Capítulo 31.

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Después de una cena rápida con galletas y jugo, Mía tomó otra dosis de analgésicos y cayó inconciente en la cama individual de la habitación. Su respiración profunda es todo lo que se escucha.

Vuelvo mi vista hacia la ventana solo para estar segura que nadie nos busca, reviso que mi arma esté cargada de nuevo y continúo vigilando. A pesar del cansancio de conducir, no puedo cerrar los ojos.

—Dormiré cuando estemos en Aspen.

El sol comienza a salir en el horizonte un par de horas más tarde, así que ayudo a Mía a su ir a la suv de nuevo y entrego la habitación sin problemas. Creí que volvería a dormir, pero la rubia gime de dolor cuando se endereza en el asiento.

—Carajo, necesito un café y un frasco de aspirinas. —intenta mirar el camino frente a nosotras—. ¿A dónde dijiste que vamos?

—No lo dije.

Tomo un vaso térmico del soporte y se lo entrego. Es café de una máquina de sanidad dudosa, pero tendrá que servir hasta que pueda volver a parar en algún momento de las próximas 13 horas.

Yo tomo el bote de jugo de naranja y bebo, sintiendo la acidez y algo de náusea subir por mi garganta. Estoy a punto de responder cuando los pocos sorbos de jugo deciden salir repentinamente de mi cuerpo.

—¡Mierda! —quito el pie del acelerador al tiempo que abro la puerta—. Voy a v...

Siento las manos de Mía sobre el volante ayudándome a mantenerlo recto, al menos el tiempo suficiente para expulsar el contenido de mi estómago.

—¿Estás bien? —me mira, con la cara torcida de dolor.

—Si, estoy bien. Lo siento. —me limpio la boca con la manga del suéter—. Puedo conducir, ya puedes soltarlo.

Ella lo hace inmediatamente, exhalando con dificultad por los golpes que aún están sanando. Y ya que quiere charlar, decido dirigir la conversación hacia algo que sigue dando vuelta en mi mente.

—¿Puedo hacerte una pregunta?

—Seguro. —sorbe un pequeño trago de café y gime por el movimiento.

—¿A qué se refieren cuando dicen que Christian le hizo una promesa a tu madre?

Como lo supuse, el cambio de tema atrae la atención de la rubia y su mirada se clava al frente, vagando en sus recuerdos.

—Es... —comienza a hablar pero se detiene.

—¿Complicado? —la aliento a continuar.

—No. —agita la cabeza y una pequeña sonrisa se estira en sus labios—. Elliot siempre fue Elliot, ¿Sabes? Irresponsable, inmaduro, juguetón... Mamá estaba todo el tiempo detrás de él por todos los problemas que ocasionaba. Christian era el serio, siempre leyendo y siendo retraído. Y yo era una niña. —esta vez ríe bajito—. Mamá y papá le pedían a Christian que cuidara de nosotros mientras ellos trabajaban.

Oh.

Creo que recuerdo algo de eso, sobre ellos teniendo extensos horarios de trabajo y dejando a sus hijos para cuidarse a si mismo. La imagen de ellos tres en una versión más joven también me hace sonreír.

—Christian se encargaba de preparar la comida y de que Elliot no se escapara de la casa.

—¿Lo hizo?

La rubia asiente.

—Un par de veces antes de que Christian pateara su culo flaco de vuelta a la habitación. —la sonrisa genuina en sus labios compensa todo mi cansancio—. Mi hermano mayor siempre haciéndose cargo.

Lo hace.

Si lo que me dijo Sam es cierto, Elliot lo metió en demasiados problemas desde antes de conocerme y él siempre lo protegió. Y eso me deja claro que Christian ama a su familia.

Lágrimas traicioneras se forman en mis ojos con la idea de un pequeño niño de ojos grises y cabello cobrizo que quizás nunca conozca a su padre.

—Entonces... ¿Falta mucho? —Mía interrumpe mis pensamientos—. No quiero ser desconsiderada, pero es probable que necesite estirar las piernas y orinar esa deliciosa taza de café en cualquier momento.

Sus palabras son tan extrañas que arrugo la nariz en una nueva y giro levemente la cabeza para mirarla sonriendo.

—¡Mía! Eso es asqueroso.

Ella encoge sus hombros.

—Tú vomitaste primero, yo solo quiero aportar algo al equipo.

Asqueroso. Pero bien, tiene razón. Y toda la charla nos hizo superar el momento emocional en el que estábamos cayendo. Me estiro para alcanzar el móvil desechable y lo pongo en sus manos.

—Aporta algo de utilidad revisando el GPS y diciéndome cuánto falta hasta el próximo estado.

Sus cejas se arquea en su frente.

—¿Estado? ¿Vamos a Utah?

Decido que ella me agrada, incluso si no fuera la hermana de Christian, estoy segura que seríamos grandes amigas.

—Un poquito más lejos.

Mantengo la sorpresa para mí misma un poco más, agradecida de que los últimos cientos de kilómetros transcurren más rápido y antes de caer la tarde, estamos llegando a Green River.

Mi acompañante rubia despierta en el momento en que apago el motor en el estacionamiento del Holiday Inn, sus ojos somnolientos se abren y cierran varias veces antes de darse cuenta en donde estamos.

—¿Llegamos?

—No. —pongo los ojos en blanco—. Es nuestra última parada antes de llegar. Necesito descansar un poco, mis brazos están tensos de conducir.

Reservo una habitación y vuelvo a la camioneta por Mía y nuestras cosas, porque ella prefiere pasar desapercibida con esa gorra y lentes oscuros cubriendo su rostro. Nada sospechosa.

Nos instalamos en la habitación y por primera vez en muchas horas, confiando en que muchos kilómetros nos separan de Seattle, por fin me permito cerrar los ojos y descansar un poco. Cuando despierto en medio de la noche, es la figura de Mía la que está sentada frente a la ventana, vigilando.

—Descansa un poco más, Ana. Es mi turno de cuidar de ti. —echa un vistazo a la pistola sobre la mesita de noche y de nuevo a la ventana—. Es lo que mi hermano mayor hubiera querido.

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¡Uno más!

Siento la demora 😥

¿Alguien quiere saber qué pasó con Prescott y Christian? ¡Siguiente capítulo será Sam POV!

(◍•ᴗ•◍)❤

Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora