𝘿𝙤𝙜

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tw: padre e hijo
Intenabo

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Gustabo entraba a pasos rápidos y silenciosos a su casa, estaba llegando del instituto y no quería que su padre viera lo que tuviera entre brazos que estaba siendo escondido por su chaqueta roja. Cuando iba a cruzar la puerta de su habitación para cantar victoria y sentirse orgulloso de no ser descubierto por Jack, una mano en su hombro interrumpió el inicio de la celebración.

—¿Qué traes ahí, capullo?— el sonido de la voz de Conway retumbando en sus oídos hizo que empezara a sudar frío.

—Eh... nada, no hay que preocuparse por algo.— contestó sin voltearse porque si lo hacía, ya no habría vuelta atrás.

—Te hice una pregunta, Gustabín, ¿Qué traes ahí?— repitió viendo como el menor hacía el intento de ocultar lo que traía.

—Prométeme que no te vas a enfadar.

—¿Por qué me...— Fue interrumpido por las palabras de Gustabo.

—Solo prométeme que no te vas a enfadar, papu.— insistió, no quería calarse un intenso interrogatorio, cabreo o una charlar de tres horas de Jack, ya conocía al derecho y al revés lo que hacía su papá en esas situaciones con tan solo quince años.

—Esta bien, no me enfadaré.— ahí estaba Conway rendido ante la advertencia de su hijo.

Gustabo sin rodeos, se dió la vuelta revelando lo que tenía en sus brazos. Un pequeño husky blanco con manchas en tonalidades grises y negras en su suave pelaje, se encontraba durmiendo plácidamente entre la cálida chaqueta de Gustabo.

—¿Qué coño ha...— Jack no pudo hablar porque nuevamente el rubio lo había interrumpido.

—Lo vi mientras venía hasta acá, solito y en una caja. No lo iba a dejar así como así.— hubo un pequeño silencio pero siguió hablando dejando al azabache con las palabras en la boca, necesitaba sacar su pico de oro—Escucha. Te voy a dar razones para tener un perro. Uno, es una buena compañía para los dos, ya no estarás solo en tu oficina con algún demonio respirándote la nuca. Dos, jugaremos con él todo el tiempo. Tres, te hará más feliz, quitará toda tu cara de amargado. Cuatro, este peludito nos dará amor con...

—Me importa una mierda si le vas a hacer unas putas trencitas o no.— Gustabo lo miró con cara de perrito solitario, tenía que, si o si, salirse con la suya —Bien, dejo que el perro se quede— cuando el menor iba a celebrar lo detuvo —Pero, con una condición, limpias toda la mierda que vaya dejando. En tus sueños yo limpiaré eso.

—¡Gracias, papu! Como yo te quiero mucho, dejaré que elijas el nombre.

Conway miró al perro, quien ya estaba despierto, inspeccionándolo, viendo esos ojos color zafiro como los de su hijo.

—Ivadog— sentenció ahora mirando a Gustabo.

—¿Ivadog?— el rubio lo miró extraño ante el nombre.

—Es ese o T-600. Tu eliges— alzó los hombros victorioso.

—10-4, señor. Ivadog se queda— con la mano hizo un saludo militar haciendo carcajear al mayor.

—Eres un capullo— revolvió la cabellera dorada de Gustabo sacándole una risita.

Ahora Jack dejó tranquilo a Gustabo mientras se iba nuevamente a comisaría ya que tenía una importante reunión. Por el otro lado, el rubio dejó a Ivadog en el suelo para que explorara su nuevo hogar. De mientras, el rubio pidió por domicilio comida, una gran cama, shampoo, unos platos y algunos accesorios necesarios para su mascota. No tenia problema, su papá estaba fuera de casa y nunca se enteraría.

Pasó toda la tarde bañando a Ivadog quitando cada una de las suciedad que rodeaban su peludo cuerpo, por suerte no le encontró pulgas. Al finalizar, Gustabo empezaba a sentir como el sueño se adueñaban de él. Sin más, se fue junto al canino a tomar una siesta.

Unas horas más tarde, exactamente a las nueve de la noche, Conway accedía a su casa después de una larga tarde de asamblea general más ir al CNI a recibir algunas indicaciones de las nuevas pandillas y mafias, percibía como todo su cuerpo estaba tensado y fatigado. No quería, necesitaba ir a dormir y no despertar nunca. Vagaba exhausto hasta su habitación, aunque que en el camino encontró algunos juguetes de perro, cosa que le extrañó, ya luego le preguntaría a Gustabo como había conseguido eso en tan poco tiempo.

Asomó su cabeza en la puerta de su dormitorio ya que la puerta estaba abierta y se encontró con una escena que hizo que su rostro con gesto serio y frustrado, se relajara y esbozara una sonrisa, el rubio vestido con una pijama estaba sosegadamente dormido con el canino en su cama, ambos envueltos en mantas. Jack rió conmovido acercándose a Gustabo para dejarle un pequeño beso en su frente, este estaba con una boca entreabierta soltando unos suaves ronquidos, sin sentir la grata presencia del azabache en la habitación.

Entró a su baño para cambiar su ropa en una pijama más cómoda. Se acostó al otro lado de su cama boca arriba, meditando todo lo que había sucedido ese ajetreado y movido día. La presencia de un pelaje suave y tupido rosando su mano hizo que bajara la mirada, se encontró con Ivadog tocando su mano con sus esponjosas orejas, pidiendo de forma subliminal caricias. Conway cedió a sobar delicadamente la cabecita del perro mientras caía en brazos morfeos. En esos momentos estaba feliz, con los cojones católicos básicamente, pero luego ya joderia a Gustabo para que limpiara los pelos del canino que habían caído en su impecable cama. De esta no se salvaría.

𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ; Intenabo y RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora