Había pensado que mi mayor problema serían Prescott y sus sentimientos por Christian, pero sé que me equivoqué tan pronto como un adolorido Reynolds entró a la sala del ático.
Christian se levanta de la mesa en la que habíamos estado desayunando y se le acerca, haciendo un gesto hacia Sam para que retroceda.
—Me alegra verte en pie. —es lo primero que le dice.
Reynolds frunce las cejas hacia quien, asumo yo, ahora es su nuevo jefe.
—Tres balas no van a detenerme, señor Grey.
—Casi lo hacen.
Christian señala el sofá para que tome asiento, pero él decide permanecer de pie.
—Perdí la conciencia porque me golpeé la cabeza, asumo que me dieron por muerto por toda la sangre regada.
Ojos grises frunce las cejas.
—¿Los viste?
—Si, señor. Era Jack Hyde y al menos un hombre más cuando entraron a la casa. Desconozco cómo es que burlaron a los guardias del perímetro.
Mi curiosidad es mucha, así que me levanto de la silla para acercarme y escuchar con más claridad, los ojos de Christian moviéndose rápidamente hacia Sam.
—El vídeo muestra que estuvieron vigilando la casa al menos dos días antes, lo que me hace sospechar que venían exactamente buscando a Elliot.
Mierda.
Reynolds tiene un semblante de muerte, luego sus ojos se mueven hacia mí y saca de su chaqueta una pistola que apunta directamente a mi cabeza.
—¿Qué carajos crees que haces? —gruñe Christian.
Prescott intenta acercarse para quitarle el arma, pero Reynolds se mueve de tal forma que está más cerca de mi y más lejos de ellos.
—Es su culpa, señor Grey. Estoy seguro que ella está relacionada con la muerte de Elliot.
Siento que mi corazón se detiene dentro de mi pecho y la sangre me abandona, no necesito verme para saber que estoy pálida. Y siento frío.
—Es absurdo. —Christian lo mira, luego a mi y de nuevo a él—. ¿Por qué crees que Ana está involucrada?
¿Además de lo obvio? ¿Que fui yo quien le pidió a Elliot que matara a Taylor? Christian lo sabe y no parecía molesto.
—Podría jurarlo, señor. La puta los ayudó a matarlo.
¿Yo?
De nuevo Sam intenta acercarse a él, pero antes de que pueda avanzar, Christian le hace una seña para que espere.
—¿Tienes pruebas de lo que dices? ¿O solo estás lanzando acusaciones estúpidas para cubrir tu incompetencia?
Reynolds aprieta el mango de su arma con tanta fuerza que lo escucho crujir, aún apuntando a mi cabeza y me queda claro que él podría solo dispararme y acabar con mi vida.
—Es su culpa que Elliot estuviera en casa, estoy seguro que ella tenía la intención de distraerlo para que Hyde hiciera su parte.
Por un momento espero que Christian niegue las acusaciones en mi contra, pero se queda ahí solo mirando a Reynolds. Sus ojos se mueven a mi con algo de intriga antes de volver a hablarle.
—¿Por qué crees eso?
Reynolds me señala incluso cuando ya me está apuntando.
—Elliot había dicho que saldríamos después del desayuno a cobrar el dinero de unas apuestas que ganó en la madrugada, yo estuve con él todo el tiempo. —se acerca hasta apoyar el cañón contra mi cabeza y lo empuja ligeramente—. Después me envió un mensaje diciendo que tenía que ayudar a esta perra con algo, por eso estábamos aquí. Por eso lo emboscaron y mataron.
Las imágenes de Elliot sentado sobre el escritorio se reproducen en mi mente, un tronido, un agujero atravesando su frente y la sangre salpicando. No puedo evitar que las lágrimas escurran por mis ojos al recordarlo.
—Puedo explicarlo. —aseguro.
Ojos grises me miran fijamente.
—Apuesto a qué puedes, perra mentirosa. ¡Dile la verdad! ¡Dile que hiciste que mataran a Elliot!
—Christian, por favor. —doy un paso hacia él pero no reacciona—. Si, es cierto, le pedí a Elliot que se reuniera conmigo para ayudarme con tu regalo de cumpleaños.
—¡Mientes! —Reynolds sigue presionando pero es Christian quien tiene mi atención.
—¡Lo juro! Le pedí su ayuda para conseguir un obsequio para ti y lo encontré en el estudio.
No me había dado cuenta que Prescott se movió al lado contrario hasta que apoya su mano en el arma de Reynolds y se la quita con un movimiento rápido, lo que solo hace que ambos hombres comiencen a lanzarse golpes.
—¡Alto! —Christian gruñe—. ¡He dicho que se detengan, maldita sea!
Incluso yo me estremezco con el sonido de su voz, un escalofrío que poco tiene qué ver con excitación y orgasmos.
Ambos se separan rápidamente y todos vuelven su atención hacia mi.
—¿Luego qué? —me dice, o me ordena que continúe.
—Me estaba hablando de tu regalo de cumpleaños y lo próximo que supe es que su sangre estaba por todos lados y su cuerpo cayendo al piso. Lo juro, ni siquiera pude gritar.
Tengo qué admitir que Christian dudando de mi duele, pero también es un peso menos sobre mis hombros al revelar las circunstancias de la muerte de su hermano.
—¿Los viste? —la pregunta viene de Reynolds, así que no debería contestar, pero Christian sigue mirándome.
Esperando una respuesta.
—No. —digo, porque es la verdad—. Solo un vistazo al cañón del arma medio segundo antes de que Elliot cayera.
Por un minuto que parece la eternidad, Christian solo me mira. Se gira sobre un costado y le hace una seña a Prescott para que se encargue de Reynolds, lo que sea que eso quiera decir.
Cuando la sala se queda en silencio una vez más, me siento otra vez como la frágil y asustadiza chica que Elliot y Reynolds golpeaban por diversión.
—Christian, lo juro. No tengo nada que ver en esto. —... Más de lo que ya sabes, quiero decirle.
Su mirada finalmente se aleja, y el frío de su repentina indiferencia me golpea duro y preciso.
—Sal de mi vista ahora, Ana. No estoy de humor para verte.
Y eso es todo lo que se necesita para derrumbar mi mundo a sus pies.
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Grey (Color Venganza #2)
FanfictionLe tendí una trampa. Lo que no esperaba era que yo sería la primera en caer: me enamoré de él. Acepté la oscuridad y el peligro que era su vida, hasta que cometí un error que me lo arrebataría todo. Un secreto imposible de ocultar.