Capítulo 29.

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Tengo un mal presentimiento cuando la puerta del cuarto rojo se abre y Prescott me mira con el rostro pálido. Me hace una seña con la cabeza para que salga, moviéndose a la habitación de invitados a la derecha.

—¿Que es? ¿Que pasó?

Lo sigo hasta la puerta abierta y me detengo cuando escucho los gemidos de dolor débiles.

Dios mío.

Mía está en la cama, encorvada sobre su costado derecho con la cara hinchada y ensangrentada, sus manos y piernas marcadas por algún tipo de cuerda o algo que la retenía.

—Acércate a ella con cuidado, el doctor debería estar aquí en cualquier momento. —Sam me mira por un breve momento—. Creí que a ella le gustaría tenerte cerca.

Por supuesto que sí. Ahora soy la única persona que le queda en este mundo, pero no quiero pensar en ello. Si pienso en él, volveré a llorar y justo ahora siento que no quedan más lágrimas en mí.

Me acerco con cuidado para acariciar su cabeza y despejar el cabello teñido de rojo de su rostro. Tomo una toalla del baño, empapándola con agua tibia para limpiar un poco sus heridas

Sus ojos se abren un poco a través de la hinchazón y los moretones.

—Ana, lo siento mucho. Yo intenté defenderme... —los sollozos se convierten en gemidos adoloridos.

—Shh, Mía, no te preocupes por eso ahora. Hiciste lo que pudiste.

Mi garganta se cierra de nuevo al pensar en Christian estando en las manos de esos hombres, en lo que van a hacerle y lo mucho que va a sufrir por mi error. Nuestros errores.

Todos.

La puerta se abre de nuevo y un hombre bajito con un maletín se mueve en silencio por la habitación. Revisa a Mía con mucho cuidado y toca sus costillas en busca de más daños. Coloca un suero anclado a su mano e inyecta en él otras cosas que espero la hagan sentir mejor. U olvidar.

Ni siquiera me atrevo a preguntar si fue agredida de forma sexual. Dios, espero que Christian no lo supiera.

Lo único que puedo hacer por ahora es sentarme en la silla junto a su cama y asegurarle que todo está bien. Yo también quisiera creer esa mentira.

—¿Cómo está? —escucho la voz de Sam desde el pasillo.

—Administré suero porque está deshidratada, y algunos sedantes. Necesita descansar mucho.

—¿Huesos rotos? —pregunta de nuevo y me sorprende que tenga la cabeza fría y centrada, yo estaría más histérica que Mía.

—No, solo moretones y cortes, aunque tal vez quiera hacer otro tipo de exámenes después.

¿Otros?

Prescott dice algo muy bajito y luego algunos pasos se alejan por el pasillo, haciendo que yo mire con atención la puerta.

—¿Estás bien? —me mira con expresión cansada.

—Si.

Sus cejas se fruncen, pero asiente y entra a la habitación. Tres pasos al frente es todo lo que avanza antes de que su móvil vuelva a sonar con un timbre diferente.

—¿Welch? —contesta de inmediato—. ¿Lo tienes?

Alguien le habla del otro lado de la línea pero no parece aliviar la tensión en Sam, yo solo lo miro deseando jamás estar en sus zapatos.

—¿Estás seguro? ¿Entonces, qué? ¿Crees que lo lleven a las bodegas?

Mi corazón late con fuerza ante la posibilidad de que Christian esté con vida. Un momento, ¿Sam intenta rescatarlo?

—Si. —mira el reloj en su muñeca y vuelve a hablar—. Quiero tomarlos por sorpresa, y llevar a tantos hombres como pueda para que esto termine de una jodida vez por todas.

Escucha algo más, luego asiente y termina la llamada. La expresión en su rostro pasó de derrotada a salvaje en solo segundos. Es verdad, Sam lo ama igual que yo. ¡Por supuesto que no lo dejaría entregarse solo así!

La esperanza me contagia y brinco de mi silla para acorralarlo en busca de respuestas.

—¿Es sobre Christian? ¿Intentas rescatarlo? ¡Por Dios, Sam, dime algo!

Su mano vuela a cubrirme la boca para impedir que hable.

—Baja. La. Voz. —su mirada vuelve hacia el pasillo—. Estoy trabajando en algo, pero debes cerrar la boca y mantenerlo en secreto.

—¿Por qué? —Aquí solo hay hombres de Christian, ¿No estarían ellos felices por rescatarlo?

Sam señala a la mujer herida en la cama.

—No quiero darle esperanzas, no sabemos en qué condiciones está Grey o si estará respirando para cuando lleguemos ahí.

Mierda.

—Bien, no lo diré.

Algunos pasos se escuchan acercándose y Sam se aparta rápido, Hugo se detiene en el umbral de la puerta y nos mira con los ojos entrecerrados.

—Todos están aquí como pediste. —su mirada se mueve a cada uno de nosotros—. ¿Algo más que necesites?

—No.

Prescott cambia a una expresión de molestia antes de salir de la habitación y salir, cerrando con llave detrás de si. Justo ahora no sé si lo hace para que no escape o para protegerme de lo que sea que le preocupe.

Me siento de nuevo en la silla, mirando a la hermana del hombre que amo, agradecida de que el medicamento le permita descansar su mente y su cuerpo.

Humedezco el trapo una vez más para limpiar sus manos, brazos y pies desnudos, evitando la zona por encima de la rodilla. Termino con mi labor sintiéndome un poco inquieta, así que camino de un lado a otro manteniendo la vista en el ventanal de la habitación.

El cielo está oscuro cuando la puerta se abre de nuevo.

—Sam, ¿Qué está p...? —me interrumpe de inmediato.

—Guarda silencio y ven conmigo, ahora.

Da la vuelta y vuelve por el pasillo con pasos firmes, obligándome a correr detrás de él hasta el estudio de Christian. El ático está vacío y silencioso de cualquiera que estuviera aquí hace algunos minutos.

—Escucha con mucha atención, Ana. —abre la caja fuerte y saca un sobre gordo que parece tener algunos fajos de billetes—. Vas a tomar este dinero, a Mia Grey y vas a salir de aquí tan pronto como yo me haya ido.

¿Qué?

—¿Por qué?

Prescott suspira. Toma del escritorio un maletín pequeño y pone el sobre dentro.

—Tenemos un infiltrado, y tengo la impresión que vendrá detrás de ti. Tengo una sospecha, pero no lo sabré hasta que se ejecute mi plan, y podría ser muy tarde para ustedes.

—¿Entonces qué? ¿Huyo?

Su mirada se mueve a mi vientre y podría jurar que quiere tocarlo.

—Sé que estás embarazada de Grey, al fin. Así que sí, tomas el dinero, a su hermana y mantienes con vida a ese bebé que es todo lo que nos queda de él.

Mierda.

—¿A dónde se supone que vaya?

—A donde sea, donde tú quieras, pero no me lo digas. —Saca una pistola de su pechera, revisa que esté cargada y también la pone en mi mano—. Si todo sale bien, Christian y yo te encontraremos.

El latido de mi corazón hace eco en mi cabeza mientras el pánico me paraliza.

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¡Capítulo nuevo! 👀

Dedicado a Fatima3025 y a @Aribelle20 por ser las ganadoras de la dinámica del 27/08 🥳🎉

Grey (Color Venganza #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora