Capítulo 34.

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Nos tomó al menos tres exhaustivos días hacer la limpieza de la casa, lo suficiente para ponernos cómodas y comenzar a disfrutar la espera.

Juré que pasaríamos desapercibidas en el solitario barrio, pero eso cambió cuando nuestros vecinos los Wilther decidieron hacernos una amistosa visita.

—El clima aquí es perfecto, ya se acostumbrarán. Por cierto, ¿De dónde son ustedes, chicas?

—California. —digo al tiempo que Mía/Nora dice Texas.

La señora Wilther mira de una a la otra antes de fruncir las cejas por encima de su taza de té.

—Oh.

—Yo vivía en Texas, Cassie en California. —Mía le dedica una sonrisa soñadora—. Buscábamos algo menos caluroso que nuestros hogares.

—Lo entiendo, cariño. Lo mejor aquí es la vista de las montañas y los días nevados. Un lugar maravilloso para la familia.

Hmm.

Las mejillas me duelen de seguir forzando una sonrisa en mis labios mientras dejo que la muy hábil mentirosa Mía haga una fabulosa historia de nuestra vida.

—Ustedes se ven preciosas, ¿Cómo se conocieron?

Esta vez mantengo la boca cerrada y dejo que la rubia conteste, sabiendo que tendrá algo bajo la manga para encantar a la vecina que nos trajo un delicioso cheesecake de bienvenida.

—En realidad, mi hermano se enamoró de ella primero. —Mía hace un puchero y mis pensamientos van hacia el hombre de ojos grises—. Él me dijo: "hermana, tienes qué conocerla, es fantástica". —ella estira la mano a través del sofá para apoyarla sobre mi muslo—. Y lo fué.

La señora Wilther suspira creyendo cada una de las palabras de esta mentirosa, y termina su taza de té que coloca sobre la mesita. Mira el reloj Cartier en su muñeca y se levanta.

—Me dió mucho gusto conocerlas, espero que la próxima vez puedan visitarme. —nos da a ambas un abrazo rápido—. No duden en llamarme si necesitan algo.

—Gracias, Señora Wilther.

Mía se despide y la acompaña a la puerta, más que nada para asegurarse que por fin se va.

—Creí que nunca se iría. —se queja cuando vuelve a la sala.

—Al menos el cheesecake está delicioso. —corto otra rebanada y la pongo en mi plato—. Creo que voy a necesitar otros dos de estos.

Gimo bajito con el tenedor aún en la boca, deseando poner otro pedazo de postre en mi estómago que hoy ha estado muy tranquilo. Nada de náuseas esta mañana.

—Puedo cocinar un cheesecake muchísimo mejor que ese, ya sabes, tu novia pastelera. —se señala, luego frunce las cejas—. ¿Ya estás teniendo antojos raros? ¿De cuánto estás en realidad?

Oh, si. El asunto del bebé Grey.

—Bueno, hmm. —bajo el tenedor y miro a la rubia—. No lo sé.

—Pero... ¿Tomas vitaminas prenatales, no? Las vi en la encimera esta mañana, pensé que estabas teniendo visitas regulares con tu médico.

—No. Solo me lo recetó cuando... —¿Le mentí a tu hermano?—. Christian y yo hablamos sobre tener un bebé, como una preparación para cuándo el bebé finalmente estuviera ahí.

Mía parece creer mis palabras y asiente, mirando su mano mientras acaricia el cojín de la sala, seguramente pensando en su hermano igual que yo.

Dios, no quiero hacer esto sin él.

—Ahora que estamos instaladas, deberíamos conocer la ciudad y buscarte un ginecólogo. Así podemos comenzar a hacer planes con mi sobrino o sobrina.

—Claro. —respondo, pero mi estado de ánimo no es el mejor.

Me alegré cuando cambió el tema y creí que lo olvidaría, pero un par de horas después se acercó a mi con su suéter bajo el brazo.

—Hey, no lo vas a creer pero encontré una pequeña clínica a unas cuadras de aquí y no hay que hacer cita, ¿Te gustaría ir ahora?

No.

—Hmm, Mía... —balbuceo, tratando de encontrar las palabras adecuadas—. Es muy pronto, no creo que debería...

—¡Tonterías! Soy la Grey a cargo, así que digo que iremos y nos aseguraremos que ese pequeño pastelillo en tu vientre esté creciendo como debería.

Carajo, ella parece determinada a hacer la tarea. Y ya que no quiero desanimarla ahora que ella parece haber olvidado sus moretones y heridas, asiento.

—Después de ti.

Salimos a la calle con nuestros suéteres tejidos, caminando calle abajo hacia el centro de la ciudad. El tráfico no es un problema, pero la rubia desliza su brazo por detrás del mío.

—Se supone que somos novias, yo seré la soñadora y tú puedes ser la chica ruda patea culos.

—¿Lo soy? —mis cejas se fruncen por la descripción.

—¿Traes esa pistola contigo?

Obviamente. No respondo, solo le dedico una mirada que lo confirma.

—¿Lo ves? Eres la sobreprotectora de la pareja.

Pongo los ojos en blanco hacia mi cuñada, aún caminando con los brazos entrelazados por las calles. Debemos parecer totalmente confundidas porque las personas nos miran mientras pasamos.

—¡Ahí es! —chilla—. Rápido, ven para que pueda ver si el médico está libre.

Me arrastra hasta un mostrador blanco en medio del pasillo y carraspea para atraer la atención de la enfermera.

—Buenas tardes, queremos ver al obstetra.

La chica con el uniforme rosa sonríe y revisa la pantalla de su computadora.

—El doctor está libre, ¿A qué nombre hago la cita?

La rubia entra de nuevo en su papel de incógnita y extiende su mano por encima del mostrador.

—Soy Nora Coleman, mi hermana Cassie necesita que el médico la revise.

La enfermera la mira a ella, luego a mi como si nos analizara y finalmente sacude la cabeza.

—Por supuesto, Señorita Coleman. Denme un momento.

Tan pronto como la chica se aleja, golpeó el brazo de Mía.

—Estás comenzando a disfrutar esto, ¿Cierto?

Ella sonríe.

—Creo que podría decirme a la actuación, un nuevo talento descubierto gracias a ti.

Gracias a que nuestras vidas corren peligro, querrá decir. Evito el comentario y estiro una pequeña sonrisa en mis labios.

—Gracias por hacer esto conmigo Mía, de verdad me alegra tenerte cerca. —deslizo mi mano por su brazo para darle un apretón, pero ella me abraza.

—Es lo menos que puedo hacer por ti, por cuidarme. Ahora deja que yo te cuide y a ese pastelillo, hasta que mi hermano pueda venir por todos nosotros.

Christian.

No digo mis temores en voz alta. Pero lo cierto es que con cada día que pasa, la esperanza se desvanece un poco más.

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(◍•ᴗ•◍)❤

Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora