Hace seis años

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KATNISS

—Entonces, ¿qué hiciste en tu cumpleaños? ¿Tu familia hizo algo para ti? Mis pestañas se abrieron cuando la pregunta de Peeta hizo eco a través de su pecho y en mi oído, donde tenía mi mejilla presionada contra su corazón. Después de hacernos llegar al clímax mutuamente, nos había hundido en el suelo, estableciéndome en su regazo. Ahora nos abrazábamos mientras la cálida tarde nos arrullaba en un estado similar al coma. —¿Mmm? —murmuré antes señalar al corazón grabado en la madera por encima de nuestras cabezas—. Nada tan increíble como eso.

—Pero te hicieron algo, ¿verdad?No podía entender por qué hoy se encontraba tan ansioso por hablar en lugar de solo acurrucarnos. Me había preocupado al principio; había estado asustada de que hubiera pasado a página y encontrado a alguien más. Pero ahora que estaba aquí en sus brazos, perderlo era la última preocupación que tenía.

—Por supuesto que hicieron algo.
—Puse los ojos en blanco—. Mi madre es la reina de la planificación de fiestas. Le encanta tener una razón para celebrar casi cualquier cosa. Pidió langosta, e hizo que algunos de sus amigos más cercanos vinieran. —¿Langosta? —Peeta resopló—. Es bueno escuchar que conocen todas tus comidas favoritas. —Su sarcasmo no me pasó desapercibido—. ¿Y dijiste sus amigos más cercanos? Asentí.

—Algunos de los compañeros de trabajo de mi padre, los compañeros planificadores de caridad de mamá y sus familias, su abogado —¿Su abogado? ¿Trajo a su hijo pervertido? ¿Cómo se llama? ¿Jeremy? —Sí. —Suspiré y me acurruqué más cerca de él—. Él estuvo allí también. Comenzó a acariciarme el cabello.

—No intentó nada contigo, ¿verdad?—No. Solo se burló de mí por haber cumplido dieciséis años y nunca haber sido besada.

—Ese idiota. Espera, ¿por qué creería que nunca has sido besada si la última vez que te vio, te acusó de ser sexualmente activa?—Tal vez porque lo puse en su lugar el día que me acusó.

—Perezosamente dibujé las palabras Te amo en su pecho con el dedo.

—Yo también te amo. —Al presionar un beso en la sien, me preguntó—: ¿Y no intentó besarte? Meneé la cabeza. —No. Sus dedos encontraron mi pelo.

—Bien. ¿Recibiste algunos regalos buenos? Apretando los dientes, deseé que no hubiera preguntado eso. Así que murmuré la respuesta, esperando que dejara el tema. Excepto que frunció el ceño y bajó la oreja a mi boca. —Lo siento, ¿qué dijiste? —Dije que me regalaron un coche —murmuré en un suspiro.
Sus ojos se abrieron. —¡Mierda! ¿De verdad? ¿Un coche? ¿Qué tipo?Lo miré con nerviosismo. —¿No estás molesto? —¿Qué? —Parpadeó y frunció el ceño—. ¿Por qué diablos iba a estar molesto?—Porque...
—Aparté la mirada, sonrojándome—. Mis padres pueden simplemente salir y comprarme uno nuevo, Capturándome la barbilla, me obligó a mirarlo.

—No puedes hacer nada si tu familia tiene dinero y la mía no. Creo que es increíble que tengas algo para conducir. Sé agradecida, no te avergüences de tu buena fortuna. Hice un sonido evasivo y me acurruqué contra él, deseando poder pasar un poco de mi "buena fortuna" en su dirección para que no siempre tuviese que trabajar tan duro. —¿Qué marca es? —preguntó, empujándome con su hombro.

—Un Audi. —Lo miré a tiempo para captar sus cejas alzarse, impresionado.

—Genial. Quiero verlo. Espera. ¿Puedo verlo?Cuando se me ocurrió una idea, me animé por completo. —¿Quieres conducirlo? —ofrecí en su lugar. Su boca comenzó a abrirse antes de farfullar—: Uhmm... diablos, sí.

—Mierda, City, nunca he estado en un coche así de bueno. Maldita sea, incluso huele increíble. ¿No te encanta como huele ese cuero nuevo? Sonriéndole desde el lado del pasajero, acurruqué las piernas sobre el asiento y apoyé la mejilla sobre mis rodillas.

Mi Felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora