Capítulo 1: El nuevo chico

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Narra Yukio: No podemos tolerar que los chicos del Sector Quinto machaquen a nuestros compañeros.

—¿Qué es este espectáculo en el campo sagrado? —pregunta Riccardo.

—Por fin apareces —dice uno de los chicos que está en el campo.

La mayor parte de su pelo es puntiagudo. Por detrás tiene un mechón que le sobresale y por las orejas tiene dos enredados. Su piel es clara y sus cejas son finas. Sus ojos son naranjas con una línea que le da un aire gótico.

—Yo soy Riccardo Di Rigo, y los que vienen conmigo, son el equipo del Raimon —habla nuestro capitán—. ¿Qué necesitas de nuestro equipo?

—Parece un imperial —susurra Gabi.

—Vengo a destrozar al equipo del Raimon. Debe desaparecer —responde el chico.

—¿Cuál es tu nombre? —sigue Riccardo.

—Víctor Blade, capitán —sonríe con picardía.

Miro hacia el campo. Todos los chicos del equipo B están en el suelo, aparentemente lesionados. Aprieto los puños con fuerza. Nadie mancilla el honor del Raimon de esa manera.

—Capitán —lo llamo—, no dejes que haga lo que quiera con el equipo.

—Ya lo sé, Yukio —me responde sin dejar de mirar al chico—. No te toleraré hablar así del equipo del instituto.

Al chico le hace gracia, y luego nos lanza el balón. Lo detengo con la pierna sin problemas.

—Enfrentaos a mi equipo —nos reta—. Y si ganáis, puede que os deje tranquilos.

Aceptamos. No nos queda más remedio.

Llegamos al campo interior, y vemos al otro chico cerca del entrenador Gracias y la señorita Hills. Su cabello es castaño, con forma de remolinos de viento. Sus ojos son azules metalizados, casi grises.

Nos colocamos en el campo y empieza el partido.

Los compañeros de ese equipo son realmente buenos, nos dan una fuerte paliza, y acabamos todos por el suelo.

En el segundo tiempo, el entrenador Travis saca al chico. No sé si saldrá bien la cosa. En el campo no se le veía demasiado bueno con el balón.

Sacamos, él tiene el balón. Corre de un lado a otro y nadie le puede quitar el balón. Es increíble. Corro cerca de él, abandonando mi posición de defensa.

—¡Oye, chico, pásame el balón! —le pido.

Pero él sigue corriendo sin dejarlo. Me quedo en mi sitio mirando al entrenador. ¿Qué está pensando?

Ese tal Víctor le quita el balón y le da un fuerte golpe. El chico queda cerca del capitán, que se acerca a ver si está bien.

—Capitán Di Rigo... —murmura—. No dejes que acaben con el club de fútbol, por favor.

Le agarra de la camiseta y Riccardo grita. Un aura le sale de la espalda. ¿Será posible?

—¿U-un espíritu guerrero? —pregunta Adé.

Le roba el balón a Víctor, y su entrenador anuncia que se retiran, dejando por el momento el club de fútbol.

Riccardo entonces se desmaya y todos van a por él. Gabi lo lleva a la enfermería, a esperar a que despierte. Todos los del equipo se van marchando del campo, menos yo, que me quedo allí.

—Yukio —me llama el entrenador.

Me acerco a él, serio, y le miro a los ojos.

—¿Por qué ese chico? ¿Por qué entrar en ese momento?

—¿Acaso no lo viste? Se quedó el balón todo el rato para que no sufrierais daños importantes —me explica—. Yukio, la mirada de ese chico es la misma que tenía él.

Abro los ojos como platos. ¿Él? ¿Se referirá a...? Agacho la cabeza, frustrado.

—Él no querría este fútbol —murmuro—. Estoy cansado de escuchar eso.

—Arion tiene su mirada.

Nos quedamos en silencio, yo mirando al suelo del campo. Él me pone su mano en el hombro y me hace levantar la mirada.

—No pienses en él con tristeza.

—¿Lo echa de menos?

Él cierra los ojos y me señala al campo. Miro también, confuso, y luego a él, esperando que me diga qué pretende.

—Su espíritu está en el campo. Eres su hijo, no debes dejarte llevar por la pena. —Me mira muy serio—. Yukio, su espíritu tiene que estar contigo. ¿De acuerdo? Eres el único que puede llevar su espíritu del fútbol.

Asiento y me marcho del campo. Miro hacia atrás un momento, y veo al entrenador irse del estadio. Aprieto los puños, respiro, y vuelvo a mi clase, a por el primer día de segundo. 

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora