Presente

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PEETA.

Comencé mi turno después de City, mientras ella terminaba de llenar el servilletero y se movía a otra mesa. Sintiendo cómo el viento me golpeaba, me pregunté por qué demonios estuve de acuerdo en ir a cualquier parte con ella, sobre a la tumba de Bentley, donde probablemente nos uniríamos. Ella necesitaba quedarse lejos de mí. Y yo necesitaba mantenerla lejos de mí. Excepto, que no era mi maldita noche. Cuando el club abrió, ella no me evitó cada vez que venía a la barra a llenar sus órdenes. A veces le llevaba sus ventas a uno de los otros camareros, pero si yo me encontraba justo ahí, me recitaba rápido lo que sea que necesitaba como si yo fuera cualquier otro compañero. Pero podía verlo en sus ojos. Alguna pena seria rondaba en ella. Lo que hacía que fuera peor es que yo sabía que no me alejaría si iba hacia ella. Si buscaba consuelo, me consolaría. Aun así, me rehusaba a tocarla, incluso me aseguraba de que nuestras manos no se rozaran durante los intercambios de dinero. La única distracción que evitó que me volviera loco, por la forma en la que ella se encontraba ahí frente a mí, acortando la distancia, fue el pequeño problema que tenía Asher. Tan pronto como las puertas se abrieron, las mujeres comenzaron a llegar. Incluso Gale se dio cuenta, deteniéndose a mi lado y murmurando—: ¿Soy solo yo, o esta noche hay un montón de chicas? No es jueves.  

No, no era jueves, y sí, había un montón de chicas. También se acercaban al área de la barra, sin esperar a que un mesero fuera hacia ellas, trayéndonos sus órdenes directamente a nosotros.

—Y todas parecen ser fanáticas de Incubus —noté. —¿Qué? —Gale volteó su cabeza hacia la multitud, donde cerca de veinte mujeres merodeaban, sorbiendo sus bebidas, y... ¿mirando a Asher? Gale rompió en una carcajada.

—Oh, maldición. Estás bromeando. Mierda, esto es demasiado bueno para ser verdad. —¿Qué? —pregunté, algo sorprendido de sentirme siquiera lo bastante curioso como para que me importara lo que decía. Puso una mano sobre mi hombro y se inclinó cerca, confidencialmente. —Anoche, Hart cantó una canción sobre esa chica que vio cantando karaoke hace un par de meses. Ella tenía novio, pero lo dejó duro, y desde entonces ha estado obsesionado con encontrarla de nuevo. De todas formas, en la canción, la letra decía algo sobre ella usando una camiseta de Incubus y cantando. En ese momento, una nueva canción de karaoke comenzó, reproduciendo un éxito popular. Miré el escenario, para encontrar a tres señoritas preparándose para cantar. Y todas luciendo diferentes versiones de Incubus en sus camisetas.

—Déjame adivinar. ¿Era All About that Bass? Ten gruñó. —Uff. Diablos no. ¿Por favor no me digas que todas esas malditas mujeres van a cantar esa canción toda la jodida noche? Apuñálenme ahora. Miré hacia Asher, quien lucía confundido frunciéndole el ceño al escenario. Justo cuando una de las mujeres sin oído empezaba a destruir la primera frase.

—No, no, ¡NO! —se quejó Gale cubriendo sus orejas—. Voy a masacrar a Hart por esto. Señalé a Asher con la cabeza.

—No creo que él aún lo entienda.
—¡Hart! —gritó Gale, yendo como un ventarrón hacia Asher—. Hijo de puta. Mira lo que hiciste. Él se volteó, con una completa confusión surcando su cara. No pude oír la conversación que siguió, pero consistió en un Gale furioso moviendo sus brazos con enfado salvaje, y la expresión de Asher pasando del desconcierto al horror. Giró su cabeza hacia todas las mujeres en el bar, y como si sintieran que por fin obtuvieron su atención, comenzaron a saludar y a gritar—: ¡Asher! ¡Aquí! ¡Mira! ¿Estás seguro que no era yo en esta camiseta? Caminó hacia atrás hasta que chocó con el mesón del fondo, apenas las miró antes de comenzar a sacudir la cabeza, negando lo que estaba sucediendo. Por el resto de la noche, se rehusó a dejar la seguridad detrás de la barra. Aun así ocasionalmente las mujeres fueron capaces de estirarse y agarrarlo, incluso algunas veces atraparon pedazos de su ropa y lo acercaron. Pero en general, manejó una risa nerviosa con ellas y con gentileza quitó las manos.

Mi Felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora