Capítulo 45: Descendiente de Patrick.

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Narra Yukio: Barry se sienta en un asiento con Tokki en brazos y mira a Fei.

—¿Lo conseguisteis? —pregunta Barry.

Él saca las enseñanzas del maestro. Barry baja a Tokki al suelo, quién se pone a saltar de alegría.

—Barry, tus amigos son geniales —exclama—. Ese chico —señala a Arion— puede usar la armadura de espíritu guerrero. Es increíble.

Arion ríe y se sonroja un poco.

—Y el de pelo pincho tiene un tiro muy fuerte —lo imita el pequeño—. Ah, y el portero es muy bueno también. Pudo parar los tiros de los soldados del museo.

—Me alegra que te lo estés pasando bien —le revuelve el pelo.

Volvemos a nuestro tiempo y bajamos de la caravana. Tokki mira a los lados, curioso.

—Estamos en los apartamentos Windsor —explico—. Es la casa de Arion.

—Sí —añade JP—. Aquí vive un equipo de fútbol. ¿A ti te gusta el fútbol, Tokki?

El niño pasa a estar serio. Fei le da un golpe pequeño a Barry en las costillas y él se fija.

—Tokki… —murmura.

—¿Qué te pasa? —sigue JP—. ¿Dije algo mal?

—Es un chico muy sensible —se acerca a él y le acaricia la cabeza—. No os preocupéis. Nosotros entramos pronto.

Vamos a la habitación de Arion, a ver cómo son las enseñanzas del maestro. Me acerco a la ventana y veo a Tokki llorar y pegar a Barry, aunque no parece hacerle daño. No duran mucho. Al minuto el pequeño lo está abrazando.

—Oye, Fei —me siento al lado de JP—, ¿conoces a Tokki? ¿Sabes si le pasa algo?

Él se sorprende un poco.

—Sé que es amigo de Barry desde hace algún tiempo, es bastante más pequeño y muy sensible. ¿Por qué?

—No. Por nada.

Arion abre las enseñanzas del maestro y las intenta leer.

—¿Esto son letras? —murmura—. No hay quien lo lea.

Me acerco algo a verlo. Efectivamente, eso no son más que garabatos.

La puerta se abre, mamá, Silvia y Celia entran con unas galletas.

—Galletas —me levanto de golpe—. Que buena pinta.

Mamá ríe. Silvia se fija en el cuaderno de Arion y deja las galletas en el suelo.

—Un cuaderno de David —murmura.

—¿Qué? —pregunta su sobrino—. ¿David?

Ella lo coge y lo ojea con Celia y mamá, ella algo apartada. Qué raro.

—No hay duda, es la letra de David Evans —dice Silvia.

—¿David Evans? ¿Él es el maestro? —pregunta Fei.

—No me matéis —intervengo—. ¿Quién es David Evans?

—El abuelo de Mark —explica Silvia—. Él y Cammy eran los únicos capaces de leer los cuadernos de David.

—¿Cammy? —Ryoma mira a mamá—. ¿Puedes leer eso?

Ella coge el cuaderno, y le echa un vistazo

—No entiendo demasiado —responde algo apenada—. Lo siento, chicos. No puedo ayudaros.

—¿No entiendes nada? —pregunta Fei.

—Son jugadores, pero… Está todo muy confuso, lo siento.

Los chicos se miran apenados.

—¿Cómo es que puedes leerlo? —hablo.

—Me enseñó mi padre cuando era pequeña.

—¿El entrenador Travis sabe leer eso? —interviene Riccardo tan sorprendido como los demás.

—No. Patrick Greene, mi padre biológico —mamá sonríe con nostalgia—. Murió en un accidente de tráfico cuando era muy pequeña. Percival Travis, que era mi profesor, se enteró y me adoptó.

—¿Patrick Greene es tu padre? —habla Jade—. ¿Tú y yo somos familia?

—¿Como familia? —dice Arion.

—Mi padre tenía un primo que se llamaba Patrick, y murió en un accidente de tráfico.

—Tu nombre era Jade Greene, ¿verdad? —añade mamá.

Ella asiente. Madre mía, Jade y mamá familia. Quién lo diría.

Decidimos ir a la época de David Evans y preguntarle directamente.

Jude Sharp se une y allá que vamos. Pero no paro de pensar en lo ocurrido en los apartamentos Windsor.

Mamá y Jade son primas lejanas. Pero es que además, su padre biológico era amigo de David Evans, el abuelo de Mark.

Entramos en la caravana, Tokki parece más tranquilo. Está tumbado, con la cabeza en las piernas de Barry, mientras él la acaricia. Tiene la camiseta bien agarrada.

—¿Ya nos vamos? —pregunta Barry.

Todos asentimos.

—Vamos a buscar a David Evans —explica Fei.

Le contamos todo lo ocurrido y él asiente. Wonderbot se sienta en el volante y yo me coloco al lado de Barry.

—¿Ya está mejor? —pregunta Arion.

Barry asiente sin dejar de acariciarlo.

—Pasó algo en vuestro equipo, ¿verdad? —sigue Fei sentándose delante—. Por eso Tokki lloraba en el museo.

Veo de reojo como el pequeño se agarra con más fuerza. Barry no cesa en las caricias.

—Cuando pierdes a alguien querido lo pasas mal —contesta con algo de seriedad—. Pero no es nada.

Poco antes de salir del agujero de gusano, Tokki se mueve un poco. Barry aparta la mano y el pequeño se levanta despacio. Mira a los lados, curioso, pero sigue teniendo esa mirada triste.

—¿Dónde…? —murmura.

—Vamos a conocer a un hombre al que le gusta mucho el fútbol —le contesta Barry con una sonrisa dulce.

Sus ojos pasan a tener un brillo pequeño.

Salimos del agujero de gusano. Estamos en un pueblo lleno de vegetación.

—Chicos —habla Wonderbot—, bienvenidos a la república de Tonghana.

Aparca, bajamos y me quedo de piedra al ver un edificio grande, de color marrón.

—¿Ahí está David Evans? —pregunta Skie.

—Eso parece —responde Fei—. Solo lo descubriremos si entramos.

—Pero esto… —empiezo.

—…es un hospital —termina Tokki agarrado con fuerza a la pierna de Barry.

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora