Capítulo 6: El comienzo de algo grande.

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Narra Yukio: Me hago con el balón y corro hacia la portería rival. Su número 10 me hace una fuerte entrada y acabo cayendo al suelo. Jimmy se acerca a mi y me ayuda a levantarme.

—Aunque no podáis ganar hoy, no me gustaría que os lesionarais —me dice.

Le miro serio y Adé saca de banda.

Un montón de pensamientos pasan por mi mente y me bloquean. Jimmy quiere jugar con libertad. Quiere divertirse. Arion y JP tampoco están de acuerdo con estos partidos. Y yo... ¿Yo qué quiero? Prometí llevar el espíritu de mi padre conmigo, y sé que él no aceptaría este tipo de fútbol.

Las palabras de Mark Evans cobran significado en mi mente, y reacciono.

Le robo el balón al número 6 y echo a correr. Chuto con todas mis fuerzas, y no marco, pero el tiro sale hacia JP.

—¡JP, chuta! —le digo—. ¡Marca gol!

JP corre hacia el balón y le da un cabezazo, marcando el primer gol. Arion se acerca a él y chocan los cinco, contentos.

—¡Yukio! —me llama Riccardo—. ¿A qué vino eso?

Noto la mirada de todos mis compañeros. Está claro, ellos todavía no parecen decididos. Cojo aire y los miro uno a uno.

—El entrenador me lo dijo, soy el que más ganas tiene de ganar —explico—. Y lucharé por la victoria.

—No podemos ganar. ¿Es que no lo entiendes? —dice Michael—. Tenemos que obedecer. Nos queda un año y se acabará todo esto.

Cierro los ojos relajándome. Entiendo que no estén de acuerdo. No es fácil romper las normas. Pero yo ya estoy cansado.

—Tengo que llevar el espíritu de mi padre, y sólo podré hacerlo si lo doy todo en el campo —sigo hablando—. No vengáis conmigo si no queréis, pero yo quiero jugar con todo, como en la final del año pasado.

Me coloco en mi posición. Busco en las gradas a mi madre. Allí está, observándome. A su lado está la madre de Samguk, que nos anima a jugar. El partido continúa. Arion, JP y yo conseguimos que Riccardo se nos una, al menos durante este partido.

—Pentagrama —chuta a la portería, marcando el segundo gol.

—¿Capitán? —pregunto acercándome.

—Yukio, tenías razón. El entrenador Travis tiene que ver que nos lo pasamos bien jugando. Es el último año para muchos, que menos que disfrutarlo todos juntos.

Sonreímos y seguimos jugando, pero los del Vía Láctea marcan dos goles, empatando el marcador. Samguk ni siquiera se esfuerza por detener los tiros.

Tras el final del primer tiempo, nos reunimos en los vestuarios. Mark Evans nos felicita por el primer tiempo, pero parece que el resto del equipo no opinan lo mismo.

—Esto es un error —murmura Eugene—. No podemos ganar. Esto está mal.

—Es todo culpa tuya —le dice Michael a Arion—. Si no te hubieras quedado quieto. Si tan solo hubieras sido obediente...

—¿Es que no lo veis? —le responde Riccardo—. Las caras de los jugadores del Vía Lácte. Nuestras propias caras. ¿Es que no tenéis ni el más mínimo interés en ganar? ¿En jugar vuestro propio fútbol?

—No es tan fácil, Riccardo —añade Samguk—. Eres quien mejor lo sabe. El Sector Quinto lo regula todo. No podemos jugar con libertad. Lo que estáis haciendo es una temeridad.

—Además, aunque juguemos este partido con todas nuestras fuerzas, es probable que el Sector Quinto nos castigue, y puede ser, cerrando el club de fútbol.

Arion se sorprende bastante. No había caído en eso. Es cierto, debemos tener cuidado para que el club no se cierre. Pero... Pero ya me he comprometido, y no puedo echarme atrás. No lo hago por mí, sino por mi familia.

—Chicos —nos anima Mark Evans—, la diosa de la victoria solo sonríe a aquellos que nunca se rinden.

—Tiene razón —sigo—. Si no nos rendimos podremos seguir jugando al fútbol. Estoy seguro de que no pasará nada...

—Para tí es más fácil —me reprocha Michael—. Viendo tu historial y tu familia, si no estás en un equipo estás en otro.

Cierro los puños con fuerza y me marcho de allí, directo al campo.

Empieza el segundo tiempo. Riccardo usa el virtuosos con los tres jugadores que le seguimos, y bajo a la defensa todo el tiempo que puedo para ayudar a JP a defender.

Una vez, escuchamos a la madre de Samguk animarnos.

El Vía Láctea chuta, y no me da tiempo de llegar. Rayos, ¿van a marcar de nuevo? Corro hacia la portería con todo lo que llevo dentro, pero al final Samguk detiene el tiro. Me detengo, al verlo patear el balón.

Narra Samguk: No recordaba esta sensación. La sensación de detener un tiro con mis fuerzas.

Gracias al entrenador Evans, que nos habló de la diosa de la victoria, fui capaz de entenderlo. Mi madre siempre fue la dios de la victoria de mi equipo, y sigue animándome. No puedo fallarle. Ahora entiendo a lo que se refería también Yukio. Él no quiere fallar a su padre.

Les paso el balón con fuerza. Ahora sí que estoy decidido, jugaré con todo lo que tengo siempre.

—¡Riccardo, vosotros tirad que aquí no entrarán más balones!

Veo a Yukio sonreír. Le levanto el dedo pulgar indicando que todo está bien y él sube al ataque.

Narra Yukio: Me alegra que Samguk se haya unido a nosotros.

Me hago con el balón y se lo doy a Riccardo, que saca su espíritu guerrero y acaba marcando el tercer gol.

Entonces el árbitro pita el final del partido. Nadie en el Raimon sabe cómo reaccionar. Hemos ganado. Aún no me lo creo.

Jimmy se acerca a nosotros y nos felicita.

—Me ha gustado enfrentarme a vosotros con todas las fuerzas. Enhorabuena.

—Gracias, Jimmy —sonríe Riccardo.

—Oye —llamo al capitán del Vía Láctea—, ¿no te gustaría jugar al auténtico fútbol?

Todos me miran extrañados. Lo entiendo, no es una proposición normal.

—Lo cierto es que sí —se rasca la nuca—. El fútbol del Raimon me llama bastante la atención.

Le tiendo la mano.

—Únete a nosotros —sonrío—. Y podrás jugar al auténtico fútbol.

Ahora sí que los he dejado sin palabras. 

La revolución del fútbolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora