos y deleitándome con cada rasgo de su rostro bajo la luz que ofrecía la luna. Con una cálida sonrisa, se inclinó para rozar la nariz a lo largo de mi sien.

Mi Felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora