Intenabo
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—¡Abuelo, mira lo que...auch!
Jack desde su escritorio levantó la mirada cuando percibió la queja proveniente de su rubio, que entró a su despacho de un portazo. Gustabo al estar distraído y apurado, se golpeó su hombro con el marco de la puerta.
—¿Estás bien, Gus?— se levantó de su silla y fue hacia Gustabo, quién seguía de pie en el mismo lugar, sobando la zona afectada.
—Si...creo— cambió su mueca por una sonrisa —Traje galletas de chispas de chocolate y de canela.
Conway tomó su cadera y lo atrajo totalmente hacia él para darle un casto beso en los dulces y suaves labios del rubio.
—¿Vas a ir a casa?— indagó Jack, observando como el rubio dejaba los paquetes de dulces en su escritorio.
—Nah, me quedo hasta que acabes— volvió hasta donde estaba el azabache, abrazando su cintura —Si me aburro, me iré a dormir en tu sofa.
Negó con la cabeza divertido, pero su mirada se desvió notando una anomalía asomarse en el cuerpo de Gustabo.
—Mierda...
—¿Qué?— murmuró el rubio, notando la preocupación en el rostro del mayor.
—Tu brazo.
Por la zona nombrada, empezaba a esparcirse un líquido espeso y carmesí, manchando la camiseta blanca de Gustabo.
—Joder, y solo fue por el roce de la bala de ayer— bufó el menor, sintiendo, al separarse del cuerpo de Conway, como los músculos de su brazo se tensaban.
—Ven, vamos a curarte— entrelazó sus manos para guiarlo hasta la enfermería que tenía la comisaría.
—¿Hoy serás mi enfermera?— rió risueño por los largos pasillos de comisaría.
—Cierra el pico, muñeca.
Mientras era encaminado de forma acelerada hasta la sala de primeros auxilios, se taponaba la herida abierta con su mano libre. Cuando llegaron, Jack lo subió a la camilla sin antes cerrar por completo la puerta.
Gustabo se concentraba de manera atenta en las acciones de Conway, quién se arremangó su pulcra camisa blanca, para luego limpiar y desinfectar sus manos, quitando todo rastro de suciedad adherida a su piel. Jack se posicionó entre las piernas del rubio, para tener mejor visión al curar la herida. Una sonrisa ladeada apareció en su cara cuando, al levantar la tela de la camiseta, el contrario soltó una queja junto a un suspiro lastimero.
—Hostia, como escuece esto— masculló entre dientes, apretando inconscientemente el brazo de Conway con su mano.
No pensó que una lesión sin sanar dolería tanto. Parecía que en algún momento quemaría sus entrañas.
—Eres como un Golden Retriever, no te puedes quedar un segundo sin moverte. Te dije que te quedaras descansando en casa, pero no. El niño tenía que venir a comisaría para joderse el brazo.
Gustabo sonrió. Conway cada vez que podía lograba sacarle una verdadera sonrisa, sin importar qué.
—En mi defensa, diré que la puerta fue la que me atacó, y lamentablemente, ganó la batalla— bromeó, intentando ignorar el dolor proveniente de su brazo —Yo podré ser un Golden Retriever, pero tú eres un gato negro.
—¿Gato? ¿Por qué cojones sería un gato?— reprochó con el ceño fruncido.
—Eres to' serio y amargado. Nadie, excepto yo, puede ser cariñoso contigo. Te gusta estar estar en tu rollo sin que nadie te moleste— explicó, viendo como Jack lo miraba con una mueca —. Y te gusta dormir.
—Yo casi no duermo.
—Cuando tenemos días libres, si duermes. Pero eso de despertarte a las seis de la mañana todos los días es paranoia tuya, viejo dormilón.
—Yo, al menos, si me levanto con tiempo. Tú te despiertas veinte jodidos minutos antes de venir a comisaría— consideró, buscando una vendas en el botiquín.
—¿Y qué? Yo tengo que cumplir mis horas completas de sueño. No por nada soy tan guapo— le guiñó el ojo, haciendo que Conway blanqueara sus iris con una sonrisa divertida.
El mayor se concentró en terminar de vendar de manera correcta la lesión, no quería que esta se abriera nuevamente. Al finalizar, acarició la mejilla del menor, quién se relajó al sentir el cálido tacto de su pareja.
—Me duele mucho...¿Me ayudas a olvidar el dolor?— ladeó sutilmente su cabeza, percibiendo como un sonrojo empezaba a subir a sus mejillas.
Sin esperar respuesta de Jack, este se acercó a Gustabo y empezó a hacer un camino de besos en sus rosados labios, mejillas, mandíbula y cuello, dejando ahí varios besos húmedos en esa tersa y pálida piel. Para complementar, abrazó con una de sus manos la cintura del rubio, y con la otra que estaba libre, la posicionó en la espalda baja proporcionando suaves masajes.
—Jack...me estás poniendo cachondo y seguimos en comisaría— susurró soltando un inesperado jadeó, consiguiendo que Conway sonriera orgulloso.
—¿Eso no era lo que querías?— contestó de la misma manera, deteniendo lentamente sus besos.
—No pensé en eso— el azabache alzó una ceja, confundido. Gustabo solo miró sus zapatos, avergonzado por lo que diría —. Solo quería mimos...
Jack agarró suavemente su mentón, para subir su rostro que estaba cabizbajo. Se acercó a él dejando un beso en su mejilla y en sus labios.
—Vamos, en casa estaremos más cómodos.
Conway antes de salir de la sala, entrelazó sus manos en una cálida y agradable unión.
Con el frío que estaba presente en la ciudad en esa noche, estaba perfecto para acurrucarse con su pareja y cumplir la orden que su rubio había pedido. Si quería mimos, mimos iba a recibir.
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𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ; Intenabo y Rebornplay
FanfictionCortos relatos sobre las parejas Intenabo y Rebornplay, sin continuidad entre ellos.