Capítulo 5.

1.1K 194 6
                                    

Mía Grey es una persona maravillosa.

—Solo es salsa Teriyaki, las verduras tienen un toque de mantequilla. ¿Te gusta?

Ella toma el último corte de su carne y lo lleva a su boca con un gemido de aprobación que hace que su hermano ponga los ojos en blanco.

—Absolutamente maravilloso. ¿Christian te dijo que estudié cocina en la escuela culinaria de París?

—Hmm, no.

Ojos grises sirve la que sería su tercera copa de vino tinto y se la lleva a los labios con tanta rapidez que pareciera whisky.

—Bueno, lo hice. He estado allá al menos 5 años y puedo decirte que es una ciudad maravillosa, Ana. Tal vez mi hermano pueda llevarte y les prepararé algo delicioso en el restaurante.

Christian luce tan cansado que creí que iría a la habitación a descansar o al menos a tomar una ducha rápida, pero se queda sentado mientras se acaba la copa. Oh, carajo, tal vez lo que quiera es hablar con su hermana a solas.

—Si, estoy segura que podríamos planear algo. —le sonrío a la rubia y me levanto para tomar los platos—. Hice algunos muffins de vainilla, ¿Te gustaría comer uno? ¿O un café?

No escucho su respuesta porque me dirijo a la cocina, pongo todo en el fregadero y me tomo mi tiempo sacando los panes del horno. Justo como lo pensé, Christian aprovecha el momento para hablar con su hermana.

—Quiero decirte un par de cosas de Elliot, no quiero que te tome por sorpresa mañana. —su voz es baja y firme, y yo permanezco en silencio para escuchar.

Ella también permanece en silencio por un momento.

—¿Es tan malo como creo que es?

Peor.

—Si. —aparta la copa vacía y se recarga en la mesa—. Elliot se metió con personas que no debía  y pagó las consecuencias con su vida. Y lo siento mucho, porque prometí protegerlos a ambos.

Escucho a la rubia sollozar bajito  mientras pongo todo en una bandeja y busco en silencio la azúcar y la crema.

—No te disculpes, Christian. Sé que Elliot habría hecho lo que sea que quisiera solo por llevarte la contraria. Así era él.

Se quedan en silencio de nuevo, seguramente lidiando con el dolor y los recuerdos del rubio odioso que me hizo pasar malos momentos, pero al final comenzaba a agradarme.

Les doy un momento para bajar la tensión mientras les llevo los pastelillos y las tazas de café. Pongo un plato frente a cada uno, aún sabiendo que Christian no va a tomarlo.

Me hace una seña con la cabeza para que me siente en mi silla y tomo mi propio muffin para comer un pedazo. Creí que Mía ya no deseaba hablar del tema, por lo que me sorprende con su pregunta.

—¿Y que hay de ti? ¿Estás a salvo? —su mirada se mueve a mi—. ¿Ustedes lo están?

Por ahora, supongo. Soy incapaz de mentirle a esta agradable chica, así que dejo que su hermano responda.

—Lo estamos, me estoy encargando de todo justo ahora. Pero tienes que saber que por el momento me sentiría más seguro si tú permaneces todo el tiempo aquí o con alguien de mi equipo de seguridad.

La rubia se pone más pálida de lo que ya es cuando las palabras de su hermano se asientan, pero está tan afectada todavía que asiente en automático.

Decido intervenir.

—Mañana será un día pesado, ¿Te gustaría descansar ahora?

Mía sigue sin moverse y puedo ver la preocupación en ciertos ojos grises. Tomo el plato con el muffin y la taza de café al tiempo que señalo hacia las escaleras.

—La habitación de invitados está arriba y lista para ti, ¿Te acompaño?

Ella se pone de pié y me sigue con la cabeza baja y los brazos alrededor de su cuerpo. Cómo yo, ella no eligió esta vida para si misma y eso lo entiendo. Mía se alejo mientras que yo decidí quedarme.

—Espero que te sientas cómoda aquí. —empujo la puerta y pongo las cosas sobre la cómoda—. Por favor, avísame si necesitas algo.

Observa todo y se acerca a la cama para sentarse. Su maleta está sobre la silla esperando a que desempaque y dejé algunas toallas limpias en el pequeño baño de la habitación.

—Si, gracias. Y también quiero agradecerte por estar aquí para Christian. —su expresión vuelve a ser una muy triste—. Siempre ha sido tan serio y responsable que es bueno que tenga también a alguien que cuide de él.

Porque estoy enamorada, quiero decirle. Pero no sé si Mía quiere escuchar eso, o si deba decírselo antes que a su hermano, pero solo sonrío y señalo el pasillo.

—No tienes qué agradecerme por eso. Pero lo dije en serio, avísame si necesitas algo más.

Cierro la puerta para darle privacidad y bajo las escaleras para asegurarme ahora que Christian no está bebiéndose toda su reserva de whisky porque solo puedo lidiar con un Grey a la vez.

Lo encuentro todavía sentado a la mesa pero la licorera ya se encuentra ahí con un vaso de cristal.

—Creo que has bebido suficiente, ¿Por qué no vienes a la cama? —sostengo su rostro con mis manos—. Anda, te dejaré terminar lo que comenzaste anoche.

—Dios... —pone los ojos en blanco—. ¿Entonces si pasó? Creí que lo había imaginado.

Eso me hace reír, recordándolo dormir en medio del sexo. Dudo que le haya ocurrido antes.

—Querrás decir que no pasó. —le ayudo a ponerse de pie para alejarse de la licorera—. Y ahora tengo ganas de tener sexo.

Sé que lo tengo cuando pone sus manos grandes sobre mi culo y aprieta con fuerza.

—Mi hermana está de visita. —me recuerda.

—En el piso de arriba, Christian. La ventaja de este lugar es que la habitación principal está justo ahí. —la señalo—. Tu hermana estará bien.

Es todo lo que tengo qué decir para convencerlo, luego él mismo me empuja hacia la habitación y cierra la puerta detrás de nosotros. Lo próximo que sé es que me está desnudando como si fuera lo único que necesita para vivir.

.
.
.

3/5

Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora