Capítulo 27. Grey.

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Christian... Christian... Christian... —su puta voz es como un balde de agua fría sobre mi cuerpo.

El jodido imbécil tiene el descaro de reírse y tomarse su tiempo para hablarme, lo que me recuerda que debo ser igual que él.

—Jack.

Me aparto de la sala para que Ana no escuche y me dirijo a mi escritorio para marcar el teléfono de Welch. La tensión debe irradiar de mi porque Prescott y Rodríguez también se tensan con el sonido bajo de mi voz.

—Me alegra tanto que me recuerdes, Chris. ¿Cuánto ha pasado? ¿10 años?

9 malditos años, no es que los cuente.

—¿Qué quieres? —cuanto más rápido pueda hacerlo hablar, más rápido pondré a salvo a mi hermana.

—Oh, vamos Chris. ¿No nos vemos en 10 años y ni siquiera me invitas una copa? Creí que éramos amigos. —el tono burlón en su voz comienza a alterarme los putos nervios—. Ah, ya me acordé que eso terminó mal, ¿Verdad? Y luego descubro que eres el responsable de la muerte de Taylor.

Mierda.

Sabía que Elliot me arrastraría a esto tarde o temprano, tal como lo hizo una década atrás. Incluso en la muerte mi querido hermano se asegura de joderme la vida, pero no tiene caso discutir eso con Hyde.

Debo asumir la responsabilidad por Elliot así como lo hice hace 9 años.

—¿Por qué tienes el número de mi hermana? ¿Dónde está ella?

En el preciso instante en qué las palabras salen de mi boca, Ana deja caer el contenedor sobre la alfombra y se pone de pié, su mente uniendo rápidamente los puntos. Ella se acerca al escritorio, seguida por Prescott.

—De vuelta en Seattle, ¿No te alegra? Podrías tener otra pequeña reunión familiar, ¿Te interesa?

Mi hermanita en manos de mis enemigos, mi maldita pesadilla vuelta realidad. Quiero saber cómo es que la encontró, o cómo logro traerla hasta Washington cuando ella ya estaba a salvo en París gracias a mi jet. Tantos pensamientos dando vueltas en mi cabeza.

—¿Qué quieres a cambio? —si esto se trata de dinero, escribiré el puto cheque y haré que Mía se mude a otro país, tal vez uno más pequeño donde no pueda ser localizada.

—Bueno, verás... —Jack se ríe, disfrutando cada jodido segundo—. Una fuente cercana me dijo que quien tuvo la idea de matar a Jason es una pequeña chica castaña que vive contigo. La quiero a ella.

No.

Mi mirada busca inevitablemente a Ana y a sus ojos azules asustados, la palidez de su rostro es solo el reflejo del terror que siente por mi hermana. Y está embarazada. Lleva a mi bebé en su vientre, la continuación de la familia Grey.

—Te daré cualquier otra cosa, la chica no vale tanto como mi hermana y lo sabes.

Es ahora la expresión cautelosa de Prescott la que cae en Ana. Es a ella a quien Jack Hyde quiere por mandar asesinar a Taylor. Acabó con José, con Elliot y ahora quiere a Anastasia.

A cambio me devolverá a la única familia que me queda.

—No puedo aceptarla, tengo que vengar la muerte de mi jefe, es una cuestión de principios. Así que hagamos esto, pequeño Chris: trae a la chica a las bodegas de la zona industrial abandonada y te daré a tu hermana. No intentes cambiarla porque tengo una foto de ella... Y es linda, tal vez me divierta un poco antes de deshacerme de ella.

Maldito idiota.

Antes de que pueda decir cualquier cosa, Jack termina la llamada y me deja solamente escuchando mi respiración agitada.

Mi atención se vuelve hacia Prescott, quién es mi mano derecha por una razón.

—Hyde tiene a Mía, averigua qué pasó con su guardaespaldas y desde cuándo está desaparecida. —Ana se acerca a intentar abrazarme pero la aparto—. Vamos, tenemos qué volver a Escala.

Todos se ponen en marcha al instante, caminando detrás de mí. Ana con la preocupación en sus ojos, Prescott haciendo llamadas y Hugo alistando el vehículo para volver al ático.

Andrea también debe sentir que algo está mal, porque se endereza y levanta la cabeza esperando mis instrucciones.

—Código gris, sabes qué hacer. —espero a que ella asienta en comprensión—. Asegúrate de hacer que el notario ponga todos los documentos a tu nombre.

Los ojos claros de mi fiel asistente se llenan de lágrimas pero las contiene con elegancia.

—Si, señor Grey.

Los cuatro entramos en silencio al ascensor, momento que Ana aprovecha para interrogarme.

—Christian, ¿Qué está pasando? ¿Qué significa el código gris?

Que todo se fue al carajo.

—Te lo explicaré en Escala.

Eso basta para contener las preguntas, pero no lo hace con la incertidumbre y el temor que emana de ella. Tan pronto como entramos en el ático, retoma el asunto.

—Dímelo ahora. —mantiene erguida la cabeza como si eso escondiera todos sus temores.

—Bien. —me acerco a la mesita y lleno mi vaso de whisky hasta el borde—. El hombre que mató a tu padre es uno de los más poderosos en la ciudad, y no me refiero a su poder se adquisición como empresario. —bebo un gran trago de mi bebida solo para pasar el mal sabor de los recuerdos—. Es despiadado y cruel, y ha dirigido un lucrativo negocio de armas y drogas por décadas. O eso fue hasta que tú y Elliot conspiraron para matarlo.

Puedo ver el momento en que sus hombros caen y la realización de la situación comienza a alcanzarla, sus delgados brazos se cruzan sobre su pecho para reconfortarla.

—Yo no sabía... —la interrumpo.

—Tú no, pero Elliot si lo sabía, por eso mandó a mi mejor hombre a hacer el trabajo sucio. Obviamente relacionaron a José conmigo.

La boca de Ana cae abierta de sorpresa, la abre y la cierra sin emitir palabras. Nada de lo que diga cambiará la situación.

—Creen que tú lo mandaste matar.

Asiento en confirmación y bebo otro largo sorbo de mi líquido ambarino favorito.

—Ahora su segundo al mando es el jefe, y tiene a mi hermana. ¿Cómo? Aún no lo sé. Seguramente hay un traidor entre nosotros.

Mi mirada entonces se dirige a Samuel, el único hombre además de José Rodríguez que ha tenido mi confianza absoluta. Si alguien puede descubrir a la rata, es él.

—Pero no fue tu culpa, Christian. ¡Es mi culpa! ¡Yo le pagué a Elliot para que lo hiciera! —Y Hyde lo sabe—. ¡Entrégame! ¡Dile que lo hice!

Sobre mi puto cadáver.

—Eso no importa ahora, quieren retribución y la obtendrán. Así acabará esto.

Vuelvo a dirigirle una mirada a Prescott: mi última orden en vida.

—Encierrala en el cuarto rojo y no la dejes salir hasta que esto acabe. —Ana comienza a gritar y patalear cuando me escucha—. Te hago directamente responsable de su seguridad.

A Samuel le toma varios segundos ejecutar mi orden, levantando a Anastasia en sus brazos y llevándola escaleras arriba.

—¡No! ¡Christian! ¡No lo hagas! ¡Cámbiame por Mía! ¡Christian! ¡Por favor!

Sus gritos no disminuyen y se vuelven más desgarradores mientras se alejan, pero nada de lo que diga me hará cambiar de opinión. Recuperaré a mi hermana, así sea lo último que haga.

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Mony, espero que hayas tenido un excelente día de cumpleaños 🥳

Este capítulo va dedicado para las ganadoras de la dinámica del día 19 ☺️ Fatima3025 y AriBelle20

Gracias por sus buenos deseos ❤️✨

Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora