Xiao Zhan había percibido el aroma de su alfa y había mirado a su madre... El se cubrió con sus patas...Un poco desesperado.
— Vete! — La escuchó decir enojado. — Es mejor que te vayas y dejes de verte tan lamentable.
Ella quería llorar pero se mantuvo firme.
El conejo hubiera querido dudar, pero fue la mayor quien se puso justo al lado de la reja para que se pudiera impulsar y salir de ahí.
Antes de cruzar la puerta que por fortuna había quedado abierta le dio un vistazo a su camada y se fue a aruñar la puerta del baño donde la feromona de su alfa se concentraba... No enloquecía por el resquicio de la medicina que había obtenido.
Zhan arañó desesperado hasta que su alfa abrió.
— Vete!
El conejo no se movió y Yibo apreto su mandibula tan fuerte que sus encías sangraron. — Vete antes de que te haga daño... Mi omeguita. Vete. Pronto perderé la razón...
Para cuando Zhan vio los ojos de su alfa totalmente negros. Fue tarde Yibo lo tomó aspirando su aroma y apretandolo contra el tan fuerte que al conejo le faltó el aire.
— Suelta el conejo! — Liying entró a la casa de los Jiang, la cual Yibo se había asegurado de dejar entreabierta para cuando llegara.
Sosteniendo al animalito en su pecho, Yibo... No, su alfa sacó sus colmillos amenazando a la beta.
— Wang Yibo! Dame el conejo... Lo vas a matar.
La respiración del alfa sobre el pelaje de Zhan era pesada. El la podía sentir. También el calor de su cuerpo y de su piel que lo abrazaban.
—No! — Gritó y la chica embutio en su boca las dos píldoras que había puesto en su mano. En seguida el agarre del animalito se aflojó.
— ¿Todo bien?
Su padre, un alfa apareció.
— El... Esta a punto de perder la razón. Lo mejor es llevarlo a casa. — El señor Wang hizo un intento de tomar al conejo, pero el alfa que se estaba debilitando estuvo a punto de golpearlo.
— Mejor lo llevo yo.
— Jie... Damelo. — Exigió con la voz que se le quebraba. — Dame mi omeguita.
Yibo se sostuvo de sus rodillas antes de desfallecer. Su padre lo levantó...
La chica puso a Zhan quiso poner al conejo en el piso y le preguntó... — Es tu momento de decidir. Vienes con tu alfa o te quedas con tu familia. — Ella hizo un ademán de ponerlo en el piso, pero Zhan se aferró a su ropa.