Final.

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Me siento tan tonta, tan confundida.

Mi vida parece una de esas tragedias griegas donde el destino se encarga de separar a los amantes con crueldad. ¿Podría ser capaz de superarlo?

Supongo que incluso Sam lo desconoce porque sigue en la puerta principal de la casa que una vez fue de mi padre, vigilando. Esperando, tal vez.

—Como si fuera a huir. —digo bajito, mirándolo por encima de mi hombro.

No hay forma en el mundo en que abandone a mi hija, pero justo ahora necesito un momento para pensar en todas las cosas que han pasado en los últimos meses. Carajo, se siente como si hubieran sido años.

Echo otro vistazo a la casa abandonada, con los muebles cubiertos con sábanas y capas de polvo por todos lados. La chimenea encendida es la única luz en toda la oscuridad.

Y el silencio.

¿Siempre fue así? Intento imaginarme a mi misma en esta casa, yendo de un lado al otro con Ray mirándome desde la barra de la cocina con una gran sonrisa y su taza de café. Nada.

El sonido de un auto deteniéndose en la calle es todo lo que necesito para saber que Christian está aquí y mi tiempo de pensar se acabó. Debo tomar una desición definitiva ahora.

Prescott se aleja de la puerta y lo escucho hablar bajito con alguien, luego los pasos firmes de Grey hacen contacto con la madera del piso.

—¿Anastasia?

Lo escucho intentar alcanzar el interruptor de la luz y lo presiona, iluminando la sala en donde me encuentro sentada frente a la chimenea. Sus pasos no se mueven pero siento su mirada en mi.

—¿Ana? —intenta de nuevo—. Nena, Grace te necesita.

Mi pequeña bebé, por supuesto que lo hace. Soy incapaz de estar enojada con Christian, es el dolor de todo lo que me hace sollozar.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —antes de enamorarme de ti.

—¿Cuándo habría sido el momento adecuado, Ana? ¿Cuando eras prisionera de Elliot? ¿O debí hacerlo cuando compartías mi cama? Me habrías odiado.

Giro solo un poco para mirarlo sin importarme los ojos hinchados, la cara llorosa o la expresión devastada.

—Merecía saberlo.

Él asiente antes de acercarse un par de pasos y detenerse a mi lado, aún de pie mientras yo soy un ovillo en el piso de madera. Al menos la chimenea encendida me mantiene calientita.

—Lo sé, pero primero no sabía quién eras, no lo relacioné. Cuando por fin lo hice, no quería perderte. —dirige su mirada al comedor y la cocina antes de volver—. Lo hago ahora porque no quiero secretos entre nosotros.

Una risa sin humor brota de mi cuerpo.

—Tal vez debiste mantener el secreto, Christian. Me habrías evitado el dolor desgarrador que siento ahora.

Estaba segura que él estaría de acuerdo con mentir o que intentaría reconfortarme, pero no lo hace. O lo hace a su modo.

—Si, habría hecho lo posible por evitarte el dolor, pero déjame ser honesto aquí y decir que no estoy arrepentido de nada.

¿Qué?

—¡¿Cómo te atreves?! —chillo, girando más el cuerpo hacia él para enfrentarlo.

Extiendo las piernas para levantarme pero me detengo cuando él se inclina y se arrodilla a mi lado.

—Nena, sé que tu padre era un hombre inocente y no merecía morir de esa manera, pero escuchame en esto: si tuviera qué hacerlo de nuevo, lo haría exactamente de la misma forma porque todo esto es lo que te trajo a mi. —lo veo tragar con fuerza y su expresión severa se suaviza—. Si tu padre viviera, aún estarías aquí, probablemente yendo a la universidad y saliendo con jodidos imbéciles. Y yo soy un bastardo egoísta.

Soy tan tonta... Quisiera estar enojada con Christian pero mi amor por él me ciega a cualquier otra realidad. Además, nada de lo que haga ahora me devolverá a Ray.

—No quiero esto para Grace, no quiero que nos pierda o tener qué vivir siempre mirando sobre mi hombro. Quiero paz.

Sus cejas gruesas se arquean en confusión.

—Nena, estoy seguro que podríamos encontrar una manera.

—No. —lo interrumpo, lágrimas formándose nuevamente en mis ojos—. Grace debe tener una vida lo más normal posible.

Nada de armas, nada de drogas, ni viejas disputas territoriales entre bandos criminales. Nuestras familias ya han sangrado lo suficiente.

—Ana, por favor. No me dejes.

¿Dejarlo? ¿Podría siquiera intentarlo? Dirijo mi mirada a la ardiente flama de la chimenea, tratando de imaginar una vida sin Christian.

No puedo.

—No estoy dejándote. Estás renunciando a tu vida criminal, Christian. —mi voz es firme, no una orden pero si un ultimátum—. Tienes una empresa y eres rico, no necesitas un negocio teñido de sangre. No dejaré que Grace sea lastimada para llegar a ti.

El fugaz pensamiento de Mía atraviesa mi mente, una víctima más de las desiciones de sus hermanos.

—Lo haré.

—¿Solo así? ¿Ni siquiera vas a debatirlo? —me sorprende que fuera tan fácil.

—Tu misma lo dijiste, no necesito ese dinero. Tengo más de lo que podrías gastar, puedo prescindir de esto y dedicarme de tiempo completo a mi empresa legal.

Genial.

Finalmente él sonríe y me ayuda a levantarme del piso tibio, luego me levanta en sus brazos con un rápido movimiento.

—¿Por qué está tan solo aquí? Le vendí la casa a los señores de al lado. —Oh, Dios. Al menos que algo les pasara a ellos también. ¿fue así?

Christian sonríe ligeramente.

—Cuando lo descubrí todo, compré la casa otra vez para ti, como una forma de disculparme aunque soy consciente de que no repara el daño que ocasioné. Aún así, la casa es tuya para que decidas sobre ella.

¿Compró la casa? Todo es un agradable lío confuso que ya tendré tiempo de resolver.

—Te amo Christian, y Gracias.

—También te amo, nena.

Presiona sus labios contra los míos en un beso corto, luego gira llevándome con el hacia el auto que nos espera. Antes de subir, se detiene para mirar a Prescott.

—Llama a Welch, dile que me estoy deshaciendo de las armas y las drogas, puede hacer que la policía las confisque como parte de los negocios de Taylor y Hyde. Que se asegure de que mi nombre no se vea involucrado.

Sam asiente y espera a que ambos subamos al asiento trasero para cerrar la puerta. Con la tranquilidad recuperada y la esperanza de una nueva vida, nos dirigimos de vuelta a casa.

A nuestro hogar.

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(◍•ᴗ•◍)❤

Siguiente: Epílogo y extras.

Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora