𝙎𝙩𝙞𝙡𝙡 𝙄𝙄

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Intenabo

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Cuando vea girasoles, acuérdese de este precioso y sexy ser humano— soltó de repente el rubio, carcajeando ante la extraña reacción de Jack.

La línea de sus antiguos pensamientos fue interrumpido por la voz de Gustabo a sus espaldas.

—¿Quiere agua? Después de un día movido, los ancianos requieren hidratación— sonrió, llegando a su lado con dos frescas botellas de agua.

—Ja, ja, muy chistoso— ironizó, arrebatándole una de las botellas al rubio mientras quitaba su mirada del gran ramo de los relucientes girasoles que un desconocido en el badulaque llevaba en las manos.

—10-4, pero con una 'pequeñísima' condición— murmuró e inconscientemente quedó a pocos centímetros del rostro de Jack.

—¿Cuál es tú condición? Sabes que acep...— contestó de la misma manera, pero una tercera voz se interpuso entre ellos, logrando que se separaran abruptamente.

—¡Gusnabo, cómprame unas chuches!— corrió en crestas desde la entrada hasta donde estaba la parejita supuestamente pagando los productos —Ah, todavía no habéis pagado.

Gustabo miró a Jack por última vez, pasando desapercibido por los presentes. Se separó de Horacio, quién empezó a charlar amenamente con el mayor sobre lo que había sus acercamientos con Volkov en comisaría. Una fina línea de ideas pasaron por su mente mientras tomaba de una estantería de dulces, específicamente uno de paquetes de gominolas.

No quería tomarle tanta importancia ya que después, conociéndose a si mismo, se agobiaría mentalmente por un buen rato, sin embargo, algo de su acertada intuición decía que algo bueno sucedería. No quería apresurarse para observar que pasaría, solo dejaría que las cosas fluyeran naturalmente, como Dios manda.

[...]

—¿Conway, le puedo preguntar algo?

Indeciso de sus palabras, salió del edificio con sus manos escondidas en los bolsillos de su oscura chaqueta. Por el lado de Jack, quién estaba a su lado siguiendo sus pasos, soltó un sonido afirmativo, dándole luz verde a las palabras del rubio.

—¿Puede invitarle a beber whisky? En mi casa tengo una botella nueva— propuso el menor, observando sus zapatillas como si fuera la cosa más interesante de mundo.

—Claro. Vamos en mi coche— con la cabeza, hizo una seña hasta donde estaba su vehículo estacionado.

En el camino a la casa del rubio, solo había más que un silencio tenso, acompañado de unas pequeñas gotas de agua que empezaban a caer en las ventanas, gracias a la lluvia que se aproximaba.

Cuando entraron al hogar de Gustabo, este cerró la puerta de inmediato, para luego quitarse la chaqueta y ponerla en el perchero del recibidor.

—¿Se mojo mucho? Si quiere puedo pres...

—No, tranquilo. Estoy bien— respondió con un tono de voz, extrañamente, gentil, pero ninguno de los dos dijo algo al respecto.

Jack, mientras solo se limitaba a quitarse su abrigo, se fijó que la casa del rubio estaba tal cuál la última vez que el la visitó hace exactamente tres años. Las fotos, los muebles, las plantas, la mesa, todo estaba en el mismo sitio. Un sentimiento de nostalgia apuñalo su pecho, sintiendo como los recuerdos del pasado volvían inesperadamente.

—Póngase cómodo, está en su casa— dijo Gustabo desde la isla de la cocina, sacando una botella sin estrenar de whisky.

El Superintendente se acercó a donde estaba Gustabo, y sin dejar que el silencio los agobie, comenzaron a tomar mientras hablaban de temas triviales, sin tocar algo de su pasado, hasta este momento.

—Veo que no moviste un duro en la decoración. Está igual— murmuró, dando un sorbo a su bebida.

—Si, pero para serle sincero, no creo que lo cambie— inconscientemente, se acercó hasta donde estaba Jack apoyado en la barra —. Me gusta recordar lo feliz que fui en esos tiempos.

Conway al ver el repentino acercamiento por parte de Gustabo, lo miró, observando el brillo que había adquirido esos ojos azules que alguna vez amó. Probablemente sea por el alcohol, pensó. Aunque verdaderamente no era solo por esa única razón.

Gustabo sin decir nada al respecto, se dirigió hasta la entrada de su casa, donde tenía una especial fotografía enmarcada. Sin mirar al pelinegro, volvió a posicionarse a su lado mostrándole con un aire inseguro por la posible reacción de Jack.

El mayor únicamente se limitó a observar la imagen con un suspiro nostálgico. La foto se trataba de un dúo dinámico, "Dan y Fred", más Conway en el centro de ellos dos, sonrientes después que su husky mordiera su culo en el atraco del Marciano. Al no superar esa icónica situación, quisieron tomar una foto para recordar siempre ese momento.

Gustabo, sintiendo los encantadores ojos amielados de Jack en él, tapó con sus manos su rostro, tratando de disimular las lágrimas acumuladas en sus orbes azulados.

—En esos tiempos nunca me di cuenta de lo feliz que era— susurró sintiendo un nudo en su garganta.

Jack decido, sin importar las consecuencias, decidió mandar su orgullo a la mierda, a lo más lejos posible.

Quito con delicadeza las manos que cubrían al rubio. Luego de ver sus ojos levemente rojos, jaló su brazo para unirlos en un cálido y necesitado abrazo. Gustabo impactado por la acción, respondió al abrazo, aferrando sus manos a la blanca y pulcra camisa del mayor, con el miedo de que desaparezca por alguna extraña razón. Tratando de recuperar aire con sus respiraciones, aspiró nuevamente ese aroma familiar a ese perfume que tanto ama. Se sentía como en casa nuevamente.

Pequeños y frágiles sollozos salieron del rubio, recordando y pensando que si nada de su pasado hubiera ocurrido, todo sería completamente diferente. Probablemente hoy en día serían la pareja más feliz y hubieran cumplido todos los sueños y metas que en algún momento se propusieron.

Conway recostó su cabeza en la del contrario, percibiendo su agradable aroma. Sin soltar al menor, dió suaves caricias sobre su espalda, tal como lo hacía antes cuando intentaba calmar a su rubito de algún ataque.

—Sh, tranquilo. Todo estarás bien. We'll be alright, ¿lo recuerdas? Las promesas no se rompen, Gustabín — dijo cerca del oído del más bajo, sintiendo como su llanto cesaba —. No me volveré a ir. No me iré a ninguna parte sin ti.

—¿Lo prometes?

—Lo prometo, honey.

Después de todo, las personas vuelven a dónde siempre fueron felices.

𝙊𝙣𝙚 𝙎𝙝𝙤𝙩𝙨 ; Intenabo y RebornplayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora