𝙎𝙡𝙚𝙥𝙥𝙮𝙝𝙚𝙖𝙙

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Intenabo

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Jack antes de salir de comisaría, a pesar de tener agentes que "cumplen" sus ordenes, hay otros que claramente pasan de ellas; y como él era el jefe, tenía que rectificar que todo estuviera en buenas condiciones. Entró a los vestuarios y visualizó que todo estaba en orden, pero cuando traspasó las puertas hacía la recepción, todas la luces de esta sala estaban extrañamente encendidas.

¿Por qué carajos los capullos tenían que encender todas las luces como si fuera una cancha de fútbol?

Suspiró y antes de apagar por completo el lugar, se percató que unos desconocidos documentos estaban regados por el suelo detrás del mostrador. Pensando seriamente quién podría haber dejado eso ahí, detuvo abruptamente su caminar cuando escuchó un suave ronquido resonar a su alrededor.

Sus sentidos se relajaron por completo en el momento que se acercó al escritorio donde provenía el sonido. Se encontró con la presencia de Gustabo, totalmente dormido como un tierno gato teniendo sus largas siestas matutinas. Al tener sus brazos alrededor de su cabeza ocultando toda la luz de la sala, Jack optó por moverlo suavemente para que despertara.

—Gustabín, despierta— murmuró, acariciando la sedosa cabellera rubia de su pareja —. Es hora de ir a casa.

El menor empezó a removerse en el asiento, indicando que ya estaba despierto. En el momento que levantó su cabeza, enderezándose por completo, talló sus ojos con sus manos.

—¿Qué haces acá de madrugada, anormal? Temprano te dije que fueras a casa para que descansaras—  regañó, pasando un rebelde mechón por detrás de la oreja de Gustabo.

—No quería estar solo— masculló, se levantó para abrazar por la cintura a Conway, y enterrar su rostro en su cálido pecho —. Además, tenía que terminar papeleo.

—Lo hubieras terminado mañana. Esta haciendo un frío que flipas y no tienes chaqueta— sin romper el abrazo, lo arrastró y de un imprevisto salto, lo subió en la encimadera del mostrador.

—¿Qué haces?— dijo viendo como el azabache se quitó su sudadera para dársela en sus manos.

—No quiero que te resfríes— al tiempo, se dedicaron una pequeña sonrisa.

Gustabo se puso rápidamente la sudadera de Jack, sintiendo como su encantador aroma y calidez lo envolvían en un necesitado abrazo. Bajo con cuidado del mostrador mientras el mayor apagaba la mayoría de las luces de recepción.

Jack subió disimuladamente el jersey negro de los brazos de Gustabo ya que este cubría toda su mano, y cuando esta ya estaba descubierta, la entrelazó como si fuera la pieza faltante de su rompecabezas.

Se dedicaron una mirada única llena de amor y cariño. No tenían la necesidad de expresar por palabras lo tanto que se amaban. Las pruebas de afecto hablaban por si solas.

𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ; Intenabo y RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora