tw: omegaverse
Intenabo-
Un atardecer otoñal en la ciudad de Los Santos se hacía presente. El rubio omega carismático y burlón con aroma a un dulce cappucino caminaba animadamente por las calles, con el objetivo de llegar al gran cartel de Vinewood. Tenía pensado subirlo y ver el cielo tornase en colores anaranjados y azulados, acompañado de la grata compañía de una bebida que en un rato compraría en un Badulaque.
Le encantaba ver los atardeceres, como lentamente la noche junto a las estrellas hacían presencia en el infinito cielo. Y más cuando observaba, imaginaba escenario ficticios con cierto alfa trajeado, demandante y serio, el cuál siempre paseaba en sus pensamientos.
Un viento fuertemente frío acarició su rostro, cosa que hizo que detuviera su caminata luego de adentrarse a un callejón y se dedicara a acomodarse su jersey, tratando de cubrir su cuello de las bajas temperaturas. No estaba dispuesto para estar resfriado o con algún tipo de alergia.
Un inesperado jalón desde atrás lo acorraló a una pared dejándolo totalmente inmóvil. Un desconocido alfa ejerció un agarré con una de sus manos para paralizar las dos pequeñas del omega, estampando las piernas de este hacía el frío muro de ladrillos.
—Shh, no hagas ruido, dulce omega. Si dejas tu linda boquita cerrada todo será más fácil— murmuró el hombre acercándose al cuello de Gustabo, específicamente en la glándula de aroma —. No sabes lo...
Fue interrumpido por la intervención de unos gritos.
—¡Ayuda! ¡Que alguien me ayude!— vociferó lo más que pudo el rubio. No tenía idea que hacer para salir vivo de ahí —. No me hagas nada malo, por favor...
El alfa hizo caso omiso a los ruegos de Gustabo, golpeó abruptamente su estómago de un patada, para dejarlo totalmente vulnerable, a su merced.
—Si no lo hago a las buenas, lo haré a las manos, omega— este chillaba del dolor, trantando de zafarse del fuerte agarre —. Quédate quieto, idiota.
Ante la voz de mando por parte del hombre desconocido, Gustabo ahogó un sollozo haciendo caso a la orden, tenía que ser fuerte pero no podía. Las manos del alfa rodeando su cuello ejercían tanta fuerza que sentía que ya el oxígeno en sus pulmones se volvía escaso, su vista se tornaba nublada, las náuseas se hacían cada vez más presentes y no tenía la intención de desaparecer.
¿Así de espantoso sería su final?...
Por el otro lado, estaba Jack junto a Volkov patrullando amenamente pensado ir a comisaría para acabar su turno, pero una alerta llegó a ambos móviles de los policiales hicieron que cambiaran su destino. Les había llegado un entorno de un abuso callejero en un callejón sin salida al lado del banco central. Sin pensarlo dos veces emprendieron camino hasta la ubicación enviada, claramente sin encender la sirena del patrulla para no llamar la atención del supuesto agresor.
Cuando llegaron empezaron a hacer perímetro sigilosamente para no llamar la atención, pero un queja afligida y una resistente mezcla de aromas amargad, a unos pasos delante de los agente, hizo que apresuraran su caminar. Ambos se miraron y se hicieron una seña para entrar en ese pasadizo con una arma no letal en mano.
El corazón de Jack se paralizó por un milisegundo, sintió como su lobo interno estaba preocupado por la salud del omega rubio. Sin pensarlo dos veces, taseo al extraño sin dejarle negociar o hablar, dejando a un alfa ruso bastante descolocado por la inesperada y rápida acción. Lo alejó rápidamente del omega para darle unos cuantos golpes, tenia pensado dejarlo completamente inconsciente pero Volkov tomó sus hombros hacia atrás antes que perdiera la cabeza.
Viktor lo miró detenidamente para luego dirigir su grisasea mirada en el débil e indefenso rubio, le hizo una seña y Conway asintió.
—Volkov, pilla a este gilipollas y déjalo en calabozos de comisaría. Ya luego me divertiré un poco con él en aguas internacionales— el ruso acató la orden para luego alejarse lo suficiente y pedir por medio de la radio refuerzos en la zona de patrullaje.
Jack preocupado por el estado del rubio, se arrodilló al lado de este, quién abrazaba sus piernas escondiendo su cabeza en ellas. Un leve temblor y sollozos casi inaudibles salían de su cuerpo. El pelinegro posó una de sus manos en el brazo del contrario para que notara su presencia, Gustabo sin saber quién era, estaba a punto de salir corriendo, pero en el momento que conectó mirada con la del ojos amielados, no esperó en abrazarlo por el cuello y romper en llanto, dejando salir todo lo que sentía.
Conway soltó un poco de sus feromonas a whisky para hacerlo sentir seguro y tranquilo, creando un dulzón y adictivo aroma a café irlandés.
—Él...él casi me— con un hilo de voz trató de decir pero el pelinegro lo cortó.
—Yo te creo, no tienes porqué dar explicaciones. Ese capullo tendrá que pasar por encima de mi cadaver para volver a tocarte, cosa que nunca pasará— acariciaba sosegadamente la cabellera rubia de Gustabo, quién se aferraba más a Jack, con miedo y pánico —I'm here, I'm here. Estoy aquí contigo, no me iré a ningún lado sin ti, ¿entendido, Gustabín?
Gustabo podía jurar que percibió como su lobo estaba cayendo lentamente en el amor y cariño de Conway, se sentía seguro y adorado por el alfa que lo envolvía con sus brazos delicadamente, brindándole ese calor tan especial que nadie había podido proporcionar.
El pelinegro se levantó del suelo junto al rubio, y antes de ir a su patrulla limpió con sus pulgares de forma suave las lagrimas traicioneras que seguían cayendo de esos orbes zafiros.
Gustabo estaba tan centrado y escondidos en sus pensamientos que no notó cuando llegaron a comisaría y el alfa ya estaba en su puerta abriéndola caballerosamente. El menor tímido y algo adolorido, salió del coche siguiendo los pasos del moreno hasta el amplio despacho de este. Conway directamente fue a su escritorio rebuscando algún objeto en sus cajones.
—¿Tengo que declarar ya?— murmuró Gustabo acercándose a Jack.
—Si tu no quieres, la respuesta es no— respondió con brevedad, teniendo un botiquín en sus manos —. Solo voy a curarte.
El menor solo suspiró aliviado para luego irse a sentar en una silla, pero Jack fue más rápido, acercándolo a él y tomó su cintura para subirlo de un salto al escritorio. Gustabo ante la acción, rió nervioso y un leve rojizo apareció en sus pecosas mejillas.
Conway esparció el frío algodón empapado en alcohol por los pequeños hematomas y chupetones que eran visibles en el pálido cuello de Gustabo, quién se quejó sutilmente por el escozor que empezaba a sentir en su piel. Una corriente eléctrica transitó por toda su espalda cuando la tibia y gran mano del pelinegro se posó en su espalda baja, con sus dedos se dedicaba a acariciar delicadamente la piel escondida por la suave tela de la ropa.
Después de un rato, Gustabo estaba tan relajado olfateando el resistente y agradable olor del whisky que tenía los ojos cerrados y con sus músculos relajados, no se dió cuenta cuando el alfa había terminado.
—¿Puedo...?— cuestionó Jack sin especificar qué haría, dejando al omega desorientado.
Gustabo con los sus orbes entrecerrados, afirmó en silencio.
El pelinegro acercó su rostro al descubierto cuello del contrario y empezó a dejar pequeñas lamidas por las recientes heridas, sanando esos desagradables chupetones con su saliva curativa de alfa y con unos cortos y cariñosos besos. La piel de Gustabo se erizaba por el tacto, su lobo interno dejó salir su aroma delicioso y empezó a sonrojarse intensamente, se conmovió al pensar lo tierno, cariñoso, dedicado e íntimo cuando estaban ellos dos solos, con la única presencia de sus lobos, viendo como su amor mutuo crecía y se volvía más fuerte.
Gustabo sin temerle al éxito, jaló la corbata de Jack dejando en sus finos labios un casto pero deseado beso, siendo correspondido inmediatamente por el contrario. Lo envolvió en un abrazo , dejando su cabeza reposando en su hombro, olisqueando el deleitoso y agradable aroma a whisky que nacia de la fuente ubicada en su moreno cuello.
—Gracias, Jack...— el rubio sonrió ladeado, dejando un gustoso beso en la marcada mandíbula del contrario.
ESTÁS LEYENDO
𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ; Intenabo y Rebornplay
FanfictionCortos relatos sobre las parejas Intenabo y Rebornplay, sin continuidad entre ellos.