Extra 01. Grey.

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Viene del capítulo 36...

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Estoy malditamente cansado del jodido hospital.

Aunque tuve qué mandar traer una cama ortopédica, comida preparada por la señora Jones, mi laptop y una red de internet rápida, aún se siente como una puta prisión.

Echo otro vistazo a Samuel todavía conectado a los aparatos que lo mantienen con vida. Su salud ha mejorado, pero su condición física está severamente afectada igual que la mía. Al menos mi pulmón y mi pierna sanaron en el último par de meses.

Rodríguez levanta la cabeza de su móvil como si lo hubiera llamado.

—Señor Grey, ¿Necesita algo?

—Una botella de whisky. —digo, y él sonríe.

—Puedo hacer que alguien la traiga en dos minutos. O tal vez prefiera salir de aquí para pedirlo usted mismo.

Mantengo mi expresión tranquila, a pesar de que una punzada de desconfianza me golpea el pecho. No sé que es, y la única persona en quien confío para saberlo yace inconciente a mi lado.

—¿Por qué carajos no? Tráeme una botella, sin vaso. Necesito algo para distraer a mi mente.

Hugo Rodríguez asiente, levantándose de la silla al instante. Antes de que pueda tirar de la manija, la puerta se abre empujada por Welch.

—Señor Grey.

Me saluda, luego hace un gesto vago hacia Hugo. Sus visitas al hospital se han reducido ahora que está considerando aceptar el puesto de jefe de la policía de Seattle.

—¿Novedades? —voy directo al punto, como a Welch y a mi nos gusta. Nada de perder el tiempo.

—Ninguna, señor Grey. Hyde parece haberse esfumado. Los pocos hombres que quedaban a su cargo están vendiendo lo que sea que haya quedado de su negocio. Están desesperados.

—¿Mi hermana? —pregunto, aunque no debería. Ella huyó de este horror y no la culpo por eso, estará más segura sin mi.

Pero, ¿Y Ana? ¿Y nuestro bebé? Estoy seguro que podría darle una mejor vida de lo que yo pude ofrecerle a ella, mi pajarillo temeroso por fin desplegó sus alas a la libertad.

Welch vuelve a negar.

—No ha sido localizada, señor. La única forma de hacerlo sería hacerlo público, poner algunos avisos en los periódicos importantes o en la televisión.

—¿Y notificar al puto Hyde que ella está por ahí, desprotegida? Mierda, no.

Mi mirada se vuelve hacia Hugo, que permanece inmóvil y escuchando. Un gruñido de frustración sale de mi garganta seca.

—Esa botella no se va a traer sola.

Rodríguez se tensa, luego sale de la habitación tan rápido como sus piernas se lo permiten. El viejo Welch arquea una ceja en interrogación, así que le hago una seña para que se acerque más.

—Quiero encontrar a mi hermana con la mayor discreción posible, pero no puedo hacerlo desde el maldito hospital y teniendo a la mitad de mis hombres custodiando el perímetro. Necesito volver a mi ático.

Los ojos de Welch vacilan por un segundo.

—Por supuesto, podemos llevarlo de vuelta a su apartamento cuando lo desee ahora que su condición ha mejorado, pero... ¿Y Prescott?

Gira la cabeza para mirar al lesionado Sam y yo imito el movimiento. La punzada de desconfianza vuelve a apuñalarme el pecho solo de pensar en dejarlo aquí a su suerte.

—Prescott viene con nosotros, haz que todos los arreglos se hagan para que pueda seguir conectado a los aparatos y que sea atendido correctamente.

Welch confirma mi orden y sale de la habitación para hacer lo que le pedí. Mover a Sam implica tener una enfermera las 24 horas en mi ático, pero estaré ahí para vigilar y mantendré a mis hombres enfocados.

Empujo mis piernas hacia el borde de la cama, sintiendo el peso de mi cuerpo diferente ahora que retiraron el yeso de mi pierna. Tengo qué admitir que mi condición física ha decaído, una razón más para volver a mi ático y de vuelta a mis rutinas de ejercicio.

Los planes sobre Escala permanecen en secreto solo el tiempo suficiente para hacer las adecuaciones, y finalmente el día del traslado, se notifica a todo el equipo sobre los planes. Me aseguro de mantenerme cerca de Samuel en todo momento.

Para cuando llegamos al ático, el lugar entero parece una fortaleza con una nueva puerta reforzada, cristales a prueba de balas y todo un equipo de alarmas de seguridad por todo el edificio. Welch incluso se aseguró de rentar el apartamento del piso de abajo para mantener a un grupo de hombres vigilando.

Bien pensado.

Miro con atención mientras llevan a Sam a la habitación principal, seguido en todo momento por la nueva enfermera, que resulta ser la hermana de la señora Jones.

Luego todos se van. Todos. Solo las silenciosas señoras Jones moviéndose como si fueran fantasmas y el sonido de las máquinas de Sam se escucha. Y estoy solo para encargarme de mi recuperación.

Volver a la rutina es difícil después de todo lo sucedido, mi pierna podría necesitar rehabilitación especializada, si tuviera tiempo para eso. Me confirmo con regresar a la cinta para trotar y las pesas porque es lo único que evita que me vuelva loco.

Necesito hacer algo. Necesito encargarme de todo para recuperar mi vida.

Es la tarde de un lunes cuando cito a Welch y a mi equipo para una actualización rápida, ellos deberían estar aquí en un par de minutos.

—Estaba pensando... —me enderezo un poco en la silla junto a la cama de Prescott—. Que en realidad nunca te agradecí por salvarme de Hyde. Por supuesto, primero ignoraste mis putas órdenes y luego fuiste a mis espaldas con este jodido plan cuando claramente te dije que te quedaras con Ana. Maldita sea, Sam, ¿La dejaste ir?

El sonido del ascensor llegando al ático me dice que están aquí, así que me levanto de la silla y me acerco a Samuel para tocar su pulso. Sé que la jodida máquina está monitoreando, pero necesito asegurarme por mi mismo que mi mejor amigo sigue con vida.

Apenas he apoyado dos dedos sobre su cuello cuando la sábana se levanta y algo sostiene mi mano con fuerza. Los ojos inyectados en sangre de Prescott me miran como si tratara de orientarse y defenderse al mismo tiempo.

Jodida mierda, no lo estoy imaginando.

Prescott está de vuelta.

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Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora