Oh. Mi. Jodido. Dios.
¿Eso fue lo que creo que vi?
Christian gruñe algo en voz baja que no alcanzo a entender, solo que la intrusión no lo desalienta. Aparta mi mano que aún presiona mi clítoris para estimularlo él mismo, antes de introducir su miembro.
—Maldito imbécil, juro que haré que camine a Broadview de ida y vuelta.
Mis cejas se arrugan ligeramente por el rumbo de sus pensamientos. Jamás creí que sería una de esas chicas celosas, pero el hecho de que Christian siga pensando en Prescott mientras intentamos coger me disgusta.
Estiro la mano para sostener su mandíbula y hacer que me mire.
—Concentrate en mí, es todo lo que debes hacer.
Eso parece hacerlo reaccionar y asiente, pasando de las embestidas leves y cuidadosas a movimientos constantes, empleando la fuerza necesaria para introducirse de un solo golpe.
—Si, así... —chillo de felicidad—. No te detengas.
Cierro los ojos y me permito dejarme llevar por las sensaciones que Christian me provoca, y me sorprende darme cuenta de lo mucho que lo necesito. No para que me proteja de las personas malas, sino porque me hace sentir segura.
¿Eso tiene sentido?
La presión comienza a crecer en mi vientre, sacándome de mis fantasías con ojos grises y lo próximo que sé es que estoy gimiendo y chillando bajo el toque de su cuerpo. Unas cuantas embestidas más y él también alcanza el clímax.
Estamos en el estudio, desnudos y sudorosos por tener sexo sobre el escritorio, así que se aparta para acomodarse la ropa y ayudarme a hacer lo mismo. Primero los brazos dentro de la bata, luego el cinturón bien atado para evitar deslizamientos.
No esperaba que volviera conmigo a la habitación, pero lo hace. Incluso me sigue a la ducha donde ambos nos lavamos en absoluto silencio. Luego vamos a la cama y me acurruco contra su pecho.
Cierro los ojos e intento dormir, nivelando mi respiración y tratando de contar malditas ovejas pero no funciona. Mi mente sigue volviendo a la expresión de Prescott cuando entró al estudio.
Recuerdo que Elliot lo hizo antes pero su expresión no era nada parecida a la de Sam, incluso se rió mucho y eso terminó por hacer enojar a Christian.
¿A quién carajos engaño? No voy a poder dormir hasta que pueda aclarar todo este asunto y lo haré justo ahora. La respiración de Christian es suave sobre mi cabello, así que poco a poco m deslizo fuera de la cama con el mayor sigilo posible.
Me pongo una bata de baño gruesa y salgo de la habitación que compartimos para dirigirme al pasillo de servicio. Por un momento creí que no habría nadie en el puesto de vigilancia, pero cambio de parecer cuando escucho un profundo bostezo.
Samuel está ahí, con lo que parece ser su quinto vaso de café de Starbucks si el montón vacío es una indicación. Me detengo por encima de su hombro para ver lo que lo tiene tan fascinado.
—¡Idiota pervertido! ¿Estás siguiéndonos con tus cámaras? —chillo cuando la imagen de Christian aparece en la pantalla.
Prescott casi escupe el café sobre el tablero, gira rápidamente para mirarme y presiona un botón, pausando lo que ahora sé es una grabación de Christian y mía en el exterior de la casona. En mi defensa, no se distingue hasta que miras con atención.
—Al señor Grey no le gustan las cámaras dentro de la propiedad. —gruñe—. ¿Y qué mierda estás haciendo aquí, Ana? ¡Vete!
Se pone de pié e intenta hacerme retroceder pero el rostro de Christian en la pantalla me recuerda la razón por la que decidí venir aquí en primer lugar.
—¡Tú! ¡Te gusta! Y no te atrevas a negarlo porque lo ví.
Sam pone los ojos en blanco.
—No viste nada, estás loca. Ahora vuelve a dormir.
Retrocedo hasta el pasillo y me recargo ahí, él cierra la puerta de la oficina de vigilancia pero no vuelve a empujarme.
—Vi tu expresión, Sam. Lo quieres. —él no intenta negarlo, solo sigue mirando al pasillo—. Oh, Dios mío. ¡Es cierto!
—Ana...
—¿Lo amas?
No sé si a quien de los dos sorprende más la pregunta, si a él o a mí. Y no siquiera sé cómo sentirme con el hecho de que este hombre al que yo consideraba su mejor amigo tenga sentimiento por él.
—Samuel, —insisto, porque se niega a contestar—. ¿Lo amas?
Finalmente suspira.
—No. —dice, pero puedo ver qué está mintiendo.
—Mentiroso.
Pone los ojos en blanco de nuevo.
—Somos criminales, Anastasia. —me sorprende que use mi nombre completo—. ¿Crees que a Christian Grey le importan mis sentimientos?
—No, pero... Debería saberlo.
Ahora estoy confundida por alentarlo a confesar, ya que es mi hombre del que estamos hablando. No hay una maldita manera en que permita que Sam se interponga en mi relación a menos que Christian lo elija.
¿Christian sería capaz de elegirlo?
—¿Crees que mágicamente va a correponderlos? ¿Que va a dejarte y a todo lo demás por mi? Si piensas eso eres más ingenua de lo que creí.
Bien, ahora lo hice enojar por el reproche en su voz. Sé que debería cerrar la boca pero simplemente sigo hablando, aprovechando la tranquilidad de la noche y la privacidad que el pasillo ofrece.
—¿No es algo incómodo? —doloroso es lo que quiero preguntar, pero sé que Sam no contestará—. Es decir, quiero creer que de alguna forma Christian lo sabe...
Por cómo lo miras.
O tal vez lo sabe y simplemente no le importa. Por lo que sé, Prescott ha estado a su lado por años y es su hombre de confianza en cuanto a seguridad y todo lo demás.
Simplemente no me imagino cómo Sam lo hace.
—El señor Grey confía en mí, soy su mano derecha, es todo lo que me importa. Y esta conversación terminó. —señala el fin del pasillo con la cabeza y se endereza para acomodarse el arrugado traje—. Ahora lleva tu culo de vuelta a la cama de Christian antes de que piense que soy tu puto amante.
.
.
.Capítulo dedicado a nuestra Cerecita Karla por su cumpleaños 🥳

ESTÁS LEYENDO
Grey (Color Venganza #2)
FanficLe tendí una trampa. Lo que no esperaba era que yo sería la primera en caer: me enamoré de él. Acepté la oscuridad y el peligro que era su vida, hasta que cometí un error que me lo arrebataría todo. Un secreto imposible de ocultar.